[0045] • SAN GREGORIO I MAGNO, 590-604 • AMOR DE LOS ESPOSOS
De la Homilía XXXVII a San Lucas (14, 26-33), año 591
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2.–Mas pláceme poner en claro: ¿cómo es que se nos manda aborrecer a los padres y a los allegados de la sangre, siendo así que tenemos precepto de amar aun a los enemigos? Porque cierto es que la Verdad, refiriéndose a la esposa, dice (Mt 19, 6): Lo que Dios unió no lo separe el hombre; y San Pablo dice (Eph 5, 25): Vosotros, maridos, amad a vuestras mujeres así como Cristo amó a su Iglesia.
Ya lo veis; el discípulo predica que se debe amar a la mujer, siendo así que el Maestro dice: Quien no aborrece... a su mujer, no puede ser mi discípulo. ¿Será que el juez anuncia una cosa y el Predicador publica otra distinta? ¿O es que podemos amar y aborrecer a la vez?
Pero, si examinamos agudamente el sentido del precepto, lo uno y lo otro podemos hacerlo discrecionalmente, de manera que amemos a la esposa y a los que nos están unidos por parentesco carnal y también a cuantos reconocemos por prójimos, y que desconozcamos por tales, aborreciéndolos y huyéndolos, a cuantos sentimos como adversarios en el camino de Dios; pues viene a ser amado, diríamos que por medio de ese odio quien no es atendido cuando, por juzgar carnalmente, nos induce al mal; y el Señor, para demostrar que este odio para con el prójimo no procede de malevolencia, sino de caridad, a continuación añade, diciendo: Y aun su misma vida. Luego se nos manda aborrecer a los prójimos y aborrecer nuestra propia vida; consta, pues, que cumple el deber de odiar al prójimo amándole quien le odia como a sí mismo; porque nosotros odiamos bien nuestra vida cuando no consentimos en sus carnales deseos, cuando mortificamos sus concupiscencias y nos oponemos constantes a sus placeres, de manera que, una vez despreciadas estas cosas, se encamina a lo mejor, y así viene a ser amada como por el odio.
Así, así es como a la esposa y a vuestros prójimos debemos mostrar el odio, amando a la vez lo que son y odiando lo que nos estorba en el camino de Dios.
[OGM 741-742]
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2.–Sed percontari libet quomodo parentes et carnaliter propinquos praecipimur odisse, qui iubemur et inimicos diligere? Et certe Veritas de uxore dicit: Quod Deus coniunxit, homo non separet (Matth XIX, 6). Et Paulus ait: Viri. diligite uxores vestras, sicut et Christus Ecclesiam (Eph V, 25). Ecce discipulus uxorem diligendam praedicat, cum magister dicat: Qui uxorem non odit, non potest meus esse discipulus. Nunquid aliud iudex nuntiat, aliud praeco clamat? An simul et odisse possumus, et diligere? Sed si vim praecepti perpendimus, utrumque agere per discretionem valemus, ut eos qui nobis camis cognatione coniuncti sunt, et quos proximos novimus, diligamus, et quos adversarios in via Dei patimur odiendo et fugiendo nesciamus. Quasi enim per odium diligitur qui carnaliter sapiens, dum prava nobis ingerit, non auditur. Ut autem Dominus demonstraret hoc erga proximos odium non de inaffectione procedere, sed de charitate, addidit protinus, dicens: Adhuc autem et animam suam. Odisse itaque praecipimur proximos, odisse et animam nostram. Constat ergo quia amando debet odisse proximum, qui sic eum odit sicut semetipsum. Tunc etenim bene nostram animam odimus, cum eius carnalibus desideriis non acquiescimus, cum eius appetitum frangimus, eius voluptatibus reluctamur. Quæ ergo contempta ad melius ducitur, quasi per odium amatur. Sic, sic nimirum exhibere proximis nostris odii discretionem debemus, ut in eis et diligamus quod sunt, et habeamus odio quod in Dei nobis itinere obsistunt.
[PL 76, 1275-1276]