Warning: Undefined variable $limit in /var/www/vhosts/enchiridionfamiliae.com/httpdocs/cabecera.php on line 6
Magisterio sobre amor, matrimonio y familia <br /> <b>Warning</b>: Undefined variable $titulo in <b>/var/www/vhosts/enchiridionfamiliae.com/httpdocs/cabecera.php</b> on line <b>29</b><br />
INICIO CRONOLOGICO DOCUMENTOS ESCRITURA CONCILIOS PAPAS AUTORES LUGARES MATERIAS EDICIONES
EDITORES

Warning: Undefined array key "buscado" in /var/www/vhosts/enchiridionfamiliae.com/httpdocs/y_componer2.php on line 8

[0078] • SAN LEÓN IX, 1049-1054 • MALICIA DE LA MASTURBACIÓN

De la Carta Ad splendidum nitentis, a San Pedro Damián, año 1054

1054 0? 0? 0001

[1.–][...]Es conveniente, tal como deseas, que intervenga nuestra Autoridad Apostólica a fin de que, a cuantos lo lean no les quede ninguna duda ni ansiedad, y a todos les quede claro que nos agradó el contenido del opúsculo [Gomorrano][1], tan contrario al mal como el agua al fuego. Así pues, para que no se propague impunemente tan inmunda pasión, es necesario que sea desautorizada con la oportuna reprensión y censura Apostólica, y también que se tome alguna medida de castigo.

[1]. San Pedro Damián había escrito a León IX un libelo —Gomorrhianus (PL 145, 159-190)— en el que reclama penas severísimas contra la “vida depravadísima” de algunos clérigos. León IX, al aprobarlo, dejó un documento del magisterio eclesiástico —muy raro en aquel tiempo— sobre materia de masturbación.

1054 0? 0? 0002

[2.–]En consecuencia, a todos los que incurran en alguna de las cuatro clases de deshonestidad descritas se les debe degradar de todos los honores que posean en la Iglesia inmaculada, de acuerdo con las justas censuras previstas tanto por los Sagrados cánones como por Nuestro juicio. Pero Nos, deseando actuar con más humanidad con aquéllos que –o habiendo derramado el semen por sus propias manos o entre sí, o aun habiéndolo echado entre los muslos no lo hicieron frecuentemente ni con muchos–, han refrenado ya su pasión y han lavado con digna penitencia los hechos horrendos cometidos, queremos, e incluso mandamos, confiados en la divina misericordia, que sean admitidos a los mismos grados que tenían cuando estaban en el pecado, con tal que no permanezcan en él. En cambio a los demás se les quite la esperanza de volver al orden que tenían: es decir, los que se hubieren manchado consigo mismo o con otros con esas clases de deshonestidad por ti descritas, si es que hubiera sido por un espacio largo de tiempo, o incluso por uno corto, con tal de que lo hubieran hecho con muchos, o los que –algo horrible de decir y oír– hubieran llegado a pecar con la parte posterior. Y si alguno se atreviera a juzgar o ir contra este Nuestro Decreto Apostólico de condena, sepa que actúa con peligro de ser degradado.