[0112] • INOCENCIO III, 1194-1216 • SANTIDAD DEL MATRIMONIO. AFINIDAD Y CONSANGUINIDAD. MATRIMONIOS CLANDESTINOS
De las Constituciones del Concilio Ecuménico IV de Letrán (Roma, Italia), 30 noviembre 1215
1215 11 30 0001
1.–[...] Y no sólo los vírgenes y continentes, sino también los casados merecen llegar a la bienaventuranza eterna, agradando a Dios por medio de su recta fe y buenas obras.
1215 11 30 0050
50.–No tiene nada de censurable que, con el paso del tiempo, las leyes de los hombres sufran algunas variaciones; sobre todo si así lo piden necesidades urgentes o una evidente conveniencia. El mismo Dios cambió en el Nuevo Testamento algunas de las disposiciones que había hecho en el Antiguo. Por eso, dado que la prohibición de no contraer matrimonio en segundo y tercer grado de afinidad, y la de que la prole nacida de las segundas nupcias no se puede casar con los consanguíneos del primer marido, son causas frecuentes de dificultades y a veces hasta de peligro para las almas, a fin de que, cesando la prohibición desaparezcan también sus efectos, revocamos las constituciones que sobre esta materia fueron aprobadas [1] por el sagrado concilio y, con la presente, establecemos que los que, encontrándose en esa situación hayan de casarse, en adelante lo hagan libremente. Además, que, en adelante, la prohibición de la unión conyugal no alcance más allá del cuarto grado de afinidad y consanguinidad; en grados posteriores, en efecto, ya no puede guardarse esa prohibición generalmente, sin graves dificultades. Por otro lado, el número cuaternario es congruente con la prohibición –hasta el cuarto grado– del matrimonio corporal, a propósito del cual dice el Apóstol que el marido no tiene potestad sobre su cuerpo, sino la mujer; ni la mujer tiene potestad sobre su cuerpo sino el marido[2]; ya que son cuatro los humores del cuerpo, que consta de cuatro elementos. Habiendo, pues, quedado restringida hasta el cuarto grado la prohibición de contraer matrimonio, queremos que sea así para siempre, sin que, para ello, sirva de obstáculo la existencia hasta ahora de constitución alguna dada por otros o por Nos mismo. De manera que si alguien, contraviniendo esta prohibición, osara casarse, nunca le sirva de excusa los años transcurridos, ya que el tiempo pasado lejos de disminuir el pecado lo aumenta y, por otro lado, tanto mayor es la culpa cuanto por más tiempo se permanece en ella [3].
[1]2. Cf conc. Lat. I, c. 9 et conc. Lat. II, c. 17 (v. COeD, 191 [1123 03 27/5], 201 [1139 04 17/17].
[2]1. 1 Cor. 7, 4.
[3]2. C. 8X. IV 4 (CI 2, 703-704); cf. etiam K.G. Hugelmann, Der Sachsenspiegel und das vierte Lateranische Konzil, Zeitschrift der Savigny- Stiftung für Rechtsgeschichte, Kan. Abt. 13 (1924) 427-487; cf Tillmann 36, 155, 159; de c. 50-52 cf Fliche 207.
1215 11 30 0051
51.–Queremos que la prohibición de contraer matrimonio, no obstante haber desaparecido dentro de los tres últimos grados, continúe observándose rigurosamente en todos los demás. Por eso, siguiendo las huellas de nuestros predecesores, prohibimos por completo los matrimonios clandestinos y también que los sacerdotes asistan a esos matrimonios. Haciendo, pues, general y extensiva a los demás lugares la costumbre que ya existe en algunos, determinamos que, cuando se vaya a contraer matrimonio, los presbíteros den noticia pública de ello en las iglesias: fijando un tiempo determinado, para que, dentro de él, el que quiera y sea capaz de hacerlo pueda presentar algún impedimento legítimo. Los presbíteros, por su lado, averigüen también si hay algún impedimento en contra.
Si llegara a presentarse una conjetura probable sobre la existencia de un impedimento contrario a la celebración del matrimonio, éste se impedirá expresamente, hasta que conste con argumentos claros cuál es la manera de proceder en esa situación. Porque si llegara el caso de que alguno intentara contraer esos matrimonios clandestinos o los que están prohibidos en determinados grados, aun cuando lo hiciera con ignorancia, a los hijos que nacieran de esas uniones se les deberá considerar como ilegítimos, sin tener en cuenta para nada la ignorancia de los padres; ya que éstos, con esa forma de proceder, han dado pruebas suficientes de que no tenían esa ignorancia o por lo menos de que esa ignorancia era afectada. De igual modo se ha de considerar ilegítima aquella prole, cuyos padres, no obstante conocer que hay un impedimento legítimo para su matrimonio, hacen caso omiso de ello e intentan casarse según la Iglesia. Y al sacerdote encargado de la parroquia que no prohiba esa clase de uniones, o a cualquiera del clero regular que se atreva a asistir a ellas, debe privársele de su oficio por un período de tres años; el castigo será de mayor gravedad si la naturaleza de la culpa así lo aconseja. Se impondrá también la penitencia oportuna a los que, aunque sea dentro de los grados permitidos, atenten esas uniones. Y si alguno, llevado por la maldad, adujera algún impedimento sólo para impedir un legítimo matrimonio, no escapará de las penas eclesiásticas [4].
[4]3. c.X.IV (3) (CI 2, 679-680); cfr. Tillmann.
1215 11 30 0001
1.–[...] Non solum autem virgines et continentes, verum etiam coniugati, per rectam fidem et operationem bonam placentes Deo, ad aeternam merentur beatitudinem pervenire.
1215 11 30 0050
50.–Non debet reprehensibile iudicari, si secundum varietatem temporum statuta quandoque varientur humana, praesertim cum urgens necessitas vel evidens utilitas id exposcit, quoniam ipse Deus ex his quae in veteri testamento statuerat, nonnulla mutavit in novo. Cum igitur prohibitiones de coniugio in secundo et tertio affinitatis genere minime contrahendo, et de sobole suscepta ex secundis nuptiis cognationi viri non copulanda prioris, et difficultatem frequenter inducant et aliquando periculum pariant animarum ut cessante prohibitione cesset effectus, constitutiones super hoc editas [1]2 sacri approbatione concilii revocantes, praesenti constitutione decernimus, ut sic contrahentes de caetero libere copulentur. Prohibitio quoque copulae coniugalis quartum consanguinitatis et affinitatis gradum de caetero non excedat, quoniam in ulterioribus gradibus iam non potest absque gravi dispendio huiusmodi prohibitio generaliter observari. Quaternarius enim numerus bene congruit prohibitioni coniugii corporalis, de quo dicit Apostolus, quod vir non babet potestatem sui corporis, sed mulier; neque mulier habet potestatem sui corporis, sed vir[2]1 quia quatuor sunt humores in corpore, quod constat ex quatuor elementis. Cum ergo iam usque ad quartum gradum prohibitio coniugalis copulae sit restricta, eam ita esse volumus perpetuam, non obstantibus constitutionibus super hoc dudum editis, vel ab aliis vel a nobis, ut si qui contra prohibitionem huiusmodi praesumpserint copulari, nulla longinquitate defendantur annorum, cum diuturnitas temporum non minuat peccatum sed augeat, tantoque graviora sint crimina, quanto diutius infelicem detinent animam alligatam [3]2.
[1]2. Cf conc. Lat. I, c. 9 et conc. Lat. II, c. 17 (v. COeD, 191 [1123 03 27/5], 201 [1139 04 17/17].
[2]1. 1 Cor. 7, 4.
[3]2. C. 8X. IV 4 (CI 2, 703-704); cf. etiam K.G. Hugelmann, Der Sachsenspiegel und das vierte Lateranische Konzil, Zeitschrift der Savigny- Stiftung für Rechtsgeschichte, Kan. Abt. 13 (1924) 427-487; cf Tillmann 36, 155, 159; de c. 50-52 cf Fliche 207.
1215 11 30 0051
51.–Cum inhibitio copulae coniugalis sit in tribus ultimis gradibus revocata, eam in aliis volumus districte observari. Unde praedecessorum nostrorum inhaerendo vestigiis, dandestina coniugia penitus inhibemus, prohibentes etiam ne quis sacerdos talibus interesse praesumat. Quare specialem quorundam locorum consuetudinem ad alia generaliter prorogando, statuimus ut cum matrimonia fuerint contrahenda, in ecclesiis per presbyteros publice proponantur, competenti termino praefinito, ut infra illum qui voluerit et valuerit legitimum impedimentum opponat. Et ipsi presbyteri nihilominus investigent, utrum aliquod impedimentum obsistat. Cum autem probabilis apparuerit coniectura contra copulam contrahendam, contractus interdicatur expresse, donec quid fieri debeat super eo manifestis constiterit documentis. Si qui vero huiusmodi clandestina vel interdicta coniugia inire praesumpserint in gradu prohibito etiam ignoranter, soboles de tali coniunctione suscepta prorsus illegitima censeatur, de parentum ignorantia nullum habitura subsidium, cum illi taliter contrahendo, non expertes scientiae vel saltem affectatores ignorantiae videantur. Pari modo illegitima proles censeatur, si ambo parentes, impedimentum scientes legitimum, praeter omne interdictum in conspectu ecclesiae contrahere praesumpserint. Sane parochialis sacerdos, qui tales coniunctiones prohibere contempserit aut quilibet etiam regularis qui eis praesumpserit interesse, per triennium ab offido suspendatur, gravius puniendus, si culpae qualitas postulaverit. Sed et iis qui taliter copulari praesumpserint, etiam in gradu concesso, condigna poenitentia iniungatur. Si quis autem ad impediendum legitimam copulam malitiose impedimentum obiecerit, ecclesiasticam non effugiet ultionem [4]3.
[COeD 231, 257-258]
[4]3. c.X.IV (3) (CI 2, 679-680); cfr. Tillmann.