[0165] • BENEDICTO XIV, 1740-1758 • ABUSOS Y CONSECUENCIAS DE LOS MATRIMONIOS CLANDESTINOS
De la Carta Encíclica Satis vobis, 17 noviembre 1741
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[1.–] Nos no dudamos, Venerables Hermanos, de que sabéis perfectamente que nuestra santa Madre la Iglesia ha velado siempre cuidadosamente para que el sacramento del matrimonio, calificado de “grande” por el Apóstol [1] fuera celebrado por los fieles de manera pública y abierta. Y para que esta regla todos la observaran más cuidadosamente en el futuro que en el pasado, el santo Concilio de Trento [2] –siguiendo en este punto al Concilio de Letrán reunido en tiempo de Inocencio III [3]– ordenó que, en adelante, antes de contraerse un matrimonio, tenía que ser anunciado públicamente por el párroco propio de los contrayentes, en tres días de fiesta consecutivos, en la iglesia, durante la celebración de la Misa; y que luego, si no aparecía ningún impedimento legítimo, ese matrimonio había de celebrarse ante la Iglesia, en presencia del párroco, o de otro sacerdote provisto de la autorización del párroco o del Ordinario, y en presencia también de dos o tres testigos. Y el mismo santo Sínodo prescribió que los párrocos guardaran un libro en el que se consignasen los nombres de los que habían contraído matrimonio y de los testigos, así como también el día y lugar del matrimonio.
[1]. [Cf. Ef. 5, 32].
[2]. Sess. XXIV, de ref. matrim., c. 1[1563 11 11c/1-4].
[3]. C. 3, X, de clandestina desponsatione, IV, 3[1215 11 30/51].
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[2.–]§ 1. A pesar de todo, en estos tiempos tristes en que vivimos, hemos presenciado cómo tan sabias y útiles leyes, dimanadas de tan encumbrada autoridad, van perdiendo todo su vigor y caen en desuso. Con harta frecuencia ha prevalecido la costumbre de celebrar los matrimonios tan secretamente, que pasan casi enteramente inadvertidos y permanecen para siempre en el incógnito. En efecto: ha llegado a formarse la costumbre de celebrar el matrimonio sin las amonestaciones previas, y solamente ante el párroco o su delegado y dos testigos escogidos cuidadosamente por los contrayentes. La ceremonia, frecuentemente, se celebra fuera de la Iglesia, o en el interior de ella, pero a puerta cerrada, a hora estrafalaria, de forma que nadie se entere del matrimonio, con excepción del párroco, los contrayentes y los testigos.
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[3.–]§ 2. Todo el que reflexione sobre los efectos lamentables de estos matrimonios secretos, llamados todavía matrimonios de conciencia, comprenderá sin esfuerzo hasta qué punto se oponen a la dignidad del sacramento y a las prescripciones de las leyes eclesiásticas. En efecto: son fuente de pecados graves, en particular para aquellos que, sin preocuparse de los juicios de Dios, abandonan a la esposa con la cual se han casado en secreto, y viven maritalmente con otra mujer, engañándola con la promesa de un futuro matrimonio. Algunos incluso, cegados por sus pasiones, se atreven a contraer un segundo matrimonio secreto, antes de que el primero –celebrado en las mismas condiciones– haya sido disuelto por el fallecimiento del cónyuge; y de esta manera se convierten en delincuentes y polígamos. Otros llevan más adelante todavía su desvergüenza: por desprecio hacia este gran sacramento, después de un primer matrimonio celebrado en secreto, contraen otro matrimonio público o secreto, sin espantarse –con su insolencia– de vivir en poligamia. Es fácil adivinar las consecuencias desastrosas, intolerables, de tales matrimonios secretos. En efecto: si, para evitar que alguien adivine su unión, el marido y la mujer viven separadamente, entonces no se observa la comunidad de vida, con desprecio de la palabra del Señor: “El hombre se adherirá a su mujer; y vendrán a ser los dos una sola carne” [4]. Por el contrario, si llevan vida común, entonces todos lo considerarán como un delito y verán en ello un grave escándalo: escándalo cuyos daños no quedan neutralizados por la celebración del matrimonio secreto, que permanece en la obscuridad e ignorado de todos.
[4]. [Gen. 2, 24; Mt. 19, 5].
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[4.–]§ 3. No son menores los males que de ahí se derivan para los hijos. Los hijos, abandonados por sus padres, en particular por la madre, no pueden recibir educación verdaderamente cristiana, ni suficiente. Quedan a merced de las circunstancias, si es que los padres –contra las leyes de la naturaleza– no atentan contra su vida. Pero aunque los padres retrocedan ante crimen tan horrible, y aunque su corazón les impulse a alimentar y educar a sus hijos, éstos, no obstante, tendrán mucho que padecer. Se verán frustrados de la herencia y bienes familiares, a pesar del derecho que su sangre les confiere. Pues, a causa del carácter secreto del matrimonio del que han nacido, se verán en la imposibilidad de probar su legitimidad y ascendencia.
[EM, 4-7]
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[1.–] Satis Vobis compertum esse non dubitamus, Venerabiles Fratres, eam semper fuisse piae Matris Ecclesiae vigilem curam, ut Sacramentum Matrimonii, Magnum[1] ab Apostolo nuncupatum, publice, et palam a Fidelibus celebretur. Quod quidem, ut diligentius, quam antea factum fuerat, imposterum ab omnibus observaretur, Sancta Tridentina Synodus (2), Lateranensis Concilii sub Innocentio III celebrati vestigiis inhaerendo (3), praecepit, ut imposterum, antequam Matrimonium contrahatur, ter a proprio Contrahentium Parocho tribus continuis diebus festivis in Ecclesia inter Missarum solemnia publice denuntietur; deindeque, nullo legitimo concurrente impedimento, ad illius celebrationem in facie Ecclesiae, coram Parocho, vel alio Sacerdote, de ipsius Parochi, seu Ordinarii licentia, et duobus, vel tribus Testibus praesentibus, rite procedatur. Voluit etiam eadem Sancta Synodus, apud Parochum diligenter Librum custodiri, in quo Coniugum, et Testium nomina, diesque, et locus Matrimonii describantur.
[1]. [Cf. Ef. 5, 32].
[2]. Sess. XXIV, de ref. matrim., c. 1[1563 11 11c/1-4].
[3]. C. 3, X, de clandestina desponsatione, IV, 3[1215 11 30/51].
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[2.–]§ 1. Providae tamen huiusmodi leges, tanta auctoritate saluberrime institutae, prava horum temporum conditione sensim prolabi visae sunt, et enerves propemodum reddi, ob Matrimonia usu nimis recepta, quae occulte adeo celebrantur, ut illorum notitia, quantum fieri potest, obliteretur, et in tenebris ignorantiae perpetuo iaceat consepulta. In more etenim positum est, illa celebrari nullis praeviis factis Denunciationibus, coram solo Parocho, vel alio Sacerdote de eius licentia, adhibita praesentia tantum duorum Testium apposite a Contrahentibus advocatorum, quorum fides nemini illorum est suspecta; remque peragi saepe extra Ecclesiam, quandoque etiam intra illam, ianuis tamen occlusis, vel eo temporis momento, quo semota alterius cuiusvis praesentia, scientia initi Matrimonii, praeter Parochi, Contrahentium, Testiumque personas, alios penitus effugiat.
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[3.–]§ 2. Quantum a Sacramenti dignitate, et ab Ecclesiasticarum legum praescripto occulta haec Matrimonia, Conscientiae vulgo nuncupata, ut plurimum abhorreant, satis superque coniicere quis poterit, qui mentis aciem ad exitiosos illorum effectus convertat. Hinc enim gravia ortum habent peccata, praesertim vero eorum, qui Divini Iudicii interminatione posthabita, priore Uxore, cum qua clam contraxerunt, relicta, cum alia spe futuri Matrimonii decepta, et in turpem secum vivendi licentiam abducta, palam contrahere promittunt. Quorumdam vero mentem ita pravae cupiditates excoecant, ut novum contrahere secretum Matrimonium audeant, post alterum secreto itidem contractum, et nondum prioris Coniugis morte solutum, seseque magno scelere polygamos reddant. Alii etiam eo impudentiae devenere, ut in huius magni Sacramenti contemptum, post primas secreto initas, et alteras aut publice, aut privatim nuptias contrahendo, sese audacius polygamia pariter innodare non perhorrescant. Age vero quam gravia, quam nullo pacto ferenda ex his Matrimoniis mala oriantur. Si enim ad quamcumque Matrimonii suspicionem submovendam, Virum seorsim a Muliere vivere contingat, sublata est illico individua vitae consuetudo, et contemptum est verbum Domini: Adhaerebit homo Uxori suae, et erunt duo in carne una[4]. Sin haec vitae consuetudo servetur, nemo est, qui illam criminis non arguat, et utpote detestabilem, in scandali materiam non traducat. Neque illata per scandala dispendia rependit subsecuta celebratio occulti Matrimonii, quod in tenebris delitescit, et ab omnibus ignoratur.
[4]. [Gen. 2, 24; Mt. 19, 5].
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[4.–]§ 3. Leviora quoque damna non sunt, quae susceptae Proli irrogantur. Saepe enim contingit, illam a Parentibus, et a Matre praesertim amotam, nec pie, nec liberaliter institui: sed incertis fortunae casibus obiectam relinqui, nisi etiam Parentes ipsi, contra naturae leges, ausu nefario illius vitae insidientur. Ubi vero tam immane facinus Parentes deterreat, illosque ad sobolem alendam, instituendamque humanitas ipsa compellat; alia imminet Liberis susceptis ex occulto Matrimonio lugenda Avitarum facultatum, et Bonorum iactura, pro quorum possessione assequenda quamvis clament iura sanguinis, illis tamen careant necesse est, propter occulta Parentum Matrimonia, et ademptam legitimitatis, et Filiationis probationem.
[CICF 1, 701-702]