[0175] • BENEDICTO XIV, 1740-1758 • MATRIMONIOS MIXTOS
De la Carta Encíclica Magnae Nobis, a los Obispos del Reino de Polonia, 29 junio 1748
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§ 2.–Nos no tenemos necesidad, ciertamente, de publicar todo lo que podrían demostrar sobradamente la antigüedad de la disciplina en virtud de la cual la Sede Apostólica ha desaprobado siempre los matrimonios de católicos con herejes. Bastará presentar, al menos, algunos ejemplos con los cuales hagamos ver que Nos y la Sede Apostólica conservamos religiosamente –en todo su vigor e integridad– la misma disciplina y regla que ha sido observada constantemente hasta nuestros días. Veamos el testimonio que dio de sí mismo, en su época, el Papa Urbano VIII por medio de su Carta Apostólica fechada en 30 de diciembre de 1624, donde escribe: “Sepamos que hay que evitar absolutamente los matrimonios entre católicos y herejes, y hagamos todo lo que esté en nuestro poder para eliminar de la Iglesia este género de matrimonios” [1].
Con no menor claridad, Nuestro Predecesor de santa memoria dio a conocer, igualmente, su pensamiento en la Carta fechada en 25 de junio de 1706, y editada en la colección de sus Breves y Cartas, que vio la luz pública en 1724. Allí podemos leer: “Nos estimamos de suma importancia que las reglas de la Iglesia de Dios, de la Sede Apostólica, de nuestros Predecesores y de los santos Concilios, que reprueban los matrimonios entre católicos y herejes, no sean transgredidas, a no ser que el bien de todo el Estado cristiano lo requiera”. Y en otra carta, de 23 de julio de 1707, recogida en la misma colección: “La Iglesia siente aversión hacia esos matrimonios que traen consigo gran deshonor y grave peligro espiritual” [2].
[1]. [Cf. Card. Albitius, De Inconstantia in fide, cap. 37, núm. 217].
[2]. [1707 07 23/1].
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§ 3.–En cuanto a Nuestra opinión sobre este punto, Nos estimamos que brota con toda claridad del Rescripto dado por orden Nuestra el día 4 de noviembre de 1741, impreso en el tomo I de nuestro Bulario [3], de donde están tomadas las palabras siguientes: “Su Santidad deplora grandemente que haya entre los católicos quienes, torpemente cegados por insano amor, no aborrezcan de corazón y piensen que deben en absoluto abstenerse de estas detestables uniones que la santa Madre Iglesia condenó y prohibió perpetuamente; alaba en alto grado el celo de aquellos prelados que con las más severas penas se esfuerzan por apartar a los católicos de que se unan con los herejes con este sacrílego vínculo; y avisa y exhorta seria y gravemente a todos los obispos, vicarios apostólicos, párrocos, misioneros y los otros cualesquiera ministros fieles de Dios y de la Iglesia que viven en esas partes [es decir, en Holanda y Bélgica], que aparten en cuanto puedan a los católicos de ambos sexos de tales nupcias, que han de contraer para ruina de sus propias almas, y pongan empeño en disuadir del mejor modo e impedir eficazmente esas mismas nupcias”. Y un poco más adelante, a propósito del matrimonio contraído entre una parte católica y una parte herética: “A lo que principalmente debe persuadirse el cónyuge católico, sea varón o mujer, es a hacer penitencia y pedir a Dios perdón por la gravísima culpa cometida. Y esforzarse después según sus fuerzas por atraer al seno de la Iglesia al otro cónyuge desviado de la verdadera fe, y ganar su alma, lo que sería a la verdad oportunísimo para obtener el perdón de la culpa cometida, sabiendo por lo demás, como dicho queda, que ha de estar perpetuamente ligado por el vínculo de este matrimonio”.
[3]. [1741 11 04/3-5].
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§ 4.–Ahora bien, con estos principios –en cierto modo fundamentales– de la Sede Apostólica está perfectamente de acuerdo su manera de obrar consagrada por una larga costumbre. Porque cada vez que se recurre a la Sede Apostólica, sea para obtener el simple permiso de contraer matrimonio entre dos personas una de las cuales profesa la herejía, sea para obtener además alguna dispensa en materia de grados de parentesco o de algún otro impedimento canónico que exista entre los dos contrayentes, la Santa Sede no concede ningún permiso o dispensa sin haber estipulado antes la obligación o añadido la condición de que “la herejía haya sido abjurada previamente”. Más aún: Nuestro Predecesor de feliz memoria, el Papa Inocencio X, llegando más lejos, dio órdenes y tomó medidas para que no se concediera dispensa alguna de esta clase, sin que documentos auténticos hayan demostrado previamente que el contrayente heterodoxo ha echado de sí la mancha de la herejía [4].
En cuanto a Nuestro Predecesor Clemente XI, con motivo de la reunión del Santo Oficio que tuvo lugar en su presencia el día 16 de junio de 1710, ordenó –por medio de una Carta dirigida al Arzobispo de Malinas– que no se concediera ningún permiso o dispensa para la celebración de matrimonios entre un contrayente católico y un hereje, si la abjuración de la herejía no había sido pronunciada realmente con anterioridad. Decretó, además, que los teólogos que habían emitido opinión contraria a esta disciplina debían recibir una severa reprensión [5].
[4]. [Cf. Card. Albitius, De Insconstantia in fide, cap. 18, n. 44].
[5]. [Cf. V. PETRA, Commentaire sur la XIIème Constitution de Jean XXII (Oeuvres, t. IV, p. 76)].
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§ 5.–Si se presenta algunos ejemplos de Pontífices Romanos que han concedido permiso de contraer matrimonio, o también una dispensa para cualquier impedimento, sin añadir la condición de que se abjurara previamente de la herejía, Nos afirmamos primeramente que tales concesiones han sido extraordinariamente raras, y que la mayoría de ellas han sido concedidas para matrimonios entre soberanos, y no sin urgente y gravísimo motivo en lo tocante al bien público. Más aún: a esta concesión se le añaden útiles precauciones, por una parte para que el contrayente católico no pueda ser pervertido por el contrayente herético, sino que –al contrario– se sienta obligado, en la medida de sus fuerzas, a apartarlo de su error; y, por otra parte, para que los hijos de ambos sexos que nacieran de tal matrimonio sean educados enteramente en la santidad de la religión católica. Pero además, es fácil comprender que tales concesiones no ofrecen ninguna ocasión de error a los “ejecutores”, si éstos no quieren –de propósito y deliberadamente– faltar a su deber en alguna cosa. Finalmente, de todo lo que se ha dicho hasta el presente se deduce con claridad que, en todos los casos en que se ha pedido a la Sede Apostólica permisos o dispensas para que un católico, hombre o mujer, pueda contraer matrimonio con un hereje, mujer u hombre: esta Sede Apostólica –como hemos dicho anteriormente– ha reprobado y condenado siempre tales matrimonios, y actualmente sigue abominándolos y rechazándolos, si no van precedidos por la abjuración de la herejía.
[EM, 25-30]
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§ 2.–Neque vero necesse habemus ea omnia in medium proferre, quibus luculenter demonstrari posset antiquitas eius disciplinae, qua semper Apostolica Sedes Catholicorum cum Haereticis coniugia reprobavit. Sed aliqua dumtaxat afferre sat erit, quibus ostendamus, eandem disciplinam ac regulam ad Nostra usque tempora constanter servatam, apud Nos et Apostolicam Sedem non minus integram vigere, et religiose custodiri. Hoc est, quod de se ipso, suisque temporibus testatus est felicis recordationis Praedecessor Noster Urbanus Papa VIII in suis Literis Apostolicis datis die XXX mensis Decembris Anni MDCXXIV, quae leguntur apud Cardinalem Albitium in Libro, cui Titulus: De inconstantia in Fide, cap. 37, num. 217, ubi ita scribit: Licet probe teneamus Catholicorum cum Haereticis Matrimonia omnino fugienda esse, et quantum in Nobis est, a Catholica Ecclesia procul arcere intendamus[1]. Nec minus aperte sententiam suam declaravit piae memoriae Praedecessor pariter Noster Clemens Papa XI in Literis die XXV Iunii Anni MDCCVI datis, et editis in Collectione ipsius Brevium, et Epistolarum Romae vulgata An. MDCCXXIV, ubi pag. 321 sic legitur: Maioris momenti esse existimamus, Ecclesiae Dei, Apostolicae Sedis, Praedecessorum Nostrorum, et Sacrorum Canonum, a Catholicorum cum Haereticis coniugio abhorrentium, regulas, nisi id totius Christianae reipublicae bonum exposcat, non transgredi, et in aliis Literis datis die XXIII Iulii Anni MDCCVII in eadem Collectione relatis pag. 391: Ecclesia siquidem ab huiusmodi coniugiis, quae plurimum deformitatis, nec parum spiritualis periculi praeseferunt, abhorret[2].
[1]. [Cf. Card. Albitius, De Inconstantia in fide, cap. 37, núm. 217].
[2]. [1707 07 23/1].
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§ 3.–Sed et Nostrum hac de re iudicium satis patere arbitramur ex Decretali Rescripto auctoritate Nostra edito, die IV Novembris Anni MDCCXLI, et impresso Tomo I, Bullarii Nostri, num. XXXIV, § 3[3], cuius verba sunt, quae sequuntur: Dolens in primis quam maxime Sanctitas Sua, eos esse inter Catholicos, qui insano amore turpiter dementati, ab hisce detestabilibus Connubiis, quae Sancta Mater Ecclesia perpetuo damnavit, atque interdixit, ex animo non abhorrent, et prorsus sibi abstinendum non ducunt, laudansque magnopere zelum illorum Antistitum, qui severioribus propositis spiritualibus poenis, Catholicos coercere student, ne sacrilego hoc vinculo sese Haereticis coniungant; Episcopos omnes, et Vicarios Apostolicos, Parochos, Missionarios, et alios quoscumque Dei et Ecclesiae fideles Ministros in iis partibus, Hollandiae videlicet, et Belgii, degentes, serio graviterque hortatur, et monet, ut Catholicos utriusque sexus ab huiusmodi nuptiis in propriarum animarum perniciem ineundis, quantum possint, absterreant, easdemque nuptias omni meliori modo intervertere, atque efficaciter impedire satagant; et quae paulo post subiecta sunt, ubi de iam contracto Catholicae partis cum altera Haeretica connubio haec habentur: Id vero debere sibi potissime in animum inducere Coniugem Catholicum, sive virum, sive foeminam, ut pro gravissimo scelere, quod admisit, poenitentiam agat, ac veniam a Deo precetur, coneturque pro viribus alterum Coniugem a vera Fide aberrantem, ad gremium Catholicae Ecclesiae pertrahere, eiusque animam lucrari; quod porro ad veniam de patrato crimine impetrandam opportunissimum foret, sciens de caetero, ut mox dictum est, se istius Matrimonii vinculo perpetuo ligatum iri.
[3]. [1741 11 04/3-5].
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§ 4.–His autem veluti fundamentalibus Apostolicae Sedis regulis, eiusdem agendi ratio constanti usu recepta apprime respondet. Nam quoties ipsam adiri contingit, sive pro obtinenda simplici facultate contrahendi Matrimonium inter personas, quarum altera haeresim profitetur, sive praeterea pro obtinenda simul dispensatione super aliquo gradu, aliove canonico impedimento, quod inter Contrahentes intercedat: neque licentia, neque dispensatio conceditur, nisi hac expressa lege, seu conditione adiecta, nimirum abiurata prius Haeresi[4]. Quin etiam recolendae memoriae, Praedecessor Noster Innocentius Papa X ulterius progrediens, iussit, et cavit, ne Dispensationes huiusmodi omnino concederentur, nisi per authentica documenta prius doctum esset, Haereticam labem a contrahente Heterodoxo eiuratam fuisse; quod testatum reliquit laudatus Cardinalis Albitius Congregationis Universalis Inquisitionis tunc temporis Assessor, in supracitato Tractatu de Inconstantia in Fide, cap. 18, num. 44. Praefatus vero Praedecessor Clemens XI, in Congregatione Sancti Officii, coram se habita die XVI Iunii Anni MDCCX mandavit inhiberi per Literas Archiepiscopo Mechliniensi, ne ullas omnino licentias, aut dispensationes impertiretur pro Matrimoniis inter contrahentem Catholicum, et alterum Haereticum celebrandis, nisi abiuratio haeresis reipsa praecessisset; Theologos autem, qui contra huiusmodi praxim opinati fuerant, acriter admonendos decrevit, quemadmodum memoriae prodidit bonae memoriae Vincentius huius Sanctae Romanae Ecclesiae Cardinalis Petra nuncupatus in suo Commentario ad Constitutionem XII Ioannis XXII, ipsius operis Tom. 4, pag. 76, num. 14[5].
[4]. [Cf. Card. Albitius, De Insconstantia in fide, cap. 18, n. 44].
[5]. [Cf. V. PETRA, Commentaire sur la XIIème Constitution de Jean XXII (Oeuvres, t. IV, p. 76)].
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§ 5.–Quod si nonnulla inveniantur exempla Romanorum Pontificum, qui aut licentiam contrahendi Matrimonium, aut etiam dispensationem super impedimento aliquo concesserunt, non adiecta condicione de abiuranda prius Haeresi, rarissimas primum omnium dicimus huiusmodi concessiones fuisse, et quidem plerasque earum pro Matrimoniis inter Supremos Principes contrahendis, nec nisi gravissima urgente causa, eaque ad publicum bonum pertinente, factas fuisse, insuper adiectas semper fuisse opportunas cautelas, tum ne Coniux Catholicus ab Haeretico perverti posset, quin potius ille teneri se sciret ad hunc pro viribus ab errore retrahendum; tum etiam, ut proles utriusque sexus ex eo Matrimonio procreanda, in Catholicae Religionis sanctitate omnino educaretur. Deinde vero facile est agnoscere, in istiusmodi concessionum genere nullum errandi locum Executoribus suppetere, nisi ipsi aliqua in re scienter, et data opera officio deesse velint. Denique ex hactenus dictis aperte constat, in omnibus casibus, quibus facultates, aut dispensationes ab Apostolica Sede petantur pro Matrimoniis a Catholico viro, aut Muliere, cum Haeretica Foemina, aut Viro contrahendis, eandem Apostolicam Sedem, ut supra diximus, huiusmodi Matrimonia, nisi Haeresis abiuratio praecedat, et semper improbasse, ac damnasse, et nunc quoque abominari, et detestari.
[CICF 2, 146-148]