[0191] • PÍO VI, 1775-1799 • MATRIMONIOS CONTRAÍDOS ANTE LA AUTORIDAD CIVIL (EN TIERRAS DE INFIELES)
De la Instrucción Dalla risposta, de la Sagrada Congregación para la Propagación de la Fe, al Vicario Apostólico de Constantinopla (Turquía), 1 octubre 1785
1785 10 01 0001
[1.–] De la respuesta dada a las cinco preguntas por el Vicario de los armenios, queda claro que dentro de esos armenios se pueden distinguir tres clases, según se presentan ante el juez turco para contraer matrimonio. Algunos van allí para tomar concubina; éstos no intentan celebrar contrato de matrimonio, sino encubrir de ese modo su lujuria. Otros se presentan ante el ministro turco para hacer una simple declaración de un matrimonio ya contraído o a punto de contraerse, pero no tratan de contraer entonces un verdadero matrimonio, aunque usen palabras de presente. Otros, finalmente, comparecen también ante el mismo juez para tomar una mujer como verdadera esposa, la cual no se la concedió quizás la Iglesia por razón de algún impedimento impediente; pero no sabiendo éstos que su matrimonio celebrado de ese modo ante el ministro turco pueda ser un verdadero y válido matrimonio, si bien ilícito, no pueden intentar contraerlo, aunque tengan voluntad de ello, y creen que contraen más bien un concubinato; pero si conocieran la suficiencia de este acto para contraer verdadero matrimonio, tratarían sin duda de contraerlo.
Ésta es la esencia de las dudas, sacadas de las palabras mismas de la respuesta de Misirli, a las que la S. C. ha respondido que:
Respecto a la primera clase de los matrimonios contraídos ante el juez turco, son nulos e inválidos, porque la voluntad de los contrayentes y su consentimiento están dirigidos sólo al concubinato y hablan de celebrar matrimonio tan sólo para cubrir bajo ese nombre su incontinencia. Y en el caso de que esta intención hubiese quedado oculta en la mente de uno de los contrayentes, que se hubiera comportado en todos los actos externos como si hubiese querido celebrar un verdadero matrimonio y de este modo hubiese engañado con astucia y fraude al otro cónyuge, en este caso –si no puede tenerse prueba legítima del fraude y engaño–, aunque el matrimonio pueda ser nulo en el fuero interno, no se deberá formar el mismo juicio en el fuero externo. Por tanto el Vicario General, cuando suceda este caso, estará obligado a decidir sobre uno de estos matrimonios contraídos con intención fingida y con ánimo de tomar concubina y no esposa –estará obligado, dije– a examinar bien las circunstancias del hecho, y a no dar fe solamente a las afirmaciones del cónyuge engañador, especialmente si la mujer era totalmente ignorante del engaño; y deberá obligarlo a perseverar en el matrimonio, y a renovar el consentimiento necesario interno, ya que está obligado bajo pecado mortal a dar de nuevo su consentimiento y a realizar un verdadero matrimonio, como enseñan en este caso todos los teólogos, y como reclama el deber.
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[2.–] En cuanto a los de la segunda clase, los que se presentan ante el juez turco, pero no quieren contraer entonces verdadero matrimonio, aunque usen palabras de presente, sino tratando de contraerlo después, si es que no lo han contraído antes, el Vicario Apostólico deberá verificar la circunstancia de si el matrimonio ha sido contraído válidamente antes de presentarse ante el juez turco o bien debe contraerse enseguida. En el caso de que el matrimonio hubiese sido ya contraído válidamente antes, la comparecencia ante el juez turco, cuando se haga como un acto verdaderamente civil y para obedecer a las leyes del Principado, no está prohibida, como enseña Benedicto XIV en su Constitución 89, tom. I del Bulario, § 10(1), y no daña nada la validez del matrimonio ya celebrado; si después el matrimonio, o no hubiese sido contraído, o no lo hubiese sido válidamente, como al presentarse ante el juez turco, éstos no tienen intención entonces de contraer un verdadero matrimonio, así, faltándoles a éstos el verdadero e interno consentimiento y encontrándose solamente dispuestos a prestarlo cuando celebren el matrimonio, no pueden ser juzgados como esposos legítimos ni puede decirse que es válido su matrimonio. Pero en estos casos el Vicario Apostólico deberá también estar bien precavido para no dar fácilmente fe a las intenciones ocultas de los contrayentes, cuando por los actos exteriores resulta lo contrario de lo que afirman.
1. Cf. CICF 1, 803-810 [1744 02 02/9-14].
1785 10 01 0003
[3.–] Finalmente en relación con los matrimonios de la tercera clase –los que tienen voluntad de tomar una verdadera esposa, y que están en el error de que para la validez del matrimonio no es suficiente con presentarse ante el Juez turco, lo que de haberlo sabido (la suficiencia de este acto para contraer matrimonio) hubieran ciertamente hecho, la S. C., coherentemente con aquel escrito dado el día 19 de abril de 1783 respecto a un matrimonio semejante, de una mujer armenia, ha decidido que estos matrimonios sean válidos cuando no tenga lugar allí otro cualquier impedimento canónico, ya que, según las circunstancias del caso propuesto, no puede dudarse de la existencia del verdadero, legítimo, interno y recíproco consentimiento de los contrayentes. El error de que no pueden contraer válido matrimonio ante el juez turco, no puede hacerlo nulo, ya que no concierne ni pertenece a la esencia del matrimonio y no quita la voluntad precedente de quien quería celebrarlo, sino que recae solamente sobre su forma y solemnidad y por eso no puede hacerlo inválido. En efecto, en el matrimonio, como en los otros contratos, cuando el error es concomitante y no influye sobre la esencia de la cosa que se quiere sino sobre sus cualidades accidentales, permanece válido el contrato. Y ni siquiera obsta a la validez de tales matrimonios la opinión establecida en la nación armenia de que no puede contraerse matrimonio ante el ministro turco, sino que es menester celebrarlo ante la Iglesia y con la bendición sacerdotal. Esta opinión no es constante, no es tampoco común en toda la nación, y los eclesiásticos que han estudiado teología saben pensar de otra manera, como lo afirma el mismo Vicario Misirli en su respuesta. Además esa opinión no está atestiguada por ningún canon sinodal armenio, no está aprobada por la Sede Apostólica, sino que más bien proviene de la ignorancia de los armenios, los cuales no distinguen el matrimonio inválido del ilícito.
1785 10 01 0001
[1.–] Dalla risposta ai cinque quesiti fatta dal Vicario degli armeni, si è rilevato, che in tre classi si posson dividere quegli armeni, i quali si presentano avanti il giudice turco per contrarre il matrimonio. Alcuni vi vanno per prendere una concubina, e questi non possono intendere di celebrare il contratto del matrimonio, ma di paliare in tal guisa la loro libidine. Altri si presentano al ministro turco per fare una semplice dichiarazione del matrimonio già contratto, oppure da contrarsi in breve, ma non intendono di contrarre allora un vero matrimonio, benchè usino verba da praesenti. Altri finalmente compariscono pure innanzi al medesimo giudice, per prendere una donna per vera moglie, quale non è stata talvolta loro accordata dalla Chiesa per motivo di qualche impedimento impediente: ma non sapendo questi tali, che il loro matrimonio celebrato in tal guisa avanti il ministro turco, possa essere un vero e valido matrimonio, sebbene illecito, non possono intendere di contrarlo, sebbene ne abbiano la volontà, e si credono piuttosto di contrarre un concubinaggio; ma se sapessero la sufficienza di questo loro atto a contrarre il matrimonio vero, intenderebbero senz’altro di contrarlo. Questa è la sostanza del dubbii tratta dalle stesse parole della risposta del Missirli, a cui la S. C. ha riposto, che i matrimonii contratti da quei della prima classe avanti il giudice turco sono nulli ed irriti, perchè la volontà dei contraenti, ed il loro consenso è diretto al solo concubinato, e intanto esternamente dicono di celebrare il matrimonio, in quanto che vogliono con questo colore ricoprire la loro incontinenza. Ma se per avventura questa intenzione fosse stata occulta nella mente di un solo dei contraenti, il quale si fosse diportato in tutti gli atti esterni, come se avesse voluto celebrare un vero matrimonio, e in tal guisa avesse con astuzia e con frode ingannato l’altro coniuge, in questo caso se della frode e dell’inganno non può aversi legittima prova, quantunque il matrimonio possa esser nullo nel foro interno, non si dovrà però formare l’istesso giudizio nel foro esterno. Sarà pertanto obbligato il Vicario Ap. quando avvenga il caso di dover decidere sopra uno di tali matrimonii contratti con finta intenzione e con animo di prendere una concubina e non una moglie, sará obbligato, dissi, di bene esaminare le circonstanze del fatto, e di non prestar fede alle sole assertive del coniuge ingannatore, specialmente se la donna era affatto ignara dell’inganno; e dovrà obbligarlo a perseverare nel matrimonio, e rinnovare l’interno necessario consenso; imperocchè sub mortali de novo consentire et verum matrimonium efficere tenetur, come ne insegnano tutti i teologi, e come richiede il dovere.
1785 10 01 0002
[2.–] Per gli altri della seconda classe, che si presentano innanzi al giudice turco, ma non vogliono contrarre allora vero matrimonio, benchè usino verba de praesenti, intendendo di contrarlo dopo, se non l’hanno contratto prima, si dovrá dal Vicario Apostolico verificare la circonstanza, se il matrimonio sia stato contratto validamente prima di presentarsi avanti il giudice turco, oppure se si debba contrarre in appresso. Nel caso che il matrimonio fosse già stato contratto validamente prima, la comparsa avanti il giudice turco, quando si faccia per un atto veramente civile, e per ubbidire alle leggi del Principato, non è proibita, come insegna Benedetto XIV nella sua Costituzione LXXXIX, tom. I Bullarii, § 10 (1) e niente nuoce alla validità del matrimonio già celebrato; se poi il matrimonio o non fosse stato contratto, o non lo fosse validamente, siccome, quando costoro si presentano innazi al giudice turco, non hanno intenzione di contrarre allora un vero matrimonio, cosi, mancando in essi il vero ed interno consenso, e trovandosi soltanto disposti a prestarlo allora quando celebreranno il matrimonio, non possono riputarsi per legitimi sposi, nè può dirsi valido il loro matrimonio.
Ma dovrà anche per questi star bene avveduto il Vicario Ap. a non prestar così facilmente fede alle intenzioni occulte dei contraenti, quando per gli atti esteriori risulti il contrario di quel che asseriscono.
1. Cf. CICF 1, 803-810 [1744 02 02/9-14].
1785 10 01 0003
[3.–] Per gli altri finalmente della terza classe, i quali hanno volontà di prendere una vera moglie, ma sono nell’errore, che non sia sufficiente al valore del matrimonio di presentarsi innanzi al giudice turco, ma se sapessero la sufficienza di questo loro atto a contrarre il matrimonio vero, intenderebbero senz’altro di contrarlo, la S. C. coerentemente a quel tanto, che a lui fu scritto il dì 19 aprile 1783, rapporto ad un matrimonio consimile di una donna armena, ha deciso, che questi matrimonii siano validi, quando non v’intervenga qualche altro canonico impedimento. Imperocchè secondo le circonstanze del caso proposto, non può dubitarsi del vero, legittimo, interno e reciproco consenso dei contraenti. Il loro errore di non potersi contrarre validamente il matrimonio avanti il giudice turco, non può renderlo nullo; imperocchè non concerne, nè appartiene alla sostanza del matrimonio, e non toglie la precedente volontà di chi volea celebrarlo, ma cade solamente nella sua forma e solennità, e così non può renderlo invalido, giacchè si nel matrimonio, come negli altri contratti, quando l’errore è concomitante, e non influisce sull’essenza della cosa che si vuole, ma sulle sue qualità accidentali, rimane il contratto valido. E neppure osta alla validità di tali matrimonii l’opinione invalsa presso la nazione armena, che non possa un matrimonio contrarsi avanti il ministro turco, ma faccia di mestieri di celebrarlo avanti la Chiesa, e con la benedizione sacerdotale. Questa opinione non è constante, non è nè tampoco comune presso tutta la nazione, e gli ecclesiastici che hanno studiato teologia, sanno pensare diversamente, come l’afferma lo stesso Vicario Missirli nella sua risposta. Inoltre non è questa opinione corredata da verun canone sinodale armeno, non è approvata dalla Sede Apostolica, ma piuttosto deriva dall’ignoranza degli armeni, i quali non distinguono il matrimonio invalido dall’illecito.
[CICF 7, 161-162]