[0250] • PÍO IX, 1846-1878 • PRIVILEGIO PAULINO
De la Instrucción Delata sunt, del Santo Oficio, 20 junio 1866
1866 06 20 0008
[8.–] Es un principio muy conocido que el matrimonio celebrado por un hombre con una mujer –siendo los dos infieles–, mientras vive la otra con la que anteriormente se había casado, es nulo y sin efectos, tanto por la ley divina como por la natural. De aquí que, cuando conste que el marido –infiel– tuvo el propósito de contraer un verdadero matrimonio –no un simple contubernio– con la primera mujer a que se unió, y que a este matrimonio no se le oponía ningún otro impedimento de derecho natural, se debe tener a la primera mujer por justa y legítima esposa; y a todas las demás con las que se unió posteriormente –sin haber muerto todavía la primera– por adúlteras y concubinas. El polígamo debe, pues, retener a la primera mujer, ya que sólo ella es la verdadera y legítima esposa; y a las demás despedirlas como adúlteras y concubinas.
Y esta obligación que nace de la ley divina y natural, no sólo no deja de existir al convertirse el polígamo, sino que, por el contrario, se refuerza mucho, hasta tal punto que en manera alguna es lícito bautizar al polígamo que no está de acuerdo y dispuesto a cumplir la citada obligación.
En un solo caso cesa esta obligación y el polígamo convertido a la religión cristiana queda en libertad para disolver el vínculo conyugal de la primera y única esposa legítima y contraer otras nupcias con la mujer cristiana que él mismo elija: cuando puede haber lugar al privilegio en favor de la fe concedido por Cristo el Señor y promulgado por el Apóstol Pablo. Pero éste es el alcance del privilegio Paulino: que el matrimonio celebrado y consumado por infieles cuando están en la infidelidad se disuelve en el caso de que, al convertirse a la fe uno de los cónyuges, el otro no está dispuesto ni a convertirse, ni a cohabitar sin ofensa del Creador. Queda claro por tanto 1) que este privilegio pertenece sólo al marido verdadero y legítimo respecto de la verdadera y legítima esposa, y viceversa. 2) Que el cónyuge convertido no puede usar de este privilegio a no ser cuando ha recibido el bautismo y una vez que se ha hecho debidamente al otro cónyuge la interpelación sobre si está dispuesto a abrazar la verdad evangélica y a permitir cohabitar pacíficamente. 3) Que en manera alguna tiene lugar este privilegio, si los dos legítimos cónyuges se convierten simultáneamente a la fe. Y por lo que hace a la interpelación hay que tener en cuenta, además, dos cosas: primera, que la Sede Apostólica concede a los polígamos infieles, que juntamente con una de sus concubinas abrazan la religión cristiana, el tener tan sólo la obligación de interpelar sobre la disposición de convertirse; segunda, la autoridad de la misma Sede Apostólica puede dispensar a cualquier infiel convertido a la fe de la necesidad de hacer esas dos interpelaciones, cuando de hecho no puedan hacerse o se juzguen enteramente inútiles, según lo que se dice en Benedicto XIV, lib. 13, cap. 21, de Synodo Dioecesana[1].
[1]. [BSyn 2, 185].
1866 06 20 0008
[8.–] Exploratissimum principium est, matrimonium infidelitatis tempore a viro cum femina celebratum, vivente alia cum qua anteriori se coniugio obstrinxerat, nullum et irritum esse tum lege divina tum naturali. Hinc ubi constet virum infidelem voluisse verum matrimonium, non simplex contubernium inire cum prima, quam accepit, muliere, nec ullum huic matrimonio obstitisse iuris naturalis impedimentum, prima illa mulier habenda est pro iusta ac legitima uxore; omnes autem aliae quibus, illa non adhuc morte sublata, vir postea nupserit, pro adulteris et concubinis. Debet igitur polygamus uxorem tempore priorem, quae sola iusta ac legitima uxor est, retinere; ceterasque tamquam adulteras et concubinas dimittere. Atque haec obligatio a lege divina et naturali dimanans, nedum per polygami conversionem relaxetur, magis e contrario magisque urget; ita ut nullo modo liceat baptizare polygamum qui ad praedictam obligationem implendam minime promptum ac paratum se exhibeat. Uno tantum casu cessat haec obligatio, et liberum fit polygamo ad christianam religionem converso vinculum coniugale dissolvere prioris soliusque legitimae uxoris, et alias contrahere nuptias cum femina christiana quam ipse maluerit, quando nimirum locus esse potest privilegio in favorem fidei a Christo Domino concesso et a Paulo Apostolo promulgato. Ea vero est privilegi Paulini vis ut matrimmonium ab infidelibus in statu infidelitatis initum et consummatum solvatur cum, altero coniugum ad fidem converso, alter neque converti vult, neque sine contumelia Creatoris cohabitare consentit. Patet proinde 1. hoc privilegium competere dumtaxat vero legitimoque marito erga veram legitimamque uxorem, et viceversa; patet 2. non posse coniugem conversum hoc privilegio frui nisi post susceptum baptisma, et post interpellationem alteri coniugi rite factam de evangelica veritate amplectenda, et pacifica cohabitatione permittenda; patet 3. nullum huic privilegio esse posse locum, si ambo simul legitimi coniuges ad fidem convertentur. Quod autem pertinet ad interpellationem, duo praeterea adnotanda sunt: primum, polygamis infidelibus christianam religionem amplectentibus simul cum una ex concubinis suis concedi ab Apostolica Sede ut tantummodo circa conversionis propositum interpellare teneantur; al terum, cum infidelibus quibuscumque ad fidem conversis posse ex eiusdem Apostolicae Sedis auctoritate dispensari ut interpellationem utramque omittant, quoties haec aut fieri reipsa nequeat, aut, si fieret, nullius utilitatis fore reputetur, iuxta quae a s. Bened. XIV, lib. 13, cap. 21, de Synodo dioecesana traduntur [1].
[CICF 4, 278]
[1]. [BSyn 2, 185].