[0290] • LEÓN XIII, 1878-1903 • COMPETENCIA DE LA IGLESIA EN MATERIA MATRIMONIAL
De la Alocución In Litteris Nostris, en el Consistorio, 18 marzo 1895
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[1.–][...] La ley ha instituido el llamado matrimonio “civil”; ha concedido la facultad de divorciarse; ha prohibido la celebración del matrimonio católico, antes de que se cumpla la ceremonia civil.
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[2.–] Los obispos, cumpliendo con su deber, han empleado todos los medios posibles, han ensayado todos los recursos, para ahorrar a la Iglesia y a la nación tan grande mal; el clero ha colaborado con los obispos en esta misma tarea; todos los miembros de una y otra Cámara que desean la conservación de la fe de sus antepasados han actuado vigorosamente. Pero han sido vanos estos esfuerzos de todos en favor de una causa sumamente justa y santa. Han triunfado los que desde hace tiempo trabajan en alterar las costumbres públicas, y en precipitar la vida de Hungría hacia los escollos de estas novedades.
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[3.–][...] Las personas a quienes esto principalmente corresponde deben considerar cuán calamitoso es, y contrario a la justicia, el querer imponer a una nación católica una forma de matrimonio cien veces condenada por la Iglesia. Los jefes de Estado tienen competencia y derecho para reglamentar los efectos civiles que se derivan de los matrimonios. Pero a la Iglesia es a quien corresponde dictaminar sobre el vínculo conyugal, por la sencilla razón de que Cristo Nuestro Señor confirió este poder a su Iglesia, elevando el matrimonio desde la categoría de oficio de la naturaleza y de contrato natural a la calidad de sacramento. Apenas hará falta recordar el dogma cristiano de la unidad y perpetuidad del matrimonio. Con la desaparición de esta unidad y perpetuidad, desaparece el principal fundamento sobre el cual Jesucristo ordenó que se cimentara la familia y la ciudad: Él, que vino a perfeccionar tanto a la una como a la otra. A nadie es lícito oponerse a esta voluntad divina.
[EM, 236-237]
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[1.–][...] Ratum lege matrimonium, quod civile vocant: permissa divortiorum facultas: iussum, nuptias mire more catholico licere, sed civili ritu antea perfunctis.
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[2.–] Omnia profecto, ut debuerant, experti ac periclitati Episcopi sunt ut ab Ecclesia, a civitate tantum mali defenderent: elaboravit eodem proposito cum Episcopis Clerus: sedulam dedere operam quotquot ex utroque legumlatorum ordine salvam volunt acceptam ab avis et maioribus fidem. Quibus tamen omnibus frustra insumptus est pro caussa iustissima sanctissimaque labor: plus ii valuere, qui civicos profanare mores, remque Hungaricam in anfractus compellere rerum novarum iamdiu connituntur.
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[3.–][...] Videant, qui maxime debent, illud quam sit calamitosum iustitiaque alienum, formam ineundi matrimonii catholicae genti prae scribere, centies Ecclesiae iudicio damnatam. Quas res coniugia pariunt in genere civili, de iis rectum est cognoscere ac decernere, qui praesunt reipublicae: contra de ipso statuere maritali vinculo, muneris Ecclesiae est: propterea quod Christus Dominus eam Ecclesiae suae contulit potestatem, cum nuptias ex officio naturae naturalique contractu in Sacramenta transtulisset. Vix autem attinet christianum dogma recordari de ipsius unitate et perpetuitate coniugii: quibus sublatis, fundamentum illud praecipuum tollitur, in quo familiam civitatemque christianam restitutor ac perfector utriusque Iesus Christus iussit consistere. Cui quidem voluntati divinae, nulli hominum licet impune repugnare.
[Leonis XIII Acta 15, 73-75]