[0471] • PÍO XII, 1939-1958 • CONDICIONES MATERIALES DEL HOGAR
De la Alocución Voyez, Messieurs, a los Delegados de la Oficina Internacional del Trabajo, 25 marzo 1949
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[2.–] Efectivamente, por una parte, hemos manifestado muchas veces nuestra preocupación por la urgente y angustiosa necesidad de procurar a miles, millones de individuos y de familias un alojamiento que les asegure un mínimum de higiene y de bienestar, de dignidad y de moralidad. Es decir, que a Nuestros ojos la obra de la construcción es de primerísima importancia.
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[5.–] La economía moderna, tan celebrada, tan orgullosa del producir cada vez más y cada vez mejor, cada vez más barato, no ha llegado, sin embargo, todavía a satisfacer esta necesidad real del hombre, y, sobre todo, la familia. Necesidad real y no ficticia, como se querría a veces insinuar, como si se la pudiera satisfacer ya con los tugurios de los primitivos nómadas, ya con el pisito elegante dotado de todo confort moderno, pero donde no hay sitio para el niño.
Si pues, la industria de la construcción contribuye a estimular la economía moderna hacia una producción destinada a satisfacer las necesidades primordiales del hombre, en lugar de dejarse determinar por el movimiento accidental de los precios, habrá merecido bien su título de obra social, porque habrá conducido de nuevo la economía misma desde las desviaciones de una competencia desorientada hasta el camino llano de la colaboración en un orden verdaderamente social.
[EM, 540-541]
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[2.–] D’une part, en effet, Nous avons souvent manifesté Notre préoccupation touchant le besoin urgent, angoissant, de procurer à des milliers, à des millions d’individus et de familles des logements, qui leurs assurent un minimum d’hygiène et de bien-être, de dignité, de moralité. C’est dire que, à Nos yeux, l’oeuvre de la construction est de toute première importance.
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[5.–] L’économie moderne, si vantée, si fière de produire toujours plus, toujours mieux, toujours à meilleur marché, n’en est pourtant pas précisément arrivée á satisfaire ce besoin réel de l’homme, avant tout de la famille. Besoin réel et non factice, comme on semblerait parfois l’insinuer, comme si l’on pouvait se contenter soit du taudis des primitifs et des nomades, soit du petit réduit élégant, pourvu de tout le confort moderne, mais où il n’y a pas de place pour l’enfant. Si donc l’industrie de la construction contribue à aiguiller l’économie moderne vers une production destinée à satisfaire aux besoins primordiaux de l’homme, au lieu de se laisser déterminer par l’accidentel mouvement des prix, elle aura bien mérité son titre d’oeuvre sociale, car elle aura ramené l’économie elle-même des errements d’une concurrence désorientée à la voie plane de la collaboration dans un ordre vraiment social.
[DR 11, 19-20]