[0473] • PÍO XII, 1939-1958 • LA MUJER EN LA FAMILIA Y EN LA SOCIEDAD
De la Alocución Per quanto, a las Mujeres de Acción Católica Italiana, en el XL Aniversario de su fundación, 24 julio 1949
1949 07 24 0006
[6.–] Sin embargo, Nos sentimos inclinados a hablaros de esas cuestiones para recomendaros con renovado ardor las necesidades de la familia y de la juventud.
1949 07 24 0010
[10.–] Cada vez más altos y penetrantes resuenan en los cielos europeos y más allá de los mares los gritos de socorro por las infelices condiciones de la familia y de las generaciones jóvenes. Todos sabemos que en ello tiene una gran parte de culpa la guerra. Ésta es culpable, sobre todo, de la violenta y funesta separación de millones de esposos y de familias y de la destrucción de innumerables habitaciones.
1949 07 24 0011
[11.–] Pero es igualmente cierto que la verdadera y precisa razón de tan gran mal es todavía más profunda. Hay que buscarla en aquello que con un término comprensivo se llama materialismo, en la negación o al menos en el olvido y en el desprecio de todo lo que es religión, cristianismo, sumisión a Dios y a su ley, vida futura y eternidad. Como un aliento pestífero, el materialismo invade cada vez más todo ser y produce sus maléficos frutos en el matrimonio, en la familia y en los jóvenes.
1949 07 24 0012
[12.–] Y puede decirse que es unánime el juicio de que la moralidad de gran parte de la juventud está en continua decadencia. Y no sólo de la juventud de las ciudades. También de la de los pueblos en donde algún día florecía una sana y robusta pureza de costumbres, la degradación moral es muy poco inferior, mientras que todo lo que excita en las ciudades al lujo y al placer ha obtenido entrada libre hasta en las aldeas.
1949 07 24 0013
[13.–] Es superfluo recordar cuánto se ha usado y abusado de la radio y el cine para difusión de este materialismo y cuánto ellos han contribuido a aumentar la superficialidad, la mundanidad, la sensualidad de la juventud juntamente con los malos libros, las revistas ilustradas licenciosamente, los espectáculos vergonzosos, el baile inmoral y la inmodestia de las playas.
Las informaciones que llegan de las más diversas regiones señalan nuevas ocasiones para originar el abandono religioso y moral de los jóvenes. Pero en primer lugar es el responsable el desmoronamiento del matrimonio, a lo cual puede ser atribuido el relajamiento moral de la juventud, que es su índice y funesta consecuencia.
1949 07 24 0015
[15.–] No sabremos encontrar otros objetivos por los cuales la Iglesia debe empeñar todas sus fuerzas como por la salvación de la familia y de la juventud. Y por eso se fija especialmente en vosotras, mujeres y madres de familia. Vosotras habéis trabajado desde hace tiempo con este fin y lo habéis hecho objeto de vuestras discusiones. Las conclusiones de vuestro Congreso atestiguan vuestro noble y apostólico esfuerzo por poner los recursos de la sociedad doméstica cristiana a la altura de las circunstancias actuales.
1949 07 24 0016
[16.–] Por nuestra parte quisiéramos llamar vuestra atención sobre tres puntos:
1949 07 24 0017
[17.–] Primero. Digamos por adelantado que todo cuanto pueda contribuir a una sana política social para bien de la familia y de la juventud cristiana, puede contar siempre con el apoyo eficaz de la Iglesia.
1949 07 24 0018
[18.–] Lo que Nos hace dos años decíamos a los hombres de Acción Católica lo repetimos a vosotras. La Iglesia, desde luego, sostiene firmemente el avance de la justicia social.
1949 07 24 0019
[19.–] A estos avances pertenece el procurar al pueblo las viviendas necesarias. Ante todo para aquéllos que formen una familia o la han formado ya. ¿Se podrá concebir una previsión social de más urgencia? ¡Cuán penoso es ver a los jóvenes que han llegado a pensar en crear una familia y que deben esperar años y más años solamente a causa de la falta de viviendas con peligro de que en esta espera enervadora todos terminen por marchitarse moralmente! Debéis trabajar en cuanto esté de vuestra parte, con vuestra propaganda y vuestra acción, por la construcción de viviendas, de modo que la dignidad del matrimonio y la educación de los hijos no tengan nada que sufrir por la carencia de ellas.
1949 07 24 0020
[20.–] Bendecimos vuestras escuelas de economía doméstica y todo cuanto tiende a favorecer la instrucción y la formación de la mujer en el gobierno de la casa, en el atractivo del hogar y en el cuidado y educación de los hijos; todo lo que sirva para la preparación no solamente fisiológica, sino más aún, espiritual y social para el matrimonio; todo lo que dediquéis al pensamiento de la elección y al adiestramiento de la profesión futura, lo bendice la Iglesia.
No olvidéis que entre las vocaciones de la mujer está también la vocación religiosa, el estado de las vírgenes consagradas a Dios. Esta observación es hoy tanto más oportuna cuanto que en la justísima estima de la acción apostólica en el mundo podría a veces insinuarse, apenas perceptible, una sombra de naturalismo que velaría la belleza y el valor fecundo que yace en el fondo de la entrega total a Dios del corazón y de la vida.
El apostolado de la Iglesia apenas se puede concebir actualmente sin la cooperación de las religiosas en la obra de caridad, en la enseñanza, en la ayuda al ministerio sacerdotal y en las misiones. Pertenece, pues, a la mujer italiana el asegurar para Italia las vocaciones necesarias. Ya sabéis que su benéfico influjo refluye de muchas maneras de las vírgenes consagradas a Dios a las mismas familias cristianas.
1949 07 24 0021
[21.–] Segundo. Reconociendo toda la importancia de una sana política social para la salvación de la familia y de la juventud cristiana, sin embargo, esto no es más que un elemento preliminar. De otra manera, la familia en las clases socialmente elevadas no debería ser (como en realidad es) igual y acaso más expuesta a la decadencia que en las clases socialmente más bajas.
1949 07 24 0022
[22.–] El neoplasma de la familia y de la juventud es el languidecimiento de la fe y del temor de Dios, del sacrificio y de la buena conciencia, el infiltrarse el materialismo no sólo en el pensamiento y en el juicio, sino también en la práctica de la vida, aun en no pocos que quieren ser y permanecer fieles creyentes.
1949 07 24 0023
[23.–] Contra este mal no hay sino un remedio: firmeza de la fe en los padres, que con su ejemplo y con la instrucción religiosa y la educación moral engendren también en los hijos una fe inconmovible.
1949 07 24 0024
[24.–] ¡Firmeza en la fe! Por tanto, nada de superficialidades, nada de formas sin contenido ni de piedad por mero sentimentalismo. Los usos piadosos tradicionales en la familia cristiana, comenzando por el crucifijo y por las imágenes santas, deben ciertamente ser tenidos en el máximo honor. Pero ellos deben tener su verdadero sentido, y lo tendrán realmente si están fundados en una íntima fe sólida, en cuyo centro se encuentren las grandes verdades religiosas. ¡Qué inmenso valor tiene, por ejemplo, el pensamiento de la omnipresencia de Dios para el hombre practicante y creyente! ¡Qué incomparable ayuda para la educación de los hijos!
1949 07 24 0025
[25.–] ¡El ejemplo de los padres! ¿Quién no conoce su insustituible eficacia? La oración del padre y de la madre junto con los hijos; la concienzuda fidelidad a la santificación de las fiestas; el lenguaje respetuoso cuando se trate de la religión y de la Iglesia; calma y diligencia, honesta, leal, irreprensible conducta de vida.
1949 07 24 0026
[26.–] ¡La instrucción religiosa de los hijos! ¡Dulce oficio de la madre en los primeros años! Vosotras, madres, teníais entonces al niño en vuestras manos. Pero el tiempo que entonces se pierde difícilmente se podrá ganar del todo. En esto, ¡oh madres cristianas!, consiste vuestro éxito más prometedor, pero también vuestra responsabilidad más grande.
1949 07 24 0027
[27.–] Tercero. La educación moral de la juventud. Es de tal importancia, que, aunque está comprendida en los puntos precedentes, merece que se la considere aparte.
1949 07 24 0028
[28.–] En otros tiempos, la madre de familia, en cuanto veía despuntar en sus hijos los primeros síntomas de la adolescencia, redoblaba su vigilancia, para proteger su virtud en la crisis de la edad. Sentía calmarse sus inquietudes al verle mantenerse fiel a sus deberes religiosos, a la santificación de los domingos y de las fiestas.
1949 07 24 0029
[29.–] Hoy la observancia del precepto dominical no es ya una garantía segura para la conducta moral de la joven. Esta escisión entre la religión y la moralidad es bastante significativa, ya que aquellos dos elementos, si son genuinos, hacen una unidad indivisible. Sin duda ha habido siempre alguna falta moral, pero cuando la vida religiosa ha sido sana y firme, repercute en la conciencia personal y pública.
1949 07 24 0030
[30.–] También en esto no hay más que un remedio: poner ante los ojos del niño desde los primeros años los mandamientos de Dios y habituarle a cumplirlos. La juventud de hoy está no menos dispuesta y pronta que la de otros tiempos a obrar bien, a servir a Dios. Pero debe ser educada para esto.
1949 07 24 0031
[31.–] Oponed al ansia de lujo y de placer la educación en la sinceridad y en la sencillez. La juventud debe aprender de nuevo a dominarse y a afrontar las privaciones. No debe suceder que sea más gravosa para los padres con peticiones que éstos no pueden satisfacer. Sencillez y parsimonia han sido siempre virtudes propias del pueblo italiano y deben seguir siéndolo. La misma economía nacional lo exige.
1949 07 24 0032
[32.–] Educad a la juventud en la pureza; ayudadla cuando sea necesario con una palabra o con un consejo. No olvidéis, sin embargo, que una educación lo abarca todo. Habituad a la juventud al dominio de sí misma, pues esto es lo mejor que podéis conseguir en este terreno.
1949 07 24 0033
[33.–] Educadla en la obediencia y en el respeto hacia la autoridad. Esto es cosa fácil cuando el hombre se somete a Dios y reconoce el incondicional valor de sus mandamientos. Para el hombre incrédulo y que niega a Dios no puede existir autoridad verdadera, justa y ordenada, “porque no hay potestad que no provenga de Dios” (Rom 13, 1). El incrédulo no puede regir ni puede ser regido más que con el temor y la fuerza.
1949 07 24 0034
[34.–] Todas estas verdades son ciertamente elementales. Pero son las mismas que con excesiva frecuencia se olvidan y que necesitan por eso su renovación, y conseguir lo que nos proponemos solamente será posible si se cumplen estas exigencias fundamentales.
1949 07 24 0035
[35.–] Entregaos, amadas hijas, al trabajo, o proseguidlo animosamente con clara visión del fin hacia el que tendéis; la salvación del matrimonio cristiano, de la familia y de la juventud. Las fatigas y los riesgos a que os sometéis son realmente por la causa de Dios y de la Iglesia, al mismo tiempo que por los supremos intereses de vuestro pueblo y de vuestra patria. Porque es conocido el principio de que un pueblo en el que se disuelve el matrimonio y la familia, tarde o temprano está destinado a la ruina.
[AnPe 3 (1949), 103-105]
1949 07 24 0006
[6.–] E nondimeno Ci sentiamo spinti a parlarne di nuovo a voi, Donne di Azione Cattolica, per raccomandarvi con rinnovato calore i bisogni della famiglia e della gioventù.
1949 07 24 0010
[10.–] Sempre più alte e penetranti risuonano dal suolo europeo e dall’al di là dei mari le grida di soccorso per le infelici condizioni della famiglia e della giovane generazione. Che la guerra ne abbia una gran parte di colpa, è ben noto. Essa è colpevole soprattutto della violenta e funesta separazione di milioni di coniugi e di famiglie e della distruzione d’innumerevoli abitazioni.
1949 07 24 0011
[11.–] Ma è egualmente certo che la vera e propria cagione di così gran male è anche più profonda. Essa deve essere ricercata in quello che con un termine complessivo si chiama materialismo, nella negazione o almeno nella trascuratezza e nel disprezzo di tutto ciò che è religione, cristianesimo, sottomissione a Dio e alla sua legge, vita futura ed eternità. Come un alito pestifero il materialismo pervade sempre più tutto l’essere e produce i suoi più malefici frutti nel matrimonio, nella famiglia e nei giovani.
1949 07 24 0012
[12.–] È, si può dire, unanime il giudizio che la moralità di tanta gioventù è in continuo decadimento. E non soltanto della gioventù nelle città. Anche in quella delle campagne, ove un tempo fioriva una sana e robusta costumatezza, la degradazione morale è di poco inferiore, mentre molto di ciò che spinge nella città al lusso e al piacere ha ottenuto libera entrata anche nel villaggio.
1949 07 24 0013
[13.–] È superfluo il ricordare quanto la radio e il cinema sono stati usati ed abusati per la diffusione di quel materialismo, e quanto essi, il cattivo libro, la licenziosa rivista illustrata, lo spettacolo inverecondo, il ballo immorale, l’immodestia delle spiagge, hanno contribuito ad aumentare la superficialità, la mondanità, la sensualità della gioventù. I rapporti, che pervengono dalle regioni più diverse, segnalano quelle occasioni come centri di religioso e morale abbandono dei giovani. Ma in primo luogo è responsabile il disfacimento dei matrimoni, di cui l’abbassamento morale della gioventù può essere additato come indice e funesta conseguenza.
1949 07 24 0015
[15.–] Noi non sapremmo per quali scopi la Chiesa dovrebbe maggiormente adoperare tutte le sue forze quanto per la salvezza della famiglia e della gioventù. E per ciò essa fa assegnamento particolarmente su di voi, donne e madri cristiane. Voi avete già da molto tempo lavorato a questo fine e lo avete fatto oggetto delle vostre discussioni. I voti conclusivi del vostro Congresso attestano la nobile ed apostolica fatica nell’adeguare i bisogni della società domestica cristiana alle circonstanze presenti.
1949 07 24 0016
[16.–] Da parte Nostra vorremmo richiamare la vostra attenzione su tre punti:
1949 07 24 0017
[17.–] 1) Premettiamo che quanto può contribuire ad una sana politica sociale per il bene della famiglia e della gioventù cristiana può sempre contare sull’appoggio efficace della Chiesa.
1949 07 24 0018
[18.–] Ciò che Noi, due anni or sono, dicemmo agli Uomini di Azione Cattolica, lo ripetiamo a voi: La Chiesa cattolica sostiene fermamente le esigenze della giustizia sociale.
1949 07 24 0019
[19.–] Tra quelle esigenze appartiene il procurare al popolo le necessarie abitazioni. Innanzi tutto per coloro che vogliono fondare una famiglia o la stanno già fondando. Potrebbe concepirsi un provvedimento sociale più urgente? Quanto è penoso il vedere che giovani, nell’età in cui la natura più inclina al matrimonio, debbano aspettare anni ed anni soltanto a causa della mancanza di dimora, col pericolo che in questa snervante attesa essi alla fine moralmente avvizziscano! Promovete dunque, per quanto è da voi, con la vostra propaganda e la vostra azione, l’apprestamento di case, cosicchè la dignità del matrimonio e l’educazione cristiana dei figli non abbiano a soffrire per tale difetto.
1949 07 24 0020
[20.–] Noi benediciamo anche le vostre scuole di economia domestica, e in generale tutto ciò che tende a favorire l’istruzione e la formazione della donna per il governo della casa, per l’allestimento della propria dimora, per la cura e l’educazione dei figli; tutto ciò che serve alla preparazione, non solo fisiologica, ma tanto più spirituale e sociale, al matrimonio; tutto ciò che voi dedicate al pensiero della scelta e dell’addestramento alla futura professione. Non dimenticate però che tra le vocazioni della donna vi è anche la vocazione religiosa, lo stato della vergine consacrata a Dio. Questa osservazione è oggi tanto più opportuna perchè nella giustissima stima dell’azione apostolica in mezzo al mondo potrebbe talvolta insinuarsi, appena percettibile, un’ombra di naturalismo, che velerebbe la bellezza e il valore fecondo insito nel dono totale a Dio del cuore e della vita. L’apostolato della Chiesa oggi non è quasi più concepibile senza la cooperazione delle religiose nelle opere di carità, nella scuola, nell’aiuto al ministero sacerdotale, nelle missioni. Tocca quindi alle donne italiane di assicurare per l’Italia le vocazioni necessarie. Adoperatevi a suscitarle! Voi sapete già che il loro benefico effetto rifluisce in molteplici guise dalle vergini consacrate a Dio sulle stesse famiglie.
1949 07 24 0021
[21.–] 2) Se Noi riconosciamo tutta l’importanza di una sana politica sociale per la salvezza della famiglia e della gioventù cristiana, nondimeno essa non è ancora che un elemento preliminare. Altrimenti la famiglia nelle classi socialmente elevate non dovrebbe essere (com’è in realtà) egualmente, e forse anche più esposta a decadimento che in quelle socialmente più aggravate.
1949 07 24 0022
[22.–] Il neoplasma per la famiglia come per la gioventù è l’illanguidirsi della fede e del timor di Dio, della pietà e della coscienziosità, l’infiltrarsi del materialismo non solo nel pensiero e nel giudizio, ma altresì nella pratica della vita, anche in non pochi che vogliono essere e rimanere fedeli credenti.
1949 07 24 0023
[23.–] Contro questo male non vi è che un rimedio: fermezza di fede nei genitori, la quale con l’esempio e con la istruzione religiosa e la educazione morale genera anche nei figli una fede inconcussa.
1949 07 24 0024
[24.–] Fermezza di fede! Dunque nessuna superficialità, nessuna forma senza contenuto, e neanche pietà di puro sentimento. Le pie usanze, tradizionali nelle famiglie cristiane, a cominciare dal Crocifisso e dalle immagini sacre, debbono certamente essere tenute nel massimo onore. Ma esse hanno il loro vero senso soltanto se sono fondate sopra una intima salda fede, al cui centro si trovano le grandi verità religiose. Quale immenso valore ha, per esempio, il pensiero della onnipresenza di Dio per l’uomo attivo e credente, quale incomparabile sussidio per la educazione dei figli!
1949 07 24 0025
[25.–] L’esempio dei genitori! Chi non ne conosce la insostituibile efficacia? la preghiera del padre e della madre insieme coi figli, la coscienziosa fedeltà nella santificazione delle feste, il rispettoso linguaggio, quando si tratta della religione e della Chiesa, placidezza e diligenza, onesta, leale, irreprensibile condotta di vita.
1949 07 24 0026
[26.–] L’istruzione religiosa dei figli! È nei primi loro anni dolce officio della madre! Voi, madri, avete allora i bambini nelle vostre mani. Ma il tempo che si fosse allora perduto, difficilmente si potrebbe riguadagnare, e ciò che allora si è seminato nelle loro anime, difficilmente si potrebbe più cancellare del tutto. In questo consiste il vostro promettente successo, o madri cristiane, ma anche la vostra responsabilità.
1949 07 24 0027
[27.–] 3) La educazione morale della gioventù! È di una tale importanza che, sebbene compresa nei punti precedenti, merita di essere considerata a parte.
1949 07 24 0028
[28.–] Un tempo la madre di famiglia, quando vedeva spuntare nei figli i primi sintomi dell’adolescenza ed ella raddoppiava la sua vigilanza e le sue cure per proteggere la loro innocenza, per fortificare la loro virtù nella crisi dell’età, sentiva calmarsi le sue inquietudini nel vederli mantenersi fedeli ai loro doveri religiosi, alla santificazione delle domeniche e delle feste.
1949 07 24 0029
[29.–] Oggi l’osservanza del precetto festivo non è più una sicura garanzia per la condotta morale della giovane. Questa scissione della religione e della moralità è assai significativa. Poichè quei due elementi, se sono genuini, formano una indivisibile unità. Senza dubbio vi sono stati sempre falli morali. Ma quando la vita religiosa era sana e salda, martellava anche la coscienza, personale e pubblica.
1949 07 24 0030
[30.–] Anche qui non vi è che un rimedio. Tenete fin dai primi anni dinanzi agli occhi del bambino i comandamenti di Dio e abituatelo ad adempirli. La gioventù di oggi è, non meno di quella dei tempi passati, disposta e pronta ad agir bene e a servire Dio. Ma deve essere a ciò educata.
1949 07 24 0031
[31.–] Opponete alla brama del lusso e del piacere la educazione alla schiettezza e alla semplicità. La gioventù deve di nuovo imparare a dominarsi e ad affrontare le privazioni. Non deve accadere che essa sempre più gravi sui genitori con richieste, che a questi è impossibile di soddisfare. Semplicità di vita e parsimonia sono state in ogni tempo virtù proprie del popolo italiano. Esse debbono rimaner tali. La stessa economia nazionale lo esige.
1949 07 24 0032
[32.–] Educate la gioventù alla purezza. Aiutatela, quando una parola chiarificatrice, un consiglio, una guida sono necessari. Non dimenticate però che una buona educazione la quale abbracci tutta la vita, specialmente l’abitudine al dominio di sè, è anche la miglior formazione in questo campo.
1949 07 24 0033
[33.–] Educatela all’obbedienza e al rispetto verso l’autorità. Facile cosa questa, quando l’uomo si sottomette a Dio e riconosce l’incondizionato valore dei suoi comandamenti. Per l’incredulo, per il negatore di Dio, non può esistere alguna vera, giusta e ordinata autorità, perchè “non è potestà se non da Dio” (1). Esso non può reggere nè essere retto che col timore e con la forza.
1. Rom. 13, 1.
1949 07 24 0034
[34.–] Tutte queste sono certamente verità elementari. Ma esse precisamente sono troppo spesso trascurate e neglette. Eppure il risanamento può venire soltanto se quelle fondamentali esigenze sono fedelmente adempiute.
1949 07 24 0035
[35.–] Andate dunque, dilette figlie, al lavoro o piuttosto proseguitelo alacremente con una chiara visione del fine a cui tendete: la salvezza del matrimonio cristiano, della famiglia e della gioventù. Le fatiche e i cimenti, a cui sottostate, sono veramente per la causa di Dio e della Chiesa, al tempo stesso che per i supremi interessi del vostro popolo e della vostra patria. Poichè vale il principio: Un popolo, in cui il matrimonio e la famiglia si dissolvono, è destinato prima o dopo alla rovina.
[AAS 41 (1949), 415-421]