[0485] • PÍO XII, 1939-1958 • EL SANTO ROSARIO EN FAMILIA
De la Encíclica Ingruentium malorum –sobre el rezo del rosario–, 15 septiembre 1951
1951 09 15 0008
[8.–] Y es Nuestro deseo especial que sea en el seno de las familias donde la práctica del santo Rosario, poco a poco y doquier, vuelva a florecer, se observe religiosamente y cada día alcance mayor desarrollo. Pues vano será, ciertamente, empeñarse en buscar remedios a la continua decadencia de la vida pública, si la sociedad doméstica –principio y fundamento de toda la humana sociedad– no se ajusta diligentemente a la norma del Evangelio. Nos afirmamos que el rezo del santo Rosario en familia es un medio muy apto para conseguir un fin tan arduo. ¡Qué espectáculo tan conmovedor y tan sumamente grato a Dios cuando, al llegar la noche, todo el hogar cristiano resuena con las repetidas alabanzas en honor de la augusta Reina del Cielo! Entonces el rosario, recitado en común, ante la imagen de la Virgen, reúne, con admirable concordia de ánimos a los padres y a los hijos que vuelven del trabajo diario; además, los une piadosamente con los ausentes y con los difuntos; finalmente, liga a todos más estrechamente con el suavísimo vínculo del amor a la Virgen Santísima, la cual, como amantísima Madre rodeada por sus hijos, escuchará benigna, concediendo con abundancia los bienes de la unidad y de la paz doméstica. Así como el hogar de la familia cristiana, ajustada al modelo de la de Nazaret, se convertirá en una terrenal morada de santidad y casi en un templo, donde el santo rosario no sólo será la peculiar oración que todos los días se eleve hacia el cielo en olor de suavidad, sino que también llegará a ser la más eficaz escuela de la vida y de las virtudes cristianas. En efecto: la contemplación de los divinos misterios de la Redención será causa de que los mayores, al considerar los fúlgidos ejemplos de Jesús y de María, se acostumbren a imitarlos cotidianamente, recibiendo de ellos el consuelo en la adversidad y en las dificultades, y de que, movidos por ello, se sientan atraídos a aquellos tesoros celestiales que no roban los ladrones ni roe la polilla3, y de tal modo grabará en las mentes de los pequeños las principales verdades de la fe que en sus almas inocentes florecerá espontáneamente el amor hacia el benignísimo Redentor, cuando, al reverenciar –siguiendo el ejemplo de sus padres– a la majestad de Dios, ya desde su más tierna edad aprendan el gran valor que junto al trono del Señor tienen las oraciones recitadas en común.
1. Luc. 12, 33.
1951 09 15 0011
[11.–] Roguemos todos a la poderosísima Madre de Dios para que, movida por las voces de tantos hijos suyos, nos obtenga de su Unigénito el que cuantos por desgracia se hallan desviados del sendero de la verdad y de la virtud, se vuelvan a ésta por la conversión; el que felizmente cesen los odios y las rivalidades que son la fuente de toda clase de discordias y desventuras; el que la paz, aquella paz que sea verdadera, justa y genuina, vuelva a resplandecer benigna así sobre los individuos y sobre las familias, como sobre los pueblos y sobre las naciones; el que, finalmente, asegurados los debidos derechos de la Iglesia, aquel benéfico influjo derivado de ella, al penetrar sin obstáculos en el corazón de los hombres, en las clases sociales y en la entraña misma de la vida pública, aúne la familia de los pueblos con fraternal alianza, y la conduzca a aquella prosperidad que regule, defienda y coordine los derechos y los deberes de todos sin perjudicar a nadie, siendo cada día mayor por la mutua unión y por la común colaboración.
[EyD, 1644-1646]
1951 09 15 0008
[8.–] At peculiari modo Nostris in optatis est, ut intra domestica septa eius usus passim ubique refloreat, religiose custodiatur, novisque vigeat incrementis. Frustra enim civilis consociationis sortibus collabentibus mederi contenditur, nisi domestica societas, totius humanae convictionis principium atque firmamentum, ad Evangelii normam diligenter componatur. Huic arduo persolvendo muneri, domesticam Rosarii consuetudinem peraptam asseveramus. Quam suave, acceptissimumque Deo spectaculum, cum, decedente die, iteratis in augustam Caeli Reginam laudibus, christiana personat domus! Tunc communis huismodi precatio parentes ac liberos, a diurnis operibus recedentes, ante Virginis effigiem mira animorum concordia inter se congregat; eos deinde pie coniungit cum absentibus, cum vita functis; omnes tandem suavissimo amoris vinculo arctius Beatissimae Mariae devincit, quae, ut amantissima mater in corona filiorum, praesens aderit, unitatis et pacis domesticae munera affluenter impertiens. Tunc christianae famillae domus, ad exemplar Nazarethanae Familiae conformatae, terrestre sanctimoniae domicilium ac veluti aedes sacra fiet, in qua Mariale Rosarium non tantum erit peculiaris orandi forma cotidie ad Cae lum in odore suavitatis ascendens, sed efficientissima quoque christianae disciplinae christianaeque virtutis exstabit schola. Enimvero mira Redemptionis mysteria ad contemplandum proposita causa erunt cur aetate provecti, ob oculos praeclara exempla Iesu et Mariae habentes, ea cotidie in vitae usum deducere assuescant, ex iisdem hauriant in arctis et asperis rebus solatia, iisdemque permoti, ad caelestium bonorum thesauros utiliter revocentur “quo fur non appropriat, nec tinea corrumpit” (3); puerorum vero mentibus ita inserent praecipua christianae fidei capita, ut eorum in insonti animo erga benignissimum Redemptorem quasi sponte efflorescat caritas, dum ii suorum praelucente parentum exemplo Dei maiestatem flexis genibus verentium, iam a teneris addiscent annis, quantopere preces valeant ad Dei solium communiter admotae.
3. Luc. 12, 33.
1951 09 15 0011
[11.–] Impetret, precemur omnes, ab Unigena suo Dei Genitrix potentissima, tot filiorum exorata vocibus, ut qui a veritate virtuteque misere aberraverint, ad eas renovato animo se recipiant, ut odia simultatesque, quae discordiarum omneque genus miseriarum sunt fontes feliciter componantur; ut pax, quae vera, aequa sinceraque sit, tum singulis, tum domesticis convictibus, tum populis ac gentibus auspicato affulgeat; ut denique Ecclesiae iuribus, quemadmodum fas est, in tuto positis, benefica illa vis, quae ex ea oritur, in hominum animos, in civium ordines, in ipsiusque rei publicae venas libere permanans, populorum familiam fraterno foedere coniungat.
[AAS 43 (1951), 580-581]