[0540] • PÍO XII, 1939-1958 • DERECHO DE LOS PADRES A LA EDUCACIÓN CRISTIANA DE LOS HIJOS
Del Radiomensaje Zum zweiten Mal, a los católicos alemanes en su “Katholikentag”, 17 agosto 1958
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[7.–] Nuestra preocupación, el hombre. ¡Vuestra juventud! Pensamos sobre todo en las madres y los padres creyentes que han de confiar sus hijos a una escuela donde son educados sistemáticamente hacia la incredulidad. Esta escuela os es impuesta. Pero podréis comprender en adelante por qué la Iglesia defiende hasta el fin el derecho claramente transmitido por la Naturaleza y la Revelación a los padres sobre el hijo, un derecho que cuenta entre los pilares básicos de toda ordenación social digna del hombre; y por qué la Iglesia lucha incansable por el derecho de los padres católicos de confiar sus hijos sólo a escuelas en las que esté a salvo su vida de fe y se pueda ésta desarrollar.
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[8.–] Pero los padres que se encuentran en esta penosa situación tienen la grave obligación de hacer todo lo que está en su mano para contrarrestar las influencias perniciosas de una escuela sin y hasta contra Dios, o al menos debilitarlas: por la ejemplaridad de su propia vida religiosa, que influye sobre el niño en sus primeros años como una fuerza de la naturaleza. El buen ejemplo de los padres es el mejor suelo abonado para el desarrollo religioso del joven, y no puede ser sustituido por nada. Si la asistencia a la enseñanza religiosa en la Iglesia habría de tropezar con demasiadas dificultades, habrá de sustituir la casa paterna a la Iglesia. Será generalmente la tarea de la madre el introducir al niño en las verdades de la fe católica.
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[9.–] ¡No perdáis el valor; no desfallezcáis, padres y madres católicos! Pensad que si ponéis todo de vuestra parte, la divina Providencia dispone de circunstancias y medios suficientes para salvar en el niño el valioso tesoro de su fe.
[E 18 (1958/II), 230]
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[7.–] Unsere Sorge der Mensch –eure Jugend! Wir denken besonders an die gläubigen Väter und Mütter, die ihre Kinder einer Schule ausliefern müssen, auf der sie planmässig zum Unglauben erzogen werden sollen. Diese Schule ist euch aufgezwungen. Ihr werdet aber nunmehr würdigen können, warum die Kirche sich bis zum letzten einsetzt für das durch Natur und Offenbarung klar umschriebene Recht der Eltern auf das Kind, ein Recht, das zu den Grundpfeilern jeder menschenwürdigen sozialen Ordnung zählt; und warum sie, die Kirche, bis zum äussersten um das Recht der katholischen Eltern ringt, ihre Kinder nur Schulen anzuvertrauen, auf denen deren Glaubensleben geborgen ist und sich entfalten kann.
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[8.–] Auf den Eltern jedoch, die in der bezeichneten Notlage sind, ruht die schwere Verantwortung, alles zu tun, was in ihren Kräften steht, um den schädigenden Wirkungen einer Schule ohne, ja gegen Gott vorzubeugen oder sie wenigstens zu schwächen: durch das Vorbild ihres eigenen religiösen Lebens, das auf das Kind schon in frühen Jahren wie eine Naturgewalt wirkt. Das gute Beispiel der Eltern ist der beste Nährboden für die religiöse Entwicklung des jungen Menschen und durch nichts anderes ganz zu ersetzen. Wenn sodann die Teilnahme am kirchlichen Religionsunterricht auf zu grosse Hindernisse stossen sollte, müsste das Elternhaus für die Kirche einspringen. Es wird für gewöhnlich die Aufgabe der Mutter sein, das Kind in die katholische Glaubenslehre einzuführen.
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[9.–] Verliert nicht den Mut und erlahmt nicht, christliche Väter und Mütter! Denkt daran, dass, wo ihr euer Bestes tut, der göttlichen Vorsehung genug Umstände und Mittel zur Verfügung stehen, um den Kindem das kostbare Gut ihres Glaubens zu retten.
[AAS 50 (1958), 702-703]