[0593] • PAULO VI, 1963-1978 • PROTEGER LA VIDA HUMANA DESDE SUS COMIENZOS
De la Alocución We are happy, a la Nueva Sociedad Inglesa de Obstetricia y Ginecología, 3 octubre 1964
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[2.–] Esta reunión privada nos brinda elevados pensamientos sobre la delicadeza, la gravedad y la dignidad de su profesión, que se limita, como así es, al cuidado y protección de la vida humana en su principal fuente biológica, en donde se une con aquel origen ontológico que brota evidentemente de las manos creadoras de Dios. Rendimos homenaje al trabajo de ustedes por el bien de la humanidad durante la secreta y sagrada fase de la maternidad, cuando la mujer, la madre, cumple su más alta misión, la más merecedora de reverencia y cuidado; y cuando la semilla de una nueva vida es débil y está muy necesitada de reconocimiento y defensa, de ayuda para conseguir su natural desarrollo y perfección.
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[3.–] Estamos ciertos que la conciencia de función profesional estará iluminada y seguirá guiada por la pericia de su arte médico, y que, en el ejercicio de su profesión recordarán siempre los principios de la ética, que la moral cristiana proclama en su más alta y más exigente expresión, particularmente cuando se trata de defender la vida de cada criatura humana. Saben ustedes que la voz de la Iglesia, haciendo de intérprete de la ley Cristiana, fue escuchada en la doctrina de nuestro predecesor, el Papa Pío XII, quien refiriéndose a este punto fundamental dijo: “Una vida humana inocente, no importa en qué condiciones pueda estar, desde el primer instante de su existencia ha de ser protegida de cualquier ataque voluntariamente directo. Éste es un derecho fundamental de la persona humana... (y) este principio es válido para la vida del niño, e igualmente es válido para la vida de la madre” (Discurso de 27 de noviembre de 1951; Discursos y radiomensajes de Su Santidad Pío XII, XIII, 415)[1].
[E 24 (1964), 1484]
[1]. [1951 11 26/9].
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[2.–] This personal meeting gives rise to thoughts of the delicacy, the gravity and the dignity of your profession, bound up, as it is, with the care and protection of human life at its biological fountain head, where it merges with that ontological fountain which springs forth from the creating hands of God. We render homage to your service to the good of mankind, during the secret and sacred phase of maternity, when Woman, the Mother, fulfils her highest mission, most deserving of reverence and care; and the seed of a new life is weakest and most in need of recognition and defense, and of help in attaining its natural fulness and perfection.
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[3.–] We are certain that the consciousness of your professional function will illuminate and guide your skilful medical art, and that, in the exercise of your practice, you will always recall the principles of ethics which Christian morals raise to their highest and most exigent expression, particularly when it is a matter of defending the life of each human being. You know that the voice of the Church, acting as interpreter of that Christian law, was heard in the teaching of Our Predecessor, Pope Pius the Twelfth, concerning a fundamental point, when he said: “Innocent human life, no matter in what condition it may be, is from the first instant of its existence, to be secure from every direct voluntary attack. This is a fundamental right of the human person... (and) this principle is valid for the life of the child, just as it is valid for the life of the mother” (Discorso 27 novembre 1951; Discorsi e Radiomessaggi di Sua Santità Pio XII, XIII, 415)[1].
[Insegnamenti, P VI, 2, 955]
[1]. [1951 11 26/9].