[0674] • PAULO VI, 1963-1978 • RESPONSABILIDAD DE LAS FAMILIAS EN EL FLORECIMIENTO DE LAS VOCACIONES
Del Mensaje Desideriamo ancora, en la VII Jornada Mundial de las Vocaciones, 15 marzo 1970
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[7.–] [...] Sucede, frecuentemente, en el tiempo en que vivimos, que esta gracia no alcanza su fin. Para que esto se obtenga es necesario crear condiciones favorables, especialmente, en el espíritu de los jóvenes, en el ambiente familiar, en la comunidad cristiana y en los mismos lugares de formación sacerdotal y religiosa.
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[9.–] Por otra parte es necesario poner en condiciones al joven para escuchar la voz de Dios que llama, y de darle su consentimiento. Aquí la responsabilidad de la familia es inmensa, porque depende en gran parte de la atmósfera del ambiente familiar la posibilidad de un fructífero diálogo interior con Dios. Por desgracia en algunas familias el clima no es de fe ni de amor. Llegar a ser sacerdote significa aceptar amar a los otros con una donación excepcional, en intensidad y en calidad, para el Reino de Dios. Abrazar el estado religioso quiere decir aceptar que Dios basta a la propia vida, poniendo así en evidencia frente al mundo la presencia de Dios y de su amor. Deseamos por tanto que en las familias encuentren siempre estos ideales una más generosa correspondencia y reine en ellas un clima saturado de fe y de caridad, condición indispensable para que una vocación pueda madurar.
[E 30 (1970), 475, 477]
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[7.–] [...] Accade di frequente, nel tempo in cui viviamo, che questa grazia non raggiunga lo scopo. Perchè ciò si ottenga è necessario creare le condizioni favorevoli, in particolar modo nell’animo dei giovani, nell’ambiente familiare, nella comunità cristiana e nei luoghi stessi di formazione sacerdotale e religiosa.
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[9.–] Inoltre è necessario mettere in grado il giovane di intendere la voce di Dio che chiama, e di darvi il suo assenso. Qui la responsabilità delle famiglie è immensa, perchè dipende in gran parte dall’atmosfera dell’ambiente familiare la possibilità di un fruttuoso dialogo interiore con Dio. Purtroppo in talune famiglie il clima non è né di fede né di amore. Diventare sacerdoti significa accettare di amare gli altri con una donazione eccezionale per intensità e qualità, in vista del Regno di Dio. Abbracciare lo stato religioso vuol dire accettare che Dio basti alla propria vita, mettendo così in evidenza di fronte al mondo la presenza di Dio e del suo amore. Auspichiamo pertanto che nelle famiglie questi ideali trovino sempre più aperta rispondenza, e regni in esse un clima saturo di fede e di carità, condizione indispensabile perchè una vocazione possa maturare.
[AAS 62 (1970), 309-310]