[0700] • PAULO VI, 1963-1978 • DOCTRINA SOBRE LA NATURALEZA DEL MATRIMONIO Y EL DERECHO RELATIVO A LOS PROCESOS MATRIMONIALES
De la Carta Ce qui est, al Cardenal Alfrink, del Tribunal de la Signatura Apostólica, 30 diciembre 1971
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Lo que se discute no es solamente la observancia del derecho relativo a los procesos, sino la doctrina misma que concierne a la naturaleza del matrimonio entre bautizados.
He aquí algunas de las opiniones menos probadas (minus probatae) que han encontrado lugar en las sentencias contra las que se ha entablado precisamente recurso:
1.–La unidad indisoluble del matrimonio sancionada por Cristo es llamada “el ideal”, “lo mejor”, pero en modo alguno debe ser considerada como una norma o una ley para los esposos cristianos.
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2.–El consentimiento matrimonial se considera no de una forma estática, sino dinámica; por medio de él, los esposos llevan gradualmente a su cumplimiento su amor mutuo. Semejante concepto pretende fundarse en la doctrina del Vaticano II, que considera el matrimonio no como un pacto o una alianza, sino como una comunión de vida y de amor.
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3.–Es necesario establecer una distinción entre la voluntad de casarse y el afecto por el que un hombre y una mujer realizan su matrimonio; los esposos adquieren conocimiento del valor de su matrimonio en la medida en que, posteriormente su unión represente un éxito o un fracaso.
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4.–Por este hecho, es a los esposos, principalmente, a los que corresponde juzgar del valor de su matrimonio; son ellos los que pueden decidir por su propio juicio si el matrimonio ha sido válido, porque ha sido feliz, o bien nulo o disuelto, porque ha terminado en un fracaso.
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5.–Este juicio de los esposos puede, considerando bien todas las cosas, ser sancionado o rechazado por los jueces eclesiásticos que son los tutores del “orden eclesial”.
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6.–Fundándose en estas opiniones o en otras semejantes, los jueces eclesiásticos de esta provincia han introducido numerosos puntos en los procesos matrimoniales: a) Los esposos son escuchados con la finalidad de hacer el examen psicológico de la evolución de su matrimonio y de su sinceridad; b) Se ha pedido a los especialistas de la psicología que examinen la capacidad de los cónyuges para mantener una relación interpersonal, que les permita llegar progresivamente a una unión feliz.
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7.–Los esposos que, en opinión de los expertos, son incapaces de semejante relación, son declarados ineptos para contraer un matrimonio válido; los esposos que, por su culpa o no, impiden o interrumpen la evolución de la relación interpersonal, son declarados separados del matrimonio.
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8.–Los esposos que son incapaces de relación interpersonal o que interrumpen, sin que exista culpa de su parte, la evolución de una tal relación, no pueden celebrar nuevas nupcias en la Iglesia; pero a estas personas no les está prohibido el matrimonio puramente civil, gracias al cual, se afirma, pueden ejercer su derecho fundamental de casarse. En uno y otro caso, si las personas actúan de buena fe, quedan admitidas a los sacramentos, remedios necesarios para la salvación. Al contrario, a los esposos que interrumpen intencionadamente la evolución de la relación interpersonal, incluso si en adelante no están unidos por el matrimonio porque el lazo del amor se encuentra disuelto, se los considera todavía, a título de pena, como para siempre unidos, y no pueden contraer un nuevo matrimonio.
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9.–Semejante forma de pensar y de proceder queda igualmente confirmada, se dice, por el nuevo modelo de Iglesia propuesto por el Vaticano II, según el cual la Iglesia no es una sociedad de perfectos, sino de pecadores, peregrina sobre la Tierra y que aspira a lo mejor y a lo más perfecto.
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10.–Es comprensible que todo esto provoque una crisis en el derecho matrimonial de la Iglesia, al que se tacha de puro formalismo, puesto que atribuye más fuerza a la institución que a la persona humana. Esta legislación, se afirma, se opone al criterio pastoral que considera las situaciones humanas y trata de buscarles remedio; y que se funda preferentemente sobre el juicio personal y la solicitud de los pastores.
Planteado esto, importa subrayar lo que sigue a propósito del proceso y de las sentencias de los Tribunales holandeses:
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[11.–] 1.–La forma de proceder tal como se ha aplicado hoy día en los Tribunales de esa provincia eclesiástica para facilitar la sentencia puede ser descrita como sigue: audiencia de las partes y, si es necesario, de uno o de dos testigos; juicio sobre la buena fe de los esposos, el cual puede obtenerse por una conversación que puede ser larga; opinión sobre el éxito o fracaso del matrimonio; opinión de los expertos sobre la actitud psicológica de los esposos hacia la relación interpersonal; afirmación de la imposibilidad de los esposos para amarse de nuevo o para reanudar la vida conyugal; reconocimiento de la causa de semejante fracaso, bien que la responsabilidad sea o no compartida; opinión del juez sobre el acuerdo de los esposos que admiten y reconocen el fracaso de su matrimonio, con la consecuencia de la nulidad del mismo; sentencia final del juez que declara el estado de libertad, incluso sin saberlo uno de los cónyuges; o de tres jueces que sentencian que el matrimonio ha sido celebrado inválidamente, o que no debe prolongarse por más tiempo.
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[12.–] 2.–Esta forma expeditiva de proceder, que se considera más psicológica, y que ha sido empleada muchas veces, se pide en la actualidad que sea aprobada “post factum” por la autoridad suprema. Semejante petición indica ya por sí misma la ilegitimidad de la práctica arriba reseñada.
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[13.–] 3.–Esta práctica, a pesar de haber sido introducida a título experimental en virtud de la dispensa concedida a los obispos, no puede ser admitida, teniendo en cuenta que se trata de leyes constitutivas y relativas a los procesos que salvaguardan los derechos de las personas, y de las cuales, en virtud del decreto “Christus Dominus”, n. 3 b, y del Motu proprio “De Episcoporum Muneribus”, n. IV, ni siquiera los obispos pueden dispensar.
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[14.–] 4.–No se puede invocar la sentencia emitida por la Rota sobre el asunto de Quebec del 22 de julio de 1969, bajo la presidencia de Anné, porque se trataba de un caso de falta de juicio debido a un trastorno psíquico anterior al matrimonio.
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[15.–] 5.–En las sentencias de los jueces holandeses, la incapacidad de contraer matrimonio por defecto de relación interpersonal y de madurez psicológica es invocado injustamente como una impotencia moral anterior al matrimonio, y demostrada por esto mismo. Tales defectos, de hecho, aparecen después de la celebración del matrimonio, y no pueden ser considerados con una certeza moral como incapacidades anteriores al matrimonio; existe impotencia moral cuando hay incapacidad del cónyuge para discernir la finalidad del matrimonio y para formular el consentimiento matrimonial.
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[16.–] 6.–Cuando se pasa revista a las sentencias ya pronunciadas, se nota, por otra parte, que los informes se contradicen, al afirmar la incapacidad absoluta de los cónyuges para el matrimonio, y al declarar seguidamente que estas mismas personas son capaces de contraer un nuevo matrimonio.
Finalmente, con respecto a la doctrina y al proceso, es necesario añadir lo que sigue:
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[17.–] 1.–La celebración del matrimonio no es considerada como el contrato por el cual ha tenido lugar el matrimonio, sino como un comienzo matrimonial que inaugura las relaciones entre esposos y progresivamente se convierte en matrimonio. Semejante afirmación trastorna los fundamentos del derecho matrimonial.
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[18.–] 2.–Además esta doctrina errónea jamás permite distinguir si un matrimonio es válido o no. Y la incertidumbre que afecta a la existencia del matrimonio implica necesariamente una incertidumbre social.
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[19.–] 3.–Contrariamente a la praxis de la Iglesia y a la jurisprudencia experimentada, los jueces holandeses aplican el concepto de impotencia moral, punto capital de la nulidad del matrimonio, tanto al miedo, como a la homosexualidad, como a otras condiciones del sujeto.
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[20.–] 4.–Los jueces que, basándose en una sola decisión, declaran nulo o disuelto el matrimonio, incluso después de muchos años de cohabitación y de relación conyugal, hieren gravemente los derechos de las personas.
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[21.–] 5.–Semejante forma de actuar de los jueces favorece las uniones libres, daña la dignidad y la estabilidad del matrimonio y debilita el valor mismo del acto conyugal por el cual los esposos se unen en una entrega recíproca. La doctrina del matrimonio sin vínculo trastorna el bien y el orden de la sociedad.
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[22.–] 6.–Está claro que una Iglesia particular o local no puede actuar contra la forma de proceder y la doctrina de la Iglesia universal, teniendo en cuenta únicamente la Iglesia particular en la que está presente y actúa la Iglesia una, santa, católica y apostólica. Aunque en tantos campos se admite el pluralismo, existen puntos esenciales en los que no está permitido a Iglesia particular alguna apartarse de la Iglesia universal y de otras Iglesias particulares.
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[23.–] 7.–La acción pastoral a la que se refieren con frecuencia ciertos jueces holandeses debe llamarse superficial; carece completamente de fundamento teológico y se dedica más a remediar, de una forma u otra, situaciones humanas que a conservar la fe revelada.
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[24.–] 8.–Por lo demás, los mismos jueces reconocen que su forma de proceder es aceptada con dificultad en otras regiones y que en su propio país, es recusada por ciertos fieles escandalizados al ver la audacia con que son heridos los derechos humanos, incluso los fundamentales.
[E 32 (1972), 1579-1581]
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Ce qui est en question, ce n’est pas seulement l’observance du droit relatif aux procès, mais la doctrine même touchant la nature du mariage entre baptisés. Voici quelques-unes des opinions moins prouvées (minus probatae) qui ont trouvé place dans les sentences contre lesquelles on fait précisément recours:
1.–L’unité indissoluble du mariage sanctionée par le Christ est appelée “l’idéal”, “le meilleur”, mais ne doit en aucune façon être considérée comme une norme ou une loi pour les époux chrétiens.
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2.–Le consentement matrimonial est envisagé non d’une façon statique mais dynamique: par lui, les époux portent graduellement à son accomplissement leur amour mutuel. Un tel concept se fonde sur la doctrine de Vatican II, qui désigne le mariage non comme un pacte ou une alliance mais comme une communion de vie et d’amour.
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3.–Il faut établir une distinction entre la volonté de se marier et l’affection par laquelle un homme et une femme réalisent leur mariage: les époux prennent connaissance de la valeur de leur mariage dans la mesure où, par la suite, leur union représentera une réussite ou un échec.
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4.–De ce fait, c’est aux époux avant tout qu’il revient de juger de la valeur de leur mariage; ce sont eux qui peuvent établir par leur propre jugement si le mariage a été valide, parce qu’il a été heureux, ou bien nul ou dissous, parce qu’il a abouti à un échec.
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5.–Ce jugement des époux peut, toutes choses étant bien considérées, être sanctionné ou récusé par les juges ecclésiastiques qui sont les tuteurs de l’“ordre ecclésial”.
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6.–Se basant sur ces opinions ou d’autres semblables, les juges ecclésiastiques de cette province ont introduit de nombreux points dans les procès matrimoniaux: a) Les époux sont entendus dans le but de faire l’examen psychologique de l’évolution de leur mariage et de leur sincérité; b) Il est demandé à des spécialistes de la psychologie d’examiner la capacité des conjoints à entretenir une relation interpersonnelle, leur permettant d’arriver progressivement à une union heureuse.
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7.–Les époux qui, de l’avis des experts, sont incapables d’une telle relation, sont déclarés inaptes à contracter un mariage valide; les époux qui, par leur faute ou non, empêchent ou interrompent l’évolution de la relation interpersonnelle, sont déclarés dégagés du mariage.
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8.–Les époux qui étaient incapables de relation interpersonnelle ou qui interrompent, sans qu’il y ait faute de leur part, l’évolution d’une telle relation, ne peuvent pas célébrer de nouvelles noces à l’Église; mais à ces personnes n’est pas interdit le mariage purement civil, grâce auquel, affirme-t-on, elles peuvent exercer leur droit fondamental de se marier. Dans l’un et l’autre cas, si les personnes sont de bonne foi, elles sont admises aux sacrements, remèdes nécessaires au salut. Au contraire, les époux qui interrompent de façon coupable l’évolution de la relation interpersonnelle, même si désormais ils ne sont plus liés par le mariage du fait que le lien de l’amour se trouve dissous, sont pourtant encore considérés, à titre de peine, comme toujours conjoints, et ne peuvent contracter un nouveau mariage.
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9.–Une telle façon de penser et de procéder est également confirmée, dit-on, par le nouveau modèle d’Église proposé par Vatican II, selon lequel l’Église n’est pas une société de parfaits, mais de pécheurs, pélerine sur la terre, et aspirant au mieux et au plus parfait.
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10.–Il est compréhensible que tout cela provoque une crise dans le droit matrimonial de l’Église, que l’on taxe de pur formalisme puisqu’il attribue davantage de force à l’Institution qu’a la personne humaine. Cette législation, afirme-t-on, s’oppose au critère pastoral qui envisage les situations humaines et essaie d’y apporter remède, et qui se fonde de préférence sur le jugement personnel et la sollicitude des pasteurs.
Ceci étant posé, il importe de noter ce qui suit à propos de la procédure et des sentences des tribunaux hollandais:
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[11.–] 1.–La façon de procéder telle qu’elle est appliquée aujourd’hui dans les tribunaux de cette province ecclésiastique, pour faciliter la sentence, peut être décrite comme suit: audition des parties et, si nécessaire, d’un ou de deux témoins; jugement sur la bonne foi des époux, celle-ci étant déduite d’une conversation, qui peut être prolongée; opinion sur la réussite ou l’échec du mariage; avis des experts sur l’attitude psychologique des époux envers la relation interpersonnelle; afirmation de lé pour les époux de s’aimer à nouveau ou de reprendre la vie, conjugale; reconnaissance de la cause d’un tel échec, que la responsabilité soit engagée ou non; opinion du juge sur l’accord des époux admettant et reconnaissant l’échec de leur mariage avec, comme conséquence, la nullité de leur mariage; sentence finale du juge qui déclare l’état de liberté, même à l’insu de l’un des conjoints; ou de trois juges qui établissent que le mariage a été célébré invalidement, ou qu’il ne doit pas se prolonger ultérieurement.
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[12.–] 2.–Cette façon expéditive de procéder, qui se prétend plus psychologique et qui a été employée plusieurs fois, on demande à présent qu’elle soit approuvée “post factum” par l’autorité suprême. Une telle pétition indique déjà par elle-même l’illégitimité de la praxis susnommée.
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[13.–] 3.–Cette praxis, même introduite à titre expérimental en vertu de la dispense accordée aux évêques, ne peut être admise, étant donné qu’il s’agit de lois constitutives et relatives aux procès qui sauvegardent les droits des personnes, et dont, en vertu du décret Christus dominus, n. 3, b et du Motu proprio De episcoporum muneribus, n. IV, même les évêques ne peuvent dispenser.
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[14.–] 4.–On ne peut invoquer la sentence rendue par la Rote sur l’affaire de Québec du 22 juillet 1969, sous la présidence d’Anné, car il s’agisait en l’occurrence d’un manque de discernement dû à un grave trouble psychique antérieur au mariage.
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[15.–] 5.–Dans les sentences des juges hollandais, l’incapacité de contracter mariage par défaut de relation interpersonnelle et de maturité psychologique est invoquée à tort comme une impuissance morale antérieure au mariage, et démontrée par cela même. De tels défauts, en fait, apparaissent après la célébration du mariage, et ne peuvent être retenus avec une certitude morale comme des incapacités antérieures au mariage; il y a impuissance morale lorsqu’il y a incapacité du conjoint à discerner l’objet du mariage et à émettre le consentement matrimonial.
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[16.–] 6.–Lorsqu’on passe en revue les sentences déjà prononcées, on note d’autre part que les expertises se contredisent, en affirmant l’incapacité absolue des conjoints au mariage, et en déclarant ensuite que ces mêmes personnes sont capables de contracter un nouveau mariage.
Enfin, au sujet de la doctrine et de la procédure, il faut ajouter ce qui suit:
1971 12 30 0017
[17.–] 1.–La célébration du mariage n’est pas considérée comme le contrat par lequel a lieu le mariage, mais comme un début matrimonial qui inaugure les relations entre époux et devient mariage progressivement. Une telle affirmation bouleverse les fondements du droit matrimonial.
1971 12 30 0018
[18.–] 2.–De plus cette doctrine erronée ne permet jamais d’établir si un mariage est valide ou non. Et l’incertitude touchant l’existence du mariage comporte nécessairement une incertitude sociale.
1971 12 30 0019
[19.–] 3.–Contrairement à la praxis de l’Église et à la jurisprudence éprouvée, les juges hollandais appliquent le concept d’impuissance morale, point capital de la nullité du mariage, soit à la crainte, soit à l’homosexualité, soit à d’autres conditions du sujet.
1971 12 30 0020
[20.–] 4.–Les juges qui, se fondant sur leur seul décision, déclarent nul ou dissous le mariage, même après de nombreuses années de cohabitation et de relation conjugale, lèsent gravement les droits des personnes.
1971 12 30 0021
[21.–] 5.–Une semblable façon de faire des juges favorise les unions libres, nuit à la dignité et à la stabilité du mariage et infirme la valeur même de l’acte conjugal par lequel les époux s’unissent dans un don réciproque. La doctrine du mariage sans lien bouleverse le bien et l’ordre de la société.
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[11.–] 6.–Il est clair qu’une Église particulière ou locale ne peut agir contre la façon de faire et la doctrine de l’Église universelle, en tenant compte uniquement de l’Église particulière où est présente et agit l’Église une, sainte, catholique et apostolique. Même, si en tant de domaines on admet le pluralisme, il reste des points essentiels dans lesquels il n’est permis à aucune Église particulière de s’écarter de l’Église universelle et des autres Églises particulières.
1971 12 30 0023
[23.–] 7.–L’action pastorale à laquelle se refèrent souvent certains juges hollandais, doit être appelée superficielle; elle manque complètement de fondement théologique et s’attache davantage à remédier d’une façon ou d’une autre aux situations humaines plutôt qu’a conserver la foi révelée.
1971 12 30 0024
[24.–] 8.–Du reste les juges eux-mêmes reconnaissent que leur façon de juger est acuillie avec difficulté dans d’autres régions et qui dans leur propre pays elle est récusée par certains fidèles, scandalisès de voir avec quelle audace sont lésés les droits humains, même fondamentaux.
[DC 69 (1972), 618-620]