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Magisterio sobre amor, matrimonio y familia <br /> <b>Warning</b>: Undefined variable $titulo in <b>/var/www/vhosts/enchiridionfamiliae.com/httpdocs/cabecera.php</b> on line <b>29</b><br />
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[0716] • PAULO VI, 1963-1978 • INMUTABILIDAD DE LA LEY DE LA INDISOLUBILIDAD

Del Saludo a unos recién casados, 15 mayo 1974

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[2.–] Pretendemos así, como siempre en los encuentros como éste, expresar a estos esposos nuestros mejores votos, que por ellos formulamos en el Señor, invocando sobre ellos la divina ayuda, que el sacramento del matrimonio cristiano ya les asegura, en la plenitud y en la felicidad de aquel Amor, que debe santificar su unión, idealizar su vida, capacitar a la nueva familia para el cumplimiento honesto, firme, gozoso, de la misión que le es propia, y siempre dentro de la observancia de las irrevocables promesas del matrimonio natural y cristiano: la perennidad y la exclusividad.

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[3.–] Más aún, Nos auguramos que cada una de estas parejas, como cada una de aquellas otras a las que llegue el eco de nuestra voz, estará siempre interesada y será capaz de dar, para bien de su familia y de la sociedad, testimonio firme de estas propiedades fundamentales del matrimonio: la indisolubilidad y la fidelidad.

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[4.–] Todos conocemos el acontecimiento que se ha producido recientemente en este país, especialmente sobre el problema de la indisolubilidad del matrimonio, y sabemos que una amplia mayoría del amadísimo pueblo italiano se ha pronunciado en favor de una ley que admite fácilmente una cierta posibilidad del divorcio.

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[5.–] Desgraciadamente, esto es para Nos motivo de sorpresa y de dolor, incluso porque, en apoyo de la tesis justa y buena, de la indisolubilidad del matrimonio, ha faltado la obligada solidaridad de no pocos miembros de la comunidad eclesial; queremos suponer que han actuado sin darse plenamente cuenta de las graves incidencias de su comportamiento, si bien el autorizado y público llamamiento hecho a las exigencias de la ley de Dios y de la Iglesia no debería haber dejado duda alguna. Esta ley, recordémoslo, no ha cambiado; y, por ello, a fin de que tal conducta no se convierta en su remordimiento perpetuo, queremos desear que también ellos, efectivamente, se conviertan con nosotros, es decir, con la Iglesia católica, en promotores del verdadero concepto de la familia y de su auténtico florecimiento en la vida.

[E 34 (1974), 1015]