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Magisterio sobre amor, matrimonio y familia <br /> <b>Warning</b>: Undefined variable $titulo in <b>/var/www/vhosts/enchiridionfamiliae.com/httpdocs/cabecera.php</b> on line <b>29</b><br />
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[0784] • JUAN PABLO II (1978-2005) • LA FAMILIA, IGLESIA DOMÉSTICA

De la Homilía durante la Misa en la Iglesia de San Francisco Javier en la Garbatela, Roma (Italia), 3 diciembre 1978

1978 12 03 0003

3. ¿A quiénes va de modo particular mi pensamiento y a quiénes me dirijo? Me dirijo a todas las familias que viven en esta comunidad parroquial y que constituyen una parte de la Iglesia de Roma. Para visitar las parroquias, como parte de la Iglesia-diócesis, es necesario reunir a todas las “iglesias domésticas”, esto es, a todas las familias: de hecho, así llamaban a las familias los Padres de la Iglesia. “Haced de vuestra casa una iglesia”, recomendaba a sus fieles en un sermón San Juan Crisóstomo. Y al día siguiente repetía: “Cuando ayer os dije: haced de vuestra casa una iglesia, prorrumpisteis en aclamaciones de júbilo y manifestasteis de manera elocuente cuánta alegría inundó vuestra alma al escuchar estas palabras” (In Genesim Ser. VI, 2; VII, 1; PG 54, 607 ss.; cfr. también Lumen gentium, 11; Apostolicam actuositatem, 11)1. Por eso, al encontrarme hoy entre vosotros, delante de este altar, como Obispo de Roma, me traslado en espíritu a todas las familias. Ciertamente, muchas están aquí presentes: les dirijo mi saludo cordial; pero busco a todas con el pensamiento y con el corazón.

Digo a todos los esposos y padres, jóvenes y mayores: Daos las manos como hicisteis el día de vuestra boda, al recibir gozosamente el sacramento del matrimonio. Imaginaos que vuestro Obispo os pide hoy otra vez el consentimiento, y que vosotros pronunciáis, como entonces, las palabras de la promesa matrimonial, el juramento de vuestro matrimonio.

¿Sabéis por qué os lo recuerdo? Porque de la observancia de estos compromisos depende la “iglesia doméstica”, la calidad y santidad de la familia, la educación de vuestros hijos. Todo esto Cristo os lo ha confiado, queridos esposos, el día en que, mediante el ministerio del sacerdote, unió para siempre vuestras vidas, en el momento en que pronunciasteis las palabras que no debéis olvidar jamás: “hasta la muerte”. Si las recordáis, si las observáis, mis queridos hermanos y hermanas, también sois apóstoles de Cristo y contribuís a la obra de la salvación (Cfr. Lumen gentium, 35, 41; Gaudium et spes, 52).

[Enseñanzas 1, 100-101]

1. S. IOANNIS CHRYSOSTOMY, In Genesim Serm. VI, 2; VII, 1: PG 54, 607 ss; cf. etiam Lumen gentium, 11 [1964 11 21a/11]; Apostolicam actuositatem, 11 [1965 11 18/11].