Warning: Undefined variable $limit in /var/www/vhosts/enchiridionfamiliae.com/httpdocs/cabecera.php on line 6
Magisterio sobre amor, matrimonio y familia <br /> <b>Warning</b>: Undefined variable $titulo in <b>/var/www/vhosts/enchiridionfamiliae.com/httpdocs/cabecera.php</b> on line <b>29</b><br />
INICIO CRONOLOGICO DOCUMENTOS ESCRITURA CONCILIOS PAPAS AUTORES LUGARES MATERIAS EDICIONES
EDITORES

Warning: Undefined array key "buscado" in /var/www/vhosts/enchiridionfamiliae.com/httpdocs/y_componer2.php on line 8

[0792] • JUAN PABLO II (1978-2005) • LA FAMILIA, CENTRO DEL BIEN COMÚN

Del Discurso Come nelle scorse, a los Jóvenes, en la Basílica de San Pedro, 3 enero 1979

1979 01 03b 0002

[2.–] El apacible tiempo litúrgico iniciado con la Noche Santa, nos ofrece la posibilidad de reflexionar sobre algunos aspectos del misterio del Verbo Encarnado; y hoy queremos centrar nuestra atención en la Familia de Nazaret, cuya fiesta hemos celebrado recientemente.

1979 01 03b 0003

[3.–] Familia santa la de Jesús, María y José, sobre todo por la santidad de Aquél, para quien ésta fue constituida en familia humana, porque en ella vemos presentes elementos propios de muchas otras familias.

1979 01 03b 0004

[4.–] Es pobre realmente esta familia, según nos es presentada por el Evangelio, ya sea en el momento del nacimiento del Hijo de Dios, o en el tiempo del destierro en Egipto a que fue forzada, o también en Nazaret, donde vivía modestamente del trabajo de sus manos.

1979 01 03b 0005

[5.–] En Jesús, María y José es admirable el ejemplo de solidaridad humana y de comunión con todas las demás familias, así como también de inserción en el contexto humano más amplio que es la sociedad. Según ese modelo divino se deben plasmar todas las otras familias humanas, y vivir con Aquélla para resolver los problemas nada fáciles de la vida conyugal y familiar. Dichos problemas hondos y agudos necesitan afrontarse con acción solidaria y responsable.

1979 01 03b 0006

[6.–] Como en Nazaret, Dios se hace presente también en todas las familias y se integra en el acontecer humano. Pues la familia, que es la unión del hombre y la mujer, está encaminada por su propia naturaleza a la procreación de nuevos hombres que van acompañados a lo largo de la existencia en el crecimiento físico y, sobre todo, en el crecimiento moral y espiritual, a través de una obra educativa diligente. Por consiguiente, la familia es el lugar privilegiado y el santuario donde se desarrolla toda la aventura grande e íntima de cada persona humana irrepetible. Incumben a la familia, por tanto, deberes fundamentales, cuyo cumplimiento no puede dejar de enriquecer abundantemente a los responsables principales de la misma familia, haciendo de ellos los cooperadores más directos de Dios en la formación de nuevos hombres.

1979 01 03b 0007

[7.–] Ésta es la razón de por qué la familia es insustituible y, como tal, ha de ser defendida con todo vigor. Es necesario hacer lo imposible para que la familia no sea suplantada. Lo requiere, no solo el bien “privado” de cada persona, sino también el bien común de toda sociedad, nación y estado. La familia ocupa el centro mismo del bien común en sus varias dimensiones, precisamente porque en ella es concebido y nace el hombre. Es necesario hacer todo lo posible para que desde su momento inicial, desde su concepción, este ser humano sea querido, esperado, vivido como valor particular único e irrepetible. Debe sentirse importante, útil, amado y valorado, incluso si está inválido o es minusválido; es más, por esto precisamente más amado aún.

1979 01 03b 0008

[8.–] Ésta es la enseñanza que brota del misterio de la Encarnación.

1979 01 03b 0009

[9.–] Una consideración última quiero presentar a vuestra reflexión, partiendo de la dolorosa dificultad –sumamente angustiosa para una madre– en que se llega a encontrar María por no poder ofrecer un cobijo al Hijo que le va a nacer. El acontecimiento grande y misterioso de la maternidad puede suscitar en muchas mujeres motivos de sufrimiento, duda y tentación. El “sí” generoso, el que la mujer debe pronunciar ante la vida que aflora en su seno –un “sí” acompañado muchas veces del temor a mil dificultades–, comporta siempre un acto interior de seguridad en Dios y confianza en el hombre nuevo que debe nacer. Con sentido fraterno de caridad y solidaridad, jamás debemos dejar sola a una mujer, sobre todo si vacila y duda, que se prepara a dar a luz a un nuevo hombre, que será un nuevo hermano para cada uno de nosotros. Debemos tratar de prestarle toda la ayuda necesaria en su situación, sostenerla y darle ánimos y esperanza.

[Enseñanzas, 2. 379-381]