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Magisterio sobre amor, matrimonio y familia <br /> <b>Warning</b>: Undefined variable $titulo in <b>/var/www/vhosts/enchiridionfamiliae.com/httpdocs/cabecera.php</b> on line <b>29</b><br />
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[0865] • JUAN PABLO II (1978-2005) • LA DEFENSA DE LA VIDA

Del Saludo en el rezo del Ángelus, 3 febrero 1980

1980 02 03 0002

2. Hoy se celebra en toda Italia la Jornada por la vida. Al manifestar mi aprecio por toda iniciativa que se dirija a promover en la opinión pública la consideración y el respeto hacia este valor fundamental, que hoy particularmente está rodeado de insidias por tantas formas de violencia, deseo elevar mi voz una vez más para “evangelizar la vida”, en comunión con cada uno de los hombres y mujeres de buena voluntad.

Donde está la vida, está el espíritu de Dios Creador, está su impronta, el sello de su amor. Cada uno de los seres humanos, desde el momento en que es concebido bajo el corazón de la madre, lleva en sí esta impronta divina, que hace de él un sujeto capaz de abrirse responsablemente a Dios y a los hermanos.

No lo olvidemos: cuando se viola el derecho a la vida de una persona, se asesta un golpe al corazón mismo del orden moral y jurídico, que tiene como finalidad la tutela de los bienes inviolables del hombre. La Iglesia defiende el derecho a la vida, no sólo por respeto a la majestad de Dios, primer Dador de toda vida, sino también por respeto al bien esencial del hombre.

En la Jornada por la vida, se confía una consigna al compromiso de cada una de las personas solícitas del verdadero bien social: la de acoger la vida, defenderla, promoverla. Acoger la vida como un don inestimable, que hace más rica a toda la familia humana, trayéndole de parte de Dios una renovada invitación a la esperanza. Defender la vida, especialmente la más débil e inerme, oponiéndose a todo ataque que intente humillarla, oprimirla, destruirla. Promover la vida, ofreciendo la propia colaboración generosa a toda iniciativa que favorezca su elevación hacia metas más dignas de seres humanos, llamados, en Cristo, a participar de la vida misma de Dios.

[Enseñanzas 5, 71-72]