[0882] • JUAN PABLO II (1978-2005) • ACTITUD CRÍTICA DE LA FAMILIA ANTE LOS MENSAJES DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN SOCIAL
Del Mensaje La Chiesa Cattolica, en la XIV Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, 1 mayo 1980
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[3.–] Este año, en sintonía con el tema del próximo Sínodo de los Obispos, que considerará las cuestiones referentes a la familia en las cambiantes circunstancias de los tiempos modernos, se nos invita a prestar atención a las relaciones entre mass-media y familia. Un fenómeno que afecta a todas las familias, incluso en su intimidad, es precisamente el de la amplia difusión de los medios de comunicación social: prensa, cine, radio y televisión. Es ya difícil encontrar una casa en la que no haya entrado al menos uno de tales medios. Mientras, hasta hace pocos años, la familia estaba compuesta de padres, hijos y por alguna otra persona unida por vínculos de parentesco o trabajo doméstico, hoy, en cierto sentido, el círculo se ha abierto a la “compañía”, más o menos habitual, de anunciadores, actores, comentadores políticos y deportivos y también a la visita de personajes importantes y famosos pertenecientes a profesiones, ideologías y nacionalidades diversas.
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[4.–] Es éste un dato de hecho que, si bien ofrece oportunidades extraordinarias, no deja de esconder también insidias y peligros a los que no hay que quitar importancia. La familia se resiente hoy de las fuertes tensiones y de la desorientación creciente que caracterizan el conjunto de la vida social. Han venido a faltar algunos factores de estabilidad que aseguraban, en el pasado, una sólida cohesión interna y –gracias a la completa comunidad de intereses y necesidades y a una convivencia, que, con frecuencia, ni siquiera el trabajo interrumpía– consentían a la familia el desarrollo de un papel primordial en la función educativa y socializante.
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[5.–] En esta situación de dificultad y, a veces, de crisis, los medios de comunicación social intervienen, a menudo, como factores de ulterior malestar. Los mensajes que llevan presentan, no raramente, una visión deformada de la naturaleza de la familia, de su fisonomía, de su papel educativo. Además, pueden introducir entre sus componentes ciertos hábitos negativos de fruición distraída y superficial de los programas, de pasividad acrítica ante sus contenidos, de renuncia a la mutua confrontación y al diálogo constructivo. En particular, mediante los modelos de vida que presentan, con la sugestiva eficacia de la imagen, de las palabras y de los sonidos, los medios de comunicación social tienden a sustituir a la familia en el papel de preparación a la percepción y a la asimilación de los valores existenciales.
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[6.–] Es necesario al respecto subrayar la influencia creciente que los mass-media, especialmente la televisión, ejercen en el proceso de socialización de los muchachos, facilitando una visión del hombre, del mundo y de las relaciones con los demás que, a menudo, difiere profundamente de aquélla que la familia trata de transmitir. A veces, los padres no se cuidan suficientemente de esto. Preocupados en general de vigilar las amistades que mantienen sus hijos, no lo están igualmente respecto de los mensajes que la radio, la televisión, los discos, la prensa y las historietas gráficas llevan a la intimidad “protegida” y “segura” de su casa. Es así como los mass-media entran a menudo en la vida de los jóvenes: sin la necesaria mediación orientadora de los padres y educadores, que podría neutralizar los posibles elementos negativos y valorizar, en cambio, debidamente las no pequeñas aportaciones positivas, capaces de servir al desarrollo animoso del proceso educativo.
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[7.–] Es indudable, además, que los medios de comunicación social representan también una fuente preciosa de enriquecimiento cultural para el individuo y para toda la familia. Desde el punto de vista de esta última en particular, no hay que olvidar que estos medios pueden contribuir a animar el diálogo e intercambio en la pequeña comunidad y a ampliar sus centros de interés, abriéndola a los problemas de la gran familia humana; consienten además una cierta participación en los acontecimientos religiosos lejanos, que pueden constituir un motivo de singular consuelo para enfermos e imposibilitados. El sentido de la universalidad de la Iglesia y de su presencia activa en la solución de los problemas de los pueblos se hace, de este modo, más profundo. Así, pues, los medios de comunicación social pueden contribuir mucho a acercar los corazones de los hombres en la simpatía, en la comprensión y en la fraternidad. La familia puede abrirse con su ayuda a sentimientos más estrechos y profundos hacia todo el género humano. Beneficios éstos que deben ser debidamente valorados.
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[8.–] A fin de que la familia pueda obtener estos beneficios del uso de los mass-media, sin sufrir los condicionamientos negativos, es necesario que sus componentes, y en primer lugar los padres, se sitúen en una posición activa ante éstos, procurando afinar las facultades críticas y renunciando a la pasividad ante los mensajes transmitidos, para mejor comprender y juzgar los contenidos. Será necesario, además, decidir de manera autónoma el tiempo que se dedicará a la utilización de los medios de comunicación social, teniendo en cuenta las actividades y compromisos que la familia como tal y cada uno de sus miembros tienen que atender.
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[9.–] En síntesis: corresponde a los padres educarse a sí mismos (y al mismo tiempo a los hijos), a entender el valor de la comunicación, a saber elegir entre los varios mensajes vinculados a la misma, a recibirlos con selección y sin dejarse avasallar, sino más bien reaccionando de manera responsable y autónoma. Cuando esto se cumple bien, los medios de comunicación dejan de interferirse en la vida de familia a modo de competencia peligrosa que acecha a las funciones fundamentales, y se muestran, en cambio, como ocasión preciosa de confrontación razonada con la realidad y como útiles componentes del proceso gradual de maduración humana que exige la introducción de la juventud en la vida.
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[10.–] Es evidente que en esta delicada tarea las familias deben poder contar en no pequeña medida con la buena voluntad, rectitud y sentido de responsabilidad de los profesionales de los mass-media –editores, escritores, productores, directores, dramaturgos, informadores, comentaristas y actores, categorías todas en que prevalecen los laicos–. Quiero repetir a estos hombres y mujeres cuanto dije el año pasado en uno de mis viajes: “Las grandes fuerzas que configuran el mundo –política, mass-media, ciencia, tecnología, cultura, educación, industria y trabajo– constituyen precisamente las áreas en las que los seglares son especialmente competentes para ejercer su misión” (Limerick, 1 de octubre de 1979).
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[11.–] No hay duda de que los mass-media son hoy una de las grandes fuerzas que modelan el mundo, y que en este campo un creciente número de personas, bien dotadas y altamente preparadas, está llamado a encontrar el propio trabajo y la posibilidad de ejercer su propia vocación. La Iglesia piensa en ellos con afecto atento y respetuoso, y reza por ellos. Pocas profesiones requieren tanta energía, dedicación, integridad y responsabilidad como ésta y, además, al mismo tiempo, pocas son las profesiones que tengan tanta incidencia en los destinos de la humanidad.
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[12.–] Invito, por tanto, vivamente a todos aquéllos que se ocupan de actividades relacionadas con los medios de comunicación social a que se unan a la Iglesia en esta jornada de reflexión y plegaria. Pidamos juntos a Dios que estos hermanos nuestros crezcan en la conciencia de sus grandes posibilidades de servicio a la humanidad y de orientación del mundo hacia el bien. Pidamos para que el Señor les dé la comprensión, sabiduría y valor que necesiten para poder responder a sus graves responsabilidades. Pidamos para que estén siempre atentos a las necesidades de los receptores, que en gran parte son miembros de familias parecidas a las suyas, con padres a menudo demasiado cansados, tras una dura jornada de trabajo, para poder mantenerse lo suficientemente atentos, y con niños llenos de confianza, impresionables y fácilmente vulnerables. Si quieren tener presente todo esto, pensarán en las enormes resonancias que su actividad puede tener para el bien o para el mal, y se esforzarán en ser coherentes consigo mismos y fieles a su vocación personal.
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[13.–] Mi especial Bendición Apostólica se dirige hoy a todos aquéllos que trabajan en el campo de las comunicaciones sociales, a todas las familias y a cuantos, mediante la oración, la reflexión y el diálogo, tratan de situar estos importantes medios al servicio del hombre y de la gloria de Dios.
[Enseñanzas 6, 935-938]
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[3.–] Quest’anno, in sintonia col tema del prossimo Sinodo dei Vescovi che considererà i problemi riguardanti la famiglia nelle mutate circostanze dei tempi moderni, siamo invitati a portare la nostra attenzione sui rapporti tra mass-media e famiglia. Un fenomeno che oggi investe tutte le famiglie anche nel loro intimo è proprio la vasta diffusione degli strumenti della comunicazione sociale: stampa, cinema, radio e televisione. È ormai difficile trovare una casa in cui non sia entrato almeno uno di tali strumenti. Mentre fino a pochi anni fa la famiglia era formata da genitori, figli, e da qualche altra persona legata da vincoli di parentela o di lavoro domestico, oggi, in certo senso, il cerchio si è aperto alla “compagnia” più o meno consueta di annunciatori, attori, commentatori politici e sportivi ed anche alle visite di personaggi importanti e famosi, appartenenti a professioni, ideologie e nazionalità diverse.
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[4.–] È questo un dato di fatto che offre straordinarie opportunità, ma che nasconde anche insidie e pericoli non trascurabili. La famiglia risente oggi delle forti tensioni e del crescente disorientamento, che caratterizzano la vita sociale nel suo insieme. Sono venuti meno alcuni fattori di stabilità che le assicuravano, nel passato, una salda coesione interna e le consentivano –grazie ad una completa comunanza di interessi e di bisogni e ad una convivenza spesso non interrotta neppure dal lavoro– di svolgere un ruolo decisamente prevalente nella funzione educativa e socializzante.
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[5.–] In questa situazione di difficoltà e, a volte, perfino di crisi, i mezzi di comunicazione sociale intervengono spesso come fattori di ulteriore disagio. I messaggi che essi recano presentano non raramente una visione deformata della natura della famiglia, della sua fisionomia, dei suo ruolo educativo. Essi possono introdurre, inoltre, fra i suoi componenti abitudini negative di fruizione distratta e superficiale dei programmi offerti, di acritica passività di fronte ai loro contenuti di rinuncia al confronto reciproco e al dialogo costruttivo. In particolare, mediante i modelli di vita che essi presentano, con la suggestiva efficacia dell’immagine, delle parole e dei suoni, tendono a sostituirsi alla famiglia nei compiti di avviamento alla percezione ed all’assimilazione dei valori esistenziali.
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[6.–] A tale riguardo, è necessario sottolineare l’influenza crescente che i mass-media, e tra questi specialmente la televisione, esercitano sul processo di socializzazione dei ragazzi, fornendo una visione dell’uomo, del mondo e dei rapporti con gli altri, che spesso differisce profondamente da quella che la famiglia intende trasmettere. I genitori in molti casi non se ne preoccupano abbastanza. Attenti in genere a vigilare sulle amicizie che i loro figli intrattengono, essi non lo sono altrettanto nei confronti dei messaggi che la radio, la televisione, i dischi, la stampa ed i “fumetti” recano nell’intimità “protetta” e “sicura” della loro casa. In tal modo i mass-media entrano spesso nella vita dei più giovani senza quella necessaria mediazione orientatrice da parte dei genitori e degli altri educatori, che potrebbe neutralizzare eventuali loro elementi negativi e valorizzare invece convenientemente i non piccoli apporti positivi, capaci di servire allo sviluppo armonioso del processo educativo.
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[7.–] È indubbio, per altro, che gli strumenti della comunicazione sociale rappresentano anche una fonte preziosa di arrichimento culturale per il singolo e per l’intera famiglia. Dal punto di vista di quest’ultima, in particolare, non va dimenticato che essi possono contribuire a stimolare il dialogo e l’interscambio nella piccola comunità e ad ampliarne gli interessi, aprendola ai problemi della più grande famiglia umana; essi consentono, inoltre, una certa partecipazione ad avvenimenti religiosi lontani, che possono costituire un motivo di singolare conforto per gli ammalati e per gli impediti; il senso dell’universalità della Chiesa e della sua attiva presenza nell’impegno per la soluzione dei problemi dei popoli diviene più profondo. Così gli strumenti della comunicazione sociale possono molto contribuire ad avvicinare i cuori degli uomini nella simpatia, nella comprensione e nella fraternità. La famiglia può aprirsi, coi loro aiuto, a sentimenti più stretti e più profondi verso tutto il genere umano. Benefici questi che non devono essere sottovalutati.
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[8.–] Affinchè, tuttavia, la famiglia possa trarre tali benefici dall’uso dei mass-media, senza subirne i condizionamenti mortificanti, è necessario che i suoi componenti, ed in primo luogo i genitori, si pongano in un atteggiamento attivo di fronte ad essi, impegnandosi nell’affinamento delle facoltà critiche e non assumendo passivamente ogni messaggio trasmesso, ma cercando di comprenderne e di giudicarne il contenuto. Sarà necessario, altresì, decidere in modo autonomo lo spazio da assegnare alla loro utilizzazione, in rapporto anche alle attività ed agli impegni che la famiglia come tale ed i vari suoi membri devono affrontare.
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[9.–] In sintesi: è compito dei genitori educare se stessi, e con sè i figli, a capire il valore della comunicazione, a saper scegliere tra i vari messaggi da essa veicolati, a recepire i messaggi scelti non lasciandosene sopraffare, ma reagendo in forma responsabile ed autonoma. Laddove tale compito sia convenientemente adempiuto, i mezzi della comunicazione sociale cessano di interferire nella vita della famiglia come pericolosi concorrenti che ne insidiano le funzioni fondamentali e si offrono invece come occasioni preziose di confronto ragionato con la realtà e come utili componenti di quel processo di graduale maturazione umana, che l’introduzione dei ragazzi nella vita sociale richiede.
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[10.–] È ovvio che in questo impegno delicato le famiglie devono poter contare in non piccola misura sulla buona volontà, sulla rettitudine e sul senso di responsabilità dei professionisti dei “media” –editori, scrittori, produttori, direttori, drammaturghi, informatori, commentatori e attori, categorie tutte, nelle quali è prevalente la presenza dei laici–. A tutti questi, uomini e donne, voglio ripetere quanto ho detto lo scorso anno durante uno dei miei viaggi: “Le grandi forze che modellano il mondo –politica, “mass-media”, scienza, tecnologia, cultura, educazione, industria e lavoro– sono campi nei quali i laici sono particolarmente competenti per esercitare la loro missione specifica” (1).
1. IOANNIS PAULI PP. II, Homilia in urbe “Limerick” habita, die 1 oct. 1979: Insegnamenti di Giovanni Paolo II, II, 2 (1979) 497.
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[11.–] Non c’è dubbio che i “mass-media” costituiscano oggi una delle grandi forze che modellano il mondo, e che in questo campo un numero crescente di persone, ben dotate e altamente preparate, è chiamato a trovare il proprio lavoro e la possibilità di esercitare la propria vocazione. La Chiesa pensa a loro con affetto sollecito e rispettoso e prega per essi. Poche professioni richiedono tanta energia, dedizione, integrità e responsabilità come questa, ma, nello stesso tempo, sono poche le professioni che abbiano un’uguale incidenza sui destini dell’umanità.
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[12.–] Invito, pertanto vivamente tutti coloro che sono impegnati nelle attività connesse con gli strumenti della comunicazione sociale ad associarsi alla Chiesa in questa Giornata di riflessione e di preghiera. Preghiamo insieme Dio perchè questi nostri fratelli crescano nella coscienza delle loro grandi possibilità nel servire l’umanità e nell’indirizzare il mondo verso il bene; preghiamo perchè il Signore doni loro la comprensione, la saggezza ed il coraggio di cui hanno bisogno per poter rispondere alle loro gravi responsabilità, preghiamo perchè siano sempre attenti ai bisogni dei recettori, che in gran parte sono componenti di famiglie come le loro, con genitori spesso troppo stanchi dopo una giornata di lavoro per poter essere sufficientemente vigilanti e con fanciulli pieni di fiducia, impressionabili e facilmente vulnerabili. Ricordando tutto questo, essi avranno anche presenti le enormi risonanze che il loro lavoro può avere sia nel bene che nel male, ed eviteranno di essere incoerenti con se stessi ed infedeli alla loro particolare vocazione.
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[13.–] La mia speciale Benedizione Apostolica va oggi a tutti coloro che lavorano nel campo delle comunicazioni sociali, a tutte le famiglie e a quanti, mediante la preghiera, la riflessione e la discussione, cercano di mettere tali importanti strumenti al servizio dell’uomo e della gloria di Dio.
[Insegnamenti GP II, 3/1, 1041-1045]