[0887] • JUAN PABLO II (1978-2005) • MISIÓN IRREEMPLAZABLE DE LA FAMILIA EN LA SOCIEDAD ACTUAL
De la Homilía en la Misa celebrada con los Obispos de Kenia, en el Uhuru Park de Nairobi (Kenia), 7 mayo 1980
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7. Hoy, aquí, en Kenia, como he hecho antes muchas veces, quiero dirigir un mensaje particular a los matrimonios y a las familias. La familia es la comunidad humana fundamental; constituye la primera célula vital de toda sociedad. Por eso, la fuerza y la vitalidad de cualquier país será tan grande como la fuerza y la vitalidad de sus familias. Ningún grupo produce un impacto tan grande en un país como la familia. No existe grupo alguno que tenga un papel tan decisivo en el futuro del mundo.
Por este motivo, los matrimonios cristianos poseen una misión irreemplazable en el mundo actual. El amor generoso y la fidelidad de marido y mujer aportan estabilidad y esperanza a un mundo azotado por el odio y la división. A través de la perseverancia continuada en un amor de por vida muestran el carácter indisoluble y sagrado del vínculo sacramental del matrimonio. A la vez, la familia cristiana es quien favorece más sencilla y profundamente la dignidad y el valor de la vida humana desde el momento de la concepción.
La familia cristiana es también el santuario doméstico de la Iglesia. En un hogar cristiano se pueden encontrar aspectos diversos de toda la Iglesia, tales como el amor mutuo, escucha atenta de la Palabra de Dios y la oración en común. El hogar es el lugar en que es recibido y vivido el Evangelio y el lugar desde donde éste se difunde. Así, la familia testimonia diariamente, incluso sin hablar, la verdad y la gracia de la Palabra de Dios. Por esta razón afirmé en mi Encíclica que “los esposos... deben con todas sus fuerzas tratar de perseverar en la unión matrimonial, construyendo con el testimonio del amor la comunidad familiar y educando nuevas generaciones de hombres, capaces de consagrar también ellos toda su vida a la propia vocación, o sea, a aquel ‘servicio real’ cuyo ejemplo más hermoso nos lo ha ofrecido Jesucristo” (Redemptor hominis, 21).
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8. Queridos hermanos y hermanas: Todas las familias que constituyen la Iglesia, y todos los individuos que constituyen las familias –todos nosotros juntos–, estamos llamados a caminar con Cristo, dando testimonio de su verdad en las vicisitudes de nuestra vida diaria. De este modo podremos impregnar la sociedad con la levadura del Evangelio, la única que puede transformarla en el Reino de Cristo: ¡un Reino de verdad y de vida, un Reino de santidad y de gracia, un Reino de justicia, de amor y de paz! Amén.
[Enseñanzas 5, 383]
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7. Here today in Kenya, as I have done many times before, I wish to address a particular message to married couples and to families. The family is the fundamental human community; it is the first and vital cell of any society. Thus the strength and vitality of any country will only be as great as the strength and vitality of the family within that country. No group has a greater impact on a country than the family. No group has a more influential role in the future of the world.
For this reason, Christian couples have an irreplaceable mission in today’s world. The generous love and fidelity of husband and wife offer stability and hope to a world torn by hatred and division. By their lifelong perseverance in lifegiving love they show the unbreakable and sacred character of the sacramental marriage bond. At the same time it is the Christian family that most simply and profoundly promotes the dignity and worth of human life from the moment of conception.
The Christian family is also the domestic sanctuary of the Church. In a Christian home various aspects of the whole Church are found, such as mutual love, attentiveness to God’s word and prayer together. The home is a place where the Gospel is received and lived, and the place from which the Gospel radiates. Thus the family offers daily witness, even without words, to the truth and grace of the word of God. For this reason, I stated in my Encyclical “Married people... must endeavour with all their strength to persevere in their matrimonial union, building up the family community through the witness of love and educating new generations of men and women capable in their turn of dedicating the whole of their lives to their vocation, that is to say, to the ‘kingly service’ of which Jesus Christ has offered us the example and the most beautiful model” (14).
14. IOANNIS PAULI PP. II, Redemptor hominis, 21 [1979 03 04/21].
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8. Beloved brothers and sisters: all the families that make up the Church and all the individuals that make up the families –all of us together are called to walk with Christ, bearing witness to his truth in the circumstances of our daily lives. In doing this we can permeate society with the leaven of the Gospel, which alone can transform it into Christ’s Kingdom– a Kingdom of truth and life, a Kingdom of holiness and grace, a Kingdom of justice, love and peace! Amen.
[Insegnamenti GP II, 3/1, 1201-1202]