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Magisterio sobre amor, matrimonio y familia <br /> <b>Warning</b>: Undefined variable $titulo in <b>/var/www/vhosts/enchiridionfamiliae.com/httpdocs/cabecera.php</b> on line <b>29</b><br />
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[1028] • JUAN PABLO II (1978-2005) • LOS VALORES DE LA FAMILIA

De la Homilía de la Misa en Onitsha (Nigeria), 13 febrero 1982

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1. Hermanos y hermanas, vuestras familias poseen muchos valores positivos y loables, basados en vuestras tradiciones familiares. Mantenéis estrechos lazos familiares. Los hijos son contemplados como una bendición y deseados como la corona del matrimonio. Vuestra amplia estructura familiar proporciona un maravilloso ambiente humano para el cuidado de los huérfanos, los ancianos y los pobres.

Existen, sin embargo, algunas sombras. Tradicionalmente vuestra cultura no excluye la poligamia, a pesar de que la mayoría de los matrimonios son monógamos. A veces las mujeres se ven privadas de algunos de sus derechos. Y vuestro país no se ha librado de los enemigos modernos de la familia, la degradación perniciosa de algunos valores fundamentales: el divorcio, la contracepción y el aborto.

La llamada a la invitación que os hago a vosotras, familias cristianas de Nigeria, son las mismas que hice a todas las familias cristianas del mundo en mi reciente Exhortación Apostólica Familiaris consortio: “Familia sé lo que eres”.

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2. La familia procede de Dios. Fue el Creador quien dispuso el pacto de amor del hombre y la mujer. Él bendijo su amor e hizo que se convirtiera en fuente de ayuda mutua. Él lo hizo fructífero y estableció que fuera permanente hasta la muerte. En el plan de Creador la familia es una comunidad de personas. Por tanto el estilo fundamental de la vida y amor en la familia se basa en el respeto a cada persona, a cada uno de los miembros de la familia. Maridos y mujeres, consideraos y trataos mutuamente con el mayor respeto. Padres, respetad la personalidad propia de vuestros hijos. Hijos, mostrad hacia vuestros padres un respeto obediente. Todos los miembros de la familia deben sentirse aceptados y respetados, porque deben sentirse queridos. De modo especial los ancianos y los enfermos.

El sentido más profundo del respeto es la fidelidad. El respeto significa aceptación mutua, confianza y vinculación, paciencia y perdón cuando las circunstancias lo requieran, más allá y por encima de las dificultades personales, que nunca pueden justificar la falta de amor. Maridos y mujeres, amaos uno a otro, sacrificaos el uno por el otro y por vuestros hijos. Resistid a todas las tentaciones de engañaros el uno al otro.

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3. El amor del marido y la mujer supone una participación singular en la vida del mismo Dios, por esta razón debe estar abierto auténtica y generosamente a una nueva vida. Debe estar abierto a todos aquellos cuya vida se encuentra recortada o amenazada por necesidades de uno u otro tipo. Familias cristianas de Nigeria: que vuestro ejemplo brille ante todo el mundo: abogad en favor de la vida. No aceptéis la mentalidad contraria a la vida enraizada en “una corrupción de la idea y de la experiencia de la libertad, concebida no como la capacidad de realizar la verdad del proyecto de Dios sobre el matrimonio y la familia, sino como una fuerza autónoma de autoafirmación, no raramente contra los demás, en orden al propio bienestar egoísta” (Familiaris consortio, 6).

Haréis un gran servicio a vuestro país, a la Iglesia y a toda la humanidad, si tratáis de todas las maneras posibles de salvaguardar el amor al niño, que es parte de vuestra cultura y de vuestras tradiciones familiares. Amad a vuestros hijos como María y José amaron, protegieron y educaron a Jesús.

Sé que en vuestro país los matrimonios sin hijos tienen que soportar una pesada cruz, que han de llevar con valor durante toda su vida. A los matrimonios que no tienen hijos propios les digo: no por eso Dios os quiere menos, vuestro amor recíproco es completo y fructífero cuando está abierto a los demás, a las necesidades del apostolado, a las necesidades de los pobres, a las necesidades de los huérfanos y a las necesidades del mundo.

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4. Y si ahora preguntáramos a las familias nigerianas: ¿Cuál es vuestra aportación específica a vuestro país? Entonces yo os diría de nuevo: Sed lo que sois, “la célula primera y vital de la sociedad... En efecto, de la familia nacen los ciudadanos, y éstos encuentran en ella la primera escuela de esas virtudes sociales, que son el alma de la vida y del desarrollo de la sociedad misma” (Familiaris consortio, 42). La familia saca a cada hombre y mujer del anonimato y los hace conscientes de su dignidad personal enriqueciéndoles con experiencias humanas profundas y colocándoles activamente, en su singularidad, dentro de la trama de la sociedad.

Hermanos y hermanas: si amáis a vuestro país, amad a vuestra familia. Si deseáis evitar una sociedad que corra el riesgo de ser cada vez más despersonalizada y estandarizada y por tanto, más inhumana y deshumanizadora, tendréis que fortalecer las estructuras de la vida familiar. Amad a vuestras familias. Respetadlas.

Y vosotros, jóvenes, preparaos para el matrimonio con la oración, una vida disciplinada, el respeto mutuo y la castidad. Pues el don de sí, pleno y auténtico, sólo es posible en el amor matrimonial permanente.

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5. ¡Familias cristianas de Nigeria! Vuestra dignidad y responsabilidad como discípulos de Jesús procede del hecho de que estáis llamados a la santidad, y a ayudaros unos a otros, a la comunidad eclesial y al mundo, a ser santos. Escuchamos de nuevo las palabras de San Pablo en la segunda lectura: “Que la Palabra de Cristo habite en vosotros en todas sus riquezas. Instruíos los unos a los otros y amonestaos unos a otros con plena sabiduría”.

Sed santos con ayuda de los dones divinos de la fe, la es peranza y el amor, con la ayuda de la oración personal y familiar, ayudados por una amorosa confianza en nuestro Padre celestial, el buen ejemplo y la vida de gracia alimentada y animada por medio de los sacramentos. Sed santos participando en la vida de la Iglesia en vuestras comunidades locales, en vuestras parroquias, en vuestras diócesis, respetando y amando a vuestros sacerdotes y a vuestros obispos. Sed santos en el “servicio del amor”, el amor a Dios y a vuestros semejantes, especialmente a vuestras familias. Sed santos y procurad que vuestra vida y las diferentes actividades de vuestras comunidades sociales y nacionales sean santas.

Elogio y doy las gracias a todos aquellos que trabajan en la promoción de la familia, especialmente a vuestros obispos y a vuestros sacerdotes que celebran los sagrados misterios, que os instruyen, os bendicen, os aconsejan, os consuelan y os reconcilian. Doy las gracias a los catequistas y a todos los que trabajan en el apostolado laico. Y de un modo muy especial a los religiosos y religiosas que son testigos vivos de los verdaderos valores evangélicos.

Me alegro de oír el excelente trabajo que está llevando a cabo la Asociación nigeriana en favor de la vida (PLAN), para fomentar la paternidad responsable de acuerdo con las enseñanzas de la Iglesia. Me complace también saber que realizáis programas de profundización sobre el matrimonio. Que Dios bendiga estas iniciativas.

Alabo a todas las familias que rezan juntas. Familias cristianas de Nigeria, el Papa os pide hoy que fomentéis la oración en familia: maridos y mujeres juntos, los padres con sus hijos. Tened especial devoción al Rosario. Rogad a María, Madre de Cristo y Madre de la Iglesia, la madre de las familias cristianas. Dios no dejará de bendecir a la familia que reza unida, en el nombre de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo.

[DP (1982), 48]