[1068] • JUAN PABLO II (1978-2005) • VALORES DE LA FAMILIA
Del Discurso J’apprécie d’une façon, a los participantes en la LXIX Conferencia de la Unión Interparlamentaria, 18 septiembre 1982
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5. Por otra parte, aunque lo que voy a decir vaya más allá del programa de la presente sesión, no quiero dejar pasar una ocasión tan importante sin recordar a vuestra sensibilidad de legisladores y guías políticos la importancia fundamental de los valores de la familia y sus tareas sociales. Éstos deben encontrar su expresión también bajo la forma de intervenciones políticas, como lo he recordado en la Exhortación Familiaris consortio (núm. 44). Dicho de otro modo, las familias deben ser las primeras en velar para que las leyes y las instituciones del Estado no hieran, antes bien sostengan y defiendan positivamente los derechos y los deberes de la familia. No consideréis esta tarea primordial de los hogares como una interferencia en el poder público, con el riesgo de disminuir su autoridad, ya que de lo contrario habría una falta de coherencia con las repetidas llamadas a la participación y a la iniciativa.
Sabéis hasta qué punto la Iglesia católica, por su parte, defiende, mantiene y promueve sin cesar, y en todos los países, los valores de la familia, como la fidelidad conyugal, el sentido de la sexualidad y la exigencia de relaciones humanas interpersonales, la dignidad de la mujer, el don y respeto de la vida, el derecho y el deber de la educación como competencia de los padres. Si la Iglesia consagra tanta energía a testimoniar estos valores y desarrolla tantas iniciativas en este campo, lo mismo por parte de los sacerdotes que de los seglares, es porque tiene una gran estima de la santidad del matrimonio para la vida de los cristianos y el progreso de la Iglesia, y porque está convencida de que es igualmente importante para la sociedad, de la que la familia es la célula primera y vital. La Iglesia desea que los diferentes responsables, sobre todo los legisladores, comprendan junto con ella todo lo que en este campo se arriesga para el futuro de las sociedades.
[DP (1982), 296]
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5. Par ailleurs, même si cela déborde le programme de la présente session, je ne peux pas laisser passer une occasion aussi importante sans rappeler à votre sensibilité de législateurs et de guides politiques l’importance fondamentale des valeurs de la famille et de ses tâches sociales. Celles-ci doivent aussi trouver leur expression sous la forme d’interventions politiques, comme je le rappelai dans l’Exhortation “Familiaris Consortio” (2). Autrement dit, les familles doivent être les premières à veiller à ce que les lois et les institutions de l’État s’abstiennent de blesser, et même soutiennent et défendent positivement les droits et les devoirs de la famille. Ne considérez pas cette tâche primordiale des foyers comme une interférence avec le pouvoir public, au risque de diminuer son autorité, car il y aurait alors un manque de cohérence avec les appels répétés à la participation et à l’initiative.
Vous savez à quel point l’Église catholique, pour sa part, défend, maintient et promeut, sans cesse et dans tous les pays, les valeurs de la famille, telles que la fidélité conjugale, le sens de la sexualité et les exigences des rapports humains interpersonnels, la dignité de la femme, le don et le respect de la vie, le droit et le devoir d’éducation incombant aux parents. Si l’Église consacre tant d’énergie à en témoigner et déploie tant d’initiative en ce domaine par l’entremise des ses membres prêtres et laïcs, c’est qu’elle fait grand cas de la sainteté du mariage pour la vie des chrétiens et le progrès de l’Église, et elle est convaincue que c’est également capital pour la société, dont la famille est la cellule première et vitale. Elle souhaite que les divers responsables, surtout les législateurs, comprennent avec elle la grandeur de cet enjeu pour l’avenir des sociétés.
[Insegnamenti GP II, 5/3, 485-486]
2. Cfr. IOANNIS PAULI PP. II, Familiaris consortio, 44 [1981 11 22/44].