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Magisterio sobre amor, matrimonio y familia <br /> <b>Warning</b>: Undefined variable $titulo in <b>/var/www/vhosts/enchiridionfamiliae.com/httpdocs/cabecera.php</b> on line <b>29</b><br />
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[1091] • JUAN PABLO II (1978-2005) • SACRALIDAD DE LA FUNCIÓN PROCREATIVA

Del Discurso Con viva gioia, a los participantes en el I Congreso Médico Internacional organizado por el “Movimiento pro vida”, 3 diciembre 1982

1982 12 03 0003

3. Objeto particular de vuestras reflexiones a lo largo de este Convenio han sido las malformaciones ya de hecho en el concebido y las varias técnicas a que es posible recurrir con el fin de ponerlas en evidencia y de curarlas adecuadamente. Éste es un tema que entra únicamente dentro de vuestra competencia.

A mí me corresponde aquí resaltar algunos valores morales de fondo, a los que es obligatorio referirse constantemente si se quiere evitar que avances en el campo de la ciencia se revelen, en cambio, como pavorosos retrocesos en el campo del hombre.

En esta perspectiva conviene, sobre todo, reafirmar la sacralidad de la función procreativa, en la que el hombre y la mujer colaboran con Dios en orden a la propagación de la vida humana según los planes de su trascendente economía. No es necesario repetir aquí cuanto he escrito en la Exhortación Apostólica Familiaris consortio a este propósito. No puedo, sin embargo, dejar de reafirmar la severa condena, radicada en la misma ley natural, a todo atentado directo a la vida del inocente: el ser humano que se desarrolla en el seno materno es el inocente por antonomasia.

Está claro, por tanto, que las investigaciones endouterinas tendentes a individuar precozmente embriones o fetos tarados para poderlos eliminar prontamente mediante el aborto, han de considerarse viciados en el origen y, como tales, moralmente inadmisibles. Igualmente inaceptable es toda forma de experimentación sobre el feto que pueda dañar su integridad o empeorar sus condiciones, a menos que se trate de un intento extremo de salvarlo de una muerte segura, ya que vale para ello el principio general que prohíbe la instrumentalización de un ser humano a beneficio de la ciencia o del bienestar de otros.

[DP (1982), 362]