[1172] • JUAN PABLO II (1978-2005) • LA PATERNIDAD Y LA MATERNIDAD RESPONSABLES
Alocución Per oggi, en la Audiencia General, 1 agosto 1984
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1. Hemos elegido para hoy el tema de la “paternidad y maternidad responsables”, a la luz de la Constitución “Gaudium et Spes” y de la Encíclica “Humanae Vitae”.
La Constitución conciliar, al afrontar el tema, se limita a recordar las premisas fundamentales; el documento pontificio, en cambio, va más allá, dando a estas premisas unos contenidos más concretos.
El texto conciliar dice así: “...Cuando se trata, pues, de conjugar el amor conyugal con la responsable transmisión de la vida, la índole moral de la conducta no depende solamente de la sincera intención y apreciación de los motivos, sino que debe determinarse con criterios objetivos, tomados de la naturaleza de la persona y de sus actos, criterios que mantienen íntegro el sentido de la mutua entrega y de la humana procreación, entretejidos con el amor verdadero; esto es imposible sin cultivar sinceramente la virtud de la castidad conyugal” (Gaudium et spes, 51).
Y el Concilio añade: “Fundados en estos principios, no es lícito a los hijos de la Iglesia ir por caminos que el Magisterio, al explicar la ley divina reprueba sobre la regulación de la natalidad” (Gaudium et spes, 51).
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2. Antes del pasaje citado (cfr. Gaudium et spes, 50), el Concilio enseña que los cónyuges “con responsabilidad humana y cristiana cumplirán su misión y, con dócil reverencia hacia Dios” (Gaudium et spes, 50). Lo cual quiere decir que: “De común acuerdo y común esfuerzo, se formarán un juicio recto, atendiendo tanto a su propio bien personal como al bien de los hijos, ya nacidos o todavía por venir, discerniendo las circunstancias de los tiempos y del estado de vida, tanto materiales como espirituales; y, finalmente, teniendo en cuenta el bien de la comunidad familiar, de la sociedad temporal y de la propia Iglesia” (Gaudium et spes, 50).
Al llegar a este punto siguen palabras particularmente importantes para determinar, con mayor precisión, el carácter moral de la “paternidad y maternidad responsables”. Leemos: “Este juicio, en último término, deben formarlo ante Dios los esposos personalmente” (Gaudium et spes, 50).
Y continuando: “En su modo de obrar, los esposos cristianos sean conscientes de que no pueden proceder a su antojo, sino que siempre deben regirse por la conciencia, la cual ha de ajustarse a la ley divina misma, dóciles al Magisterio de la Iglesia, que interpreta auténticamente esa ley a la luz del Evangelio. Dicha ley divina muestra el pleno sentido del amor conyugal, lo protege e impulsa a la perfección genuinamente humana del mismo” (Gaudium et spes, 50).
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3. La Constitución conciliar, limitándose a recordar las premisas esenciales para una “paternidad y maternidad respon sables” las pone de relieve de manera totalmente unívoca, precisando los elementos constitutivos de semejante paternidad y maternidad, es decir: el juicio maduro de la conciencia personal en su relación con la ley divina, auténticamente interpretada por el Magisterio de la Iglesia.
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4. La Encíclica “Humanae Vitae”, basándose en las mismas premisas, avanza algo más, ofreciendo indicaciones concretas. Ello se ve, sobre todo, en el modo de definir la “paternidad responsable” (Humanae vitae, 10). Pablo VI trata de precisar este concepto, encareciendo los diversos aspectos y excluyendo, de antemano, su reducción a uno de los aspectos “parciales”, como hacen quienes hablan, exclusivamente, del control de la natalidad. En efecto, desde el principio, Pablo VI se ve guiado, en su argumentación, por una concepción integral del hombre (cfr. Humanae vitae, 7) y del amor conyugal (cfr. Humanae vitae, 8, 9).
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5. Se puede hablar de responsabilidad en el ejercicio de la función paterna y materna, bajo distintos aspectos. Así, escribe él: “En relación a los procesos biológicos, paternidad responsable significa conocimiento y respeto de sus funciones; la inteligencia descubre, en el poder de dar la vida, leyes biológicas que forman parte de la persona humana” (Humanae vitae, 10). Cuando se trata, luego, de la dimensión psicológica de “las tendencias del instinto y de las pasiones, la paternidad responsable comporta el dominio necesario que sobre aquéllas han de ejercer la razón y la voluntad” (Humanae vitae, 10).
Supuestos los antedichos aspectos intra-personales y añadiendo a ellos “las condiciones económicas y sociales”, es necesario reconocer que “la paternidad responsable se ejercita, ya sea con la deliberación ponderada y generosa de tener una familia numerosa, ya sea con la decisión, tomada por graves motivos y en el respeto de la ley moral, de evitar un nuevo nacimiento durante algún tiempo o por tiempo indefinido” (Humanae vitae, 10).
Se sigue de ello que en la concepción de la “paternidad responsable” está contenida la disposición no solamente a evitar “un nuevo nacimiento”, sino también a hacer crecer la familia según los criterios de la prudencia.
Bajo esta luz, desde la cual es necesario examinar y decidir la cuestión de la “paternidad responsable”, queda siempre como central “el orden moral objetivo, establecido por Dios, cuyo fiel intérprete es la recta conciencia” (Humanae vitae, 10).
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6. Los esposos, dentro de este ámbito, cumplen “plenamente sus deberes para con Dios, para consigo mismos, para con la familia y la sociedad, en una justa jerarquía de valores” (Humanae vitae, 10). No se puede, por tanto, hablar aquí de “proceder según el propio antojo”. Al contrario, los cónyuges deben “conformar su conducta a la intención creadora de Dios” (Humanae vitae, 10).
Partiendo de este principio, la Encíclica fundamenta su argumentación sobre “la estructura íntima del acto conyugal” y sobre “la inseparable conexión entre los dos significados del acto conyugal” (cfr. Humanae vitae, 12); todo lo cual ha sido ya tratado anteriormente. El relativo principio de la moral conyugal que la Iglesia enseña (Concilio Vaticano II, Pablo VI), resulta ser, por lo tanto, la fidelidad al plan divino, manifestado en la “estructura íntima del acto conyugal” y en “el inseparable nexo entre los dos significados del acto conyugal”.
[DP (1984), 230]
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1. Per oggi abbiamo scelto il tema della “paternità e maternità responsabili” alla luce della Costituzione “Gaudium et Spes” e dell’Enciclica “Humanae Vitae”.
La Costituzione conciliare, nell’affrontare l’argomento, si limita a ricordare le premesse fondamentali; il documento pontificio invece va oltre, dando a queste premesse contenuti più concreti.
Il testo conciliare suona così: “...Quando si tratta di comporre l’amore coniugale con la trasmissione responsabile della vita, il carattere morale del comportamento non dipende solo dalla sincera intenzione e dalla valutazione dei motivi, ma va determinato da criteri oggettivi, che hanno il loro fondamento nella natura stessa della persona umana e dei suoi atti e sono destinati a mantenere in un contesto di vero amore l’integro senso della mutua donazione e della procreazione umana; e tutto ciò non sarà possibile se non venga coltivata con sincero animo la virtù della castità coniugale” (1).
E il Concilio aggiunge: “I figli della Chiesa, fondati su questi principii, nel regolare la procreazione non potranno seguire strade che sono condannate dal Magistero” (2).
1. Gaudium et spes, 51 [1965 12 07c/51].
2. Ibid.
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2. Prima del passo citato (3), il Concilio insegna che i coniugi “adempiranno il loro dovere con umana e cristiana responsabilità e con docile riverenza verso Dio” (4). Il che vuol dire che “con riflessione e impegno comune si formeranno un retto giudizio, tenendo conto sia del proprio bene personale che di quello dei figli, tanto di quelli nati che di quelli che si prevede nasceranno, valutando le condizioni di vita del proprio tempo e del proprio stato di vita, nel loro aspetto tanto materiale, che spirituale; e, infine, salvaguardando la scala dei valori del bene della comunità familiare, della società temporale e della stessa Chiesa” (5).
A questo punto seguono parole particolarmente importanti per determinare con maggiore precisione il carattere morale della “paternità e maternità responsabili”. Leggiamo: «Questo giudizio, in ultima analisi, lo devono formulare, davanti a Dio, gli sposi stessi” (6).
E proseguendo: “Però nella loro linea di condotta i coniugi cristiani siano consapevoli che non possono procedere a loro arbitrio, ma devono sempre essere retti da una coscienza che sia conforme alla legge divina stessa, docili al Magistero della Chiesa, che in modo autentico quella legge interpreta alla luce del Vangelo. Tale legge divina manifesta il significato pieno dell’amore coniugale, lo salvaguarda e lo sospinge verso la sua perfezione veramente umana” (7).
3. Cfr. ibid. 50 [1965 12 07c/50].
4. Ibid.
5. Ibid.
6. Gaudium et spes, 50 [1965 12 07c/50].
7. Ibid.
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3. La Costituzione conciliare, limitandosi a ricordare le premesse necessarie per una “paternità e maternità responsabili”, le ha rilevate in maniera del tutto univoca, precisando gli elementi costitutivi di tale paternità e maternità, cioè il giudizio maturo della coscienza personale nel suo rapporto con la legge divina, autenticamente interpretata dal Magistero della Chiesa.
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4. L’Enciclica “Humanae Vitae”, basandosi sulle medesime premesse, prosegue oltre, offrendo indicazioni concrete. Lo si vede prima nel modo di definire la “paternità responsabile” 8. Paolo VI cerca di precisare questo concetto, risalendo ai suoi vari aspetti ed escludendo in anticipo la sua riduzione ad uno degli aspetti “parziali”, come fanno coloro che parlano esclusivamente di controllo delle nascite. Fin dall’inizio, infatti, Paolo VI è guidato nella sua argomentazione da una concezione integrale dell’uomo (9) e dell’amore coniugale (10).
8. PAULI VI, Humanae vitae, 10 [1968 07 25/10].
9. Cfr. PAULI VI, Humanae vitae, 7 [1968 07 25/7].
10. Cfr. ibid. 8, 9 [1968 07 25/8, 9].
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5. Si può parlare di responsabilità nell’esercizio della funzione paterna e materna sotto diversi aspetti. Così, egli scrive, “in rapporto ai processi biologici, paternità responsabile significa conoscenza e rispetto delle loro funzioni: l’intelligenza scopre, nel potere di dare la vita, leggi biologiche che fanno parte della persona umana” (11). Quando poi si tratta della dimensione psicologica delle “tendenze dell’istinto e delle passioni, la paternità responsabile significa il necessario dominio che la ragione e la volontà devono esercitare su di esse” (12).
Supposti i suddetti aspetti intra-personali e aggiungendo ad essi “le condizioni economiche e sociali”, occorre riconoscere che “la paternità responsabile si esercita, sia con la deliberazione ponderata e generosa di far crescere una famiglia numerosa, sia con la decisione, presa per gravi motivi e nel rispetto della legge morale, di evitare temporaneamente ed anche a tempo indeterminato, una nuova nascita” (13).
Ne consegue che nella concezione della “paternità responsabile” è contenuta la disposizione non soltanto ad evitare “una nuova nascita” ma anche a far crescere la famiglia secondo i criteri della prudenza.
In questa luce, in cui bisogna esaminare e decidere la questione della “paternità responsabile”, resta sempre centrale “l’ordine morale oggettivo, stabilito da Dio, e di cui la retta coscienza è fedele interprete” (14).
11. Ibid. 10 [1968 07 25/10].
12. Ibid.
13. PAULI VI, Humanae vitae, 10 [1968 07 25/10].
14. Ibid.
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6. I coniugi adempiono in questo ambito “i propri doveri verso Dio, verso se stessi, verso la famiglia e verso la società, in una giusta gerarchia dei valori” (15). Non si può dunque parlare qui di “procedere a proprio arbitrio”. Al contrario, i coniugi devono “conformare il loro agire all’intenzione creatrice di Dio” (16).
A partire da questo principio l’Enciclica fonda la sua argomentazione sull’“intima struttura dell’atto coniugale” e sulla “conessione inscindibile dei due significati dell’atto coniugale” (17); il che è stato già in precedenza riferito. Il relativo principio della morale coniugale risulta essere, pertanto, la fedeltà al piano divino, manifestato nella “intima struttura dell’atto coniugale” e nella “connessione inscindibile dei due significati dell’atto coniugale”.
[Insegnamenti GP II, 7/2, 144-147]
15. Ibid.
16. Ibid.
17. Cfr. ibid., 12 [1968 07 25/12].