[1193] • JUAN PABLO II (1978-2005) • LA RESPUESTA A LOS INTERROGANTES SOBRE EL MATRIMONIO Y LA PROCREACIÓN ESTÁ EN EL ÁMBITO BÍ BLICO-TEOLÓGICO
Alocución L’insieme della catechesi, en la Audiencia General, 28 noviembre 1984
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1. El conjunto de las catequesis que comencé hace más de cuatro años y concluyo hoy, puede figurar bajo el título “El amor humano en el plan divino” o, con mayor precisión, “La redención del cuerpo y la sacramentalidad del matrimonio”. Todas ellas se dividen en dos partes.
La primera parte está dedicada al análisis de las palabras de Cristo que resultan apropiadas para abrir el tema presente. Dichas palabras se han analizado ampliamente en la globalidad del texto evangélico; y, después de la reflexión de varios años, se ha convenido en poner de relieve los tres textos que se estudian en dicha primera parte de la catequesis.
Ocupa el primer lugar el texto en que Cristo se refiere “al principio” en la conversación con los fariseos sobre la unidad e indisolubilidad del matrimonio (cfr. Mt 19, 9; Mc 10, 6-9). Luego, están las palabras pronunciadas por Cristo en el Sermón de la Montaña sobre la “concupiscencia” en cuanto “adulterio cometido en el corazón” (cfr. Mt 5, 28). Y, en fin, vienen las palabras transmitidas por todos los sinópticos en las que Cristo hace referencia a la resurrección de los cuerpos en el “otro mundo” (cfr. Mt 22, 30; Mc 12, 25; Lc 20, 35).
La segunda parte de la catequesis está dedicada al análisis del sacramento a partir de la Carta a los Efesios (Ef 5, 22-33) que nos lleva al “principio” bíblico del matrimonio expresado en estas palabras del Libro del Génesis: “...dejará el hombre a su padre y a su madre; y se adherirá a su mujer y vendrán a ser los dos una sola carne” (Gén 2, 24).
La catequesis de la primera y segunda parte emplean repetidamente el término “teología del cuerpo”. En cierto sentido éste es un término “de trabajo”. La introducción del término y concepto de “teología del cuerpo” era necesaria para fundamentar el tema de “La redención del cuerpo y la sacramentalidad del matrimonio” sobre una base más amplia. En efecto, es menester hacer notar enseguida que el término “teología del cuerpo” rebasa ampliamente el contenido de las reflexiones que se han hecho. Estas reflexiones no abarcan muchos aspectos que por su objeto pertenecen a la teología del cuerpo (como, por ejemplo, el problema del sufrimiento y la muerte, tan acusado en el mensaje bíblico). Hay que decirlo claramente. Asimismo es necesario reconocer, de modo explícito, que las reflexiones sobre el tema de “La redención del cuerpo y la sacramentalidad del matrimonio” pueden hacerse correctamente partiendo del momento en que la luz de la Revelación afecta a la realidad del cuerpo humano (o sea, sobre la base de la “teología del cuerpo”). Esto se ve confirmado, por lo demás, en las palabras del Libro del Génesis: “vendrán a ser los dos una sola carne”, palabras que originaria y semánticamente están en la base de nuestro tema.
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2. Las reflexiones sobre el sacramento del matrimonio se han desarrollado teniendo en cuenta las dos dimensiones esenciales en este sacramento (al igual que en todos los demás), es decir, la dimensión de la alianza y de la gracia, y la dimensión del signo.
A través de estas dos dimensiones nos hemos fijado continuamente en las reflexiones sobre la teología del cuerpo, unidas a través de las palabras-clave de Cristo. A estas reflexiones hemos llegado también emprendiendo, al final de este ciclo de catequesis, el estudio de la Encíclica “Humanae Vitae”.
La doctrina contenida en este documento de la enseñanza contemporánea de la Iglesia, está en relación orgánica con la sacramentalidad del matrimonio, asimismo, con toda la problemática bíblica de la teología del cuerpo, centrada en las “palabras clave” de Cristo. En cierto sentido puede decirse que todas las reflexiones sobre la “redención del cuerpo y de la sacramentalidad del matrimonio”, constituyen un amplio comentario a la doctrina contenida en la misma Encíclica “Humanae Vitae”.
Tal comentario parece bastante necesario. Efectivamente, al dar respuesta a algunos interrogantes de hoy, en el ámbito de la moral conyugal y familiar, la Encíclica ha suscitado, al mismo tiempo, otros interrogantes, como sabemos, de naturaleza bio-médica. Pero también (o mejor, sobre todo) son interrogantes de naturaleza teológica, pertenecen al ámbito de la antropología y la teología que hemos denominado “teología del cuerpo”.
Se han hecho las reflexiones afrontando los interrogantes surgidos en relación con la Encíclica “Humanae Vitae”. La reacción que ha producido la Encíclica confirma la importancia y dificultad de tales interrogantes. Los han puesto de relieve también aclaraciones posteriores del mismo Pablo VI, donde indicaba la posibilidad de profundizar en la exposición de la verdad cristiana en este sector.
Lo reafirmó también la Exhortación “Familiaris Consortio”, fruto del Sínodo de los Obispos de 1980, “De muneribus familiae christianae”. Este documento contiene un llamamiento dirigido en especial a los teólogos, a elaborar de modo más completo los aspectos bíblicos y personalistas de la doctrina contenida en la “Humanae Vitae”.
Asumir los interrogantes planteados por la Encíclica quiere decir formularlos y buscarles respuesta al mismo tiempo. La doctrina contenida en la “Familiaris Consortio” pide que tanto la formulación de los interrogantes como la búsqueda de una respuesta adecuada, se concentren sobre los aspectos bíblicos y personalistas. Dicha doctrina indica asimismo la dirección del desarrollo de la teología del cuerpo, la dirección del desarrollo y, por tanto, también la dirección de su completamiento y profundización progresivos.
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3. En el análisis de los aspectos bíblicos habla del modo de enraizar en la revelación la doctrina proclamada por la Iglesia contemporánea. Esto es importante para el desarrollo de la teología. El desarrollo, o sea, el progreso de la teología, se realiza de hecho acudiendo continuamente al estudio del depósito revelado.
El enraizamiento de la doctrina proclamada por la Iglesia en toda la Tradición y en la misma Revelación divina está abierto siempre a los interrogantes planteados por el hombre y se sirve incluso de los instrumentos más conformes con la ciencia moderna y la cultura de hoy. Parece que en este sector el acentuado desarrollo de la antropología filosófica (especialmente de la antropología que se halla en la base de la ética) se encuentra muy de cerca con los interrogantes suscitados por la Encíclica “Humanae Vitae” respecto de la teología, y sobre todo de la ética teológica.
El análisis de los aspectos personalistas de la doctrina conte nida en este documento tiene un significado existencial para establecer en qué consiste el progreso verdadero, es decir, el desarrollo del hombre. Efectivamente, en toda la civilización contemporánea –especialmente en la civilización occidental– hay una tendencia oculta, pero al mismo tiempo bastante explícita, a medir este progreso con el baremo de las “cosas”, es decir de los bienes materiales.
El análisis de los aspectos personales de la doctrina de la Iglesia, contenida en la Encíclica de Pablo VI, pone en evidencia una llamada decidida a medir el progreso del hombre con el baremo de la “persona”, o sea, de lo que es un bien del hombre en cuanto hombre y que corresponde a su dignidad esencial.
El examen de los aspectos personalistas lleva a la convicción de que la Encíclica presenta como problema fundamental el punto de vista del desarrollo auténtico del hombre; en efecto, en términos generales, dicho desarrollo se mide con el baremo de la ética y no sólo de la “técnica”.
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4. Las catequesis dedicadas a la Encíclica “Humanae Vitae” constituyen sólo una parte, la final, de las que han tratado de la redención del cuerpo y la sacramentalidad del matrimonio.
Si llamo más la atención concretamente sobre estas últimas catequesis, lo hago no sólo porque el tema tratado en ella está unido más íntimamente a nuestra contemporaneidad, sino sobre todo porque de él nacen los interrogantes que impregnan en cierto sentido el conjunto de nuestras reflexiones. Por consiguiente, esta parte final no ha sido añadida artificialmente al conjunto, sino que le está unida orgánica y homogéneamente. En cierto sentido, la parte colocada al final en la disposición global, se encuentra a la vez en el comienzo de este conjunto. Esto es importante desde el punto de vista de la estructura y del método.
Igualmente el momento histórico parece tener su significación; de hecho, estas catequesis se iniciaron en el tiempo de los preparativos del Sínodo de los Obispos de 1980 sobre el tema del matrimonio y la familia (“De muneribus familiae christianae”), y se concluyen después de la publicación de la Exhortación “Familiaris Consortio” que es fruto del trabajo de este Sínodo. De todos es sabido que el Sínodo de 1980 hizo referencia también a la Encíclica “Humanae Vitae”, y reafirmó plenamente su doctrina.
De todos modos, el momento más importante parece ser el esencial que, en el conjunto de las reflexiones realizadas, puede precisarse de la manera siguiente: para afrontar los interrogantes que suscita la Encíclica “Humanae Vitae” sobre todo en teología, para formular dichos interrogantes y buscarles respuesta, es necesario encontrar el ámbito bíblico teológico a que nos referimos cuando hablamos de “redención del cuerpo y sacramentalidad del matrimonio”. En este ámbito se encuentran las respuestas a los interrogantes perennes de la conciencia de hombres y mujeres, y también a los difíciles interrogantes de nuestro mundo contemporáneo respecto del matrimonio y la procreación.
[DP (1984), 333]
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1. L’insieme delle catechesi che ho iniziato da oltre 4 anni e che oggi concludo, può essere compreso sotto il titolo “L’amore umano nel piano divino” o, con maggior precisione: “La redenzione del corpo e la sacramentalità del matrimonio”. Esse si dividono in due parti.
La prima parte è dedicata all’analisi delle parole di Cristo, che risultano adatte ad aprire il tema presente. Queste parole sono state analizzate a lungo nella globalità del testo evangelico: e in seguito alla pluriennale riflessione si è convenuto di porre in rilievo i tre testi, che sono sottoposti all’analisi appunto nella prima parte delle catechesi.
C’è anzitutto il testo in cui Cristo si riferisce “al principio” nel colloquio con i farisei sull’unità ed indissolubilità del matrimonio (1). Proseguendo, ci sono le parole pronunziate da Cristo nel Discorso della Montagna sulla “concupiscenza” come “adulterio commesso nel cuore” (2). Infine ci sono le parole trasmesse da tutti i sinottici, in cui Cristo si richiama alla risurrezione dei corpi nell’“altro mondo” (3).
La parte seconda della catechesi è stata dedicata all’analisi del sacramento in base alla Lettera agli Efesini (4) che si riporta al biblico “principio” del matrimonio espresso nelle parole del Libro della Genesi: “... L’uomo abbandonerà suo padre e sua madre e si unirà a sua moglie e i due saranno una sola carne” (5).
Le catechesi della prima e della seconda parte si servono ripetutamente del termine “teologia del corpo”. Questo, in certo senso, è un termine “di lavoro”. L’introduzione del termine e del concetto di “teologia del corpo” era necessaria per fondare il tema: “La redenzione del corpo e la sacramentalità del matrimonio” su una base più ampia. Bisogna infatti osservare subito che il termine “teologia del corpo” oltrepassa ampiamente il contenuto delle riflessioni fatte. Queste riflessioni non comprendono molteplici problemi che, riguardo al loro oggetto, appartengono alla teologia del corpo (come per es, il problema della sofferenza e della morte, così rilevante nel messaggio biblico). Occorre dirlo chiaramente. Nondimeno, bisogna anche riconoscere in modo esplicito che le riflessioni sul tema: “La redenzione del corpo e la sacramentalità del matrimonio” possono essere svolte correttamente, partendo dal momento in cui la luce della Rivelazione tocca la realtà del corpo umano (ossia sulla base della “teologia del corpo”). Ciò è confermato, tra l’altro, dalle parole del Libro della Genesi: “I due saranno una sola carne”, parole che originariamente e tematicamente stanno alla base del nostro argomento.
1. Cfr. Matth. 19, 9; Marc. 10, 6-9.
2. Cfr. Matth. 5, 28.
3. Cfr. ibid. 22, 30; Marc. 12, 25; Luc. 20, 35.
4. Eph. 5, 22-33.
5. Gen. 2, 24.
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2. Le riflessioni sul sacramento del matrimonio sono state condotte nella considerazione delle due dimensioni essenziali a questo sacramento (come ad ogni altro), cioè la dimensione dell’Alleanza e della grazia e la dimensione del segno.
Attraverso queste due dimensioni siamo risaliti continuamente alle riflessioni sulla teologia del corpo, unite alle parole-chiave di Cristo. A queste riflessioni siamo risaliti anche intraprendendo, alla fine di tutto questo ciclo di catechesi, l’analisi dell’Enciclica “Humanae Vitae”.
La dottrina contenuta in questo documento dell’insegnamento contemporaneo della Chiesa resta in rapporto organico sia con la sacramentalità del matrimonio sia con tutta la problematica biblica della teologia del corpo, centrata sulle “parole-chiave” di Cristo. In un certo senso si può perfino dire che tutte le rifessioni che trattano della “redenzione del corpo e della sacramentalità del matrimonio”, sembrano costituire un ampio commento alla dottrina contenuta appunto nell’Enciclica “Humanae Vitae”.
Tale commento sembra assai necessario. L’Enciclica infatti, nel dare risposta ad alcuni interrogativi di oggi nell’ambito della morale coniugale e familiare, al tempo stesso ha suscitato anche altri interrogativi, come sappiamo, di natura bio-medica. Ma, anche (ed anzitutto) essi sono di natura teologica, appartengono a quell’ambito dell’antropologia e teologia, che abbiamo denominato “teologia del corpo”.
Le riflessioni fatte consistono nell’affrontare gli interrogativi sorti in rapporto all’Enciclica “Humanae Vitae”. La reazione, che ha suscitato l’Enciclica, conferma l’importanza e la difficoltà di questi interrogativi. Essi sono riaffermati anche dagli ulteriori enunciati di Paolo VI, ove egli rilevava la possibilità di approfondire l’esposizione della verità cristiana in questo settore.
Lo ha ribadito inoltre l’esortazione “Familiaris Consortio”, frutto del Sinodo dei Vescovi del 1980: “De muneribus familiae christianae”. Il documento contiene un appello, diretto particolarmente ai teologi, ad elaborare in modo più completo gli aspetti biblici e personalistici della dottrina contenuta nella “Humanae Vitae”.
Cogliere gli interrogativi suscitati dall’Enciclica vuol dire formularli e al tempo stesso ricercarne la risposta. La dottrina contenuta nella “Familiaris Consortio” chiede che sia la formulazione degli interrogativi, sia la ricerca di una adeguata risposta si concentrino sugli aspetti biblici e personalistici. Tale dottrina indica anche l’indirizzo di sviluppo della teologia del corpo, la direzione dello sviluppo e pertanto anche la direzione del suo progressivo completarsi ed approfondirsi.
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3. L’analisi degli aspetti biblici parla del modo di radicare la dottrina proclamata dalla Chiesa contemporanea nella Rivelazione. Ciò è importante per lo sviluppo della teologia. Lo sviluppo, ossia il progresso della teologia, si attua infatti attraverso un continuo riprendere lo studio del deposito rivelato.
Il radicamento della dottrina proclamata dalla Chiesa in tutta la Tradizione e nella stessa Rivelazione divina è sempre aperto agli interrogativi posti dall’uomo e si serve anche degli strumenti più conformi alla scienza moderna e alla cultura di oggi. Sembra che in questo settore l’intenso sviluppo dell’antropologia filosofica (in particolare dell’antropologia che sta alla base dell’etica) s’incontri molto da vicino con gli interrogativi suscitati dall’Enciclica “Humanae Vitae” nei riguardi della teologia e specialmente dell’etica teologica.
L’analisi degli aspetti personalistici della dottrina contenuta in questo documento ha un significato esistenziale per stabilire in che cosa consista il vero progresso, cioè lo sviluppo dell’uomo. Esiste infatti in tutta la civiltà contemporanea –specie nella civiltà occidentale– un’occulta ed insieme abbastanza esplicita tendenza a misurare questo progresso con la misura delle “cose”, cioè dei beni materiali.
L’analisi degli aspetti personalistici della dottrina della Chiesa, contenuta nell’Enciclica di Paolo VI, mette in evidenza un appello risoluto a misurare il progresso dell’uomo con la misura della “persona”, ossia di ciò che è un bene dell’uomo come uomo. che corrisponde alla sua essenziale dignità.
L’analisis degli aspetti personalistici porta alla convinzione che l’Enciclica presenta come problema fondamentale il punto di vista dell’autentico sviluppo dell’uomo; tale sviluppo si misura infatti, in linea di massima, con la misura dell’etica e non soltanto della “tecnica”.
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4. Le catechesi dedicate all’Enciclica “Humanae Vitae” costituiscono solo una parte, la parte finale, di quelle che hanno trattato della redenzione del corpo e la sacramentalità del matrimonio.
Se richiamo particolarmente l’attenzione proprio a queste ultime catechesi, lo faccio non solo perchè il tema da esse trattato è più strettamente unito alla nostra contemporaneità, ma anzitutto per il fatto che da esso provengono gli interrogativi, che permeano, in certo senso, l’insieme delle nostre riflessioni. Ne consegue che questa parte finale non è artificiosamente aggiunta all’insieme, ma è unita con esso in modo organico ed omogeneo. In certo senso, quella parte che nella disposizione complessiva è collocata alla fine, si trova in pari tempo all’inizio di quest’insieme. Già è importante dal punto di vista della struttura e del metodo.
Anche il momento storico sembra avere il suo significato: difatti, le presenti catechesi sono state iniziate nel periodo dei preparativi al Sinodo dei Vescovi 1980 sul tema del matrimonio e della famiglia (“De muneribus familiae christianae”), e terminano dopo la pubblicazione dell’esortazione “Familiaris Consortio”, che è frutto dei lavori di questo Sinodo. È a tutti noto che il Sinodo 1980 ha fatto riferimento anche all’Enciclica “Humanae Vitae” e ne ha riconfermato pienamente la dottrina.
Tuttavia, il momento più importante sembra quello essenziale, che, nell’insieme delle riflessioni compiute, si può precisare nel modo seguente: per affrontare gli interrogativi che suscita l’Enciclica “Humanae Vitae”, soprattutto in teologia, per formulare tali interrogativi e cercarne la risposta, occorre trovare quell’ambito biblico-teologico, a cui si allude quando parliamo di “redenzione del corpo e di sacramentalità del matrimonio”. In questo ambito si trovano le risposte ai perenni interrogativi della coscienza di uomini e donne, e anche ai difficili interrogativi del nostro mondo contemporaneo a riguardo del matrimonio e della procreazione.
[Insegnamenti, GP II, 7/2, 1316-1320]