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Magisterio sobre amor, matrimonio y familia <br /> <b>Warning</b>: Undefined variable $titulo in <b>/var/www/vhosts/enchiridionfamiliae.com/httpdocs/cabecera.php</b> on line <b>29</b><br />
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[1228] • JUAN PABLO II (1978-2005) • RESPONSABILIDAD DE LOS PADRES EN LA EDUCACIÓN DE LOS HIJOS

Del Discurso Vous aviez, a los participantes en un Congreso con motivo del XX Aniversario de la Declaración Conciliar Gravissimum educationis, 5 noviembre 1985

1985 11 05 0003

3. En nuestro mundo tal como está, y que hemos de amar a fin de salvarlo, los jóvenes que frecuentan las instituciones católicas –y todos los demás– tienen necesidad de ser protegidos del materialismo creciente, del hedonismo reinante, y ser guiados con bondad y firmeza hacia las cimas de la verdad innegable y del amor oblativo. Por eso, me dirijo con todas mis fuerzas a los padres. Ciertamente sé que muchas familias cristianas sufren desconciertos en la sociedad pluralista contemporánea ante la divergencia de opiniones que la caracteriza. Precisamente ahora más que nunca es el tiempo de asociarse los padres cristianos. En numerosos países esas asociaciones desempeñan una excelente función. Contribuyen además a la creación de una amistad humana entre las familias. Ayudan igualmente a los padres a comprender mejor los cambios socio-culturales de la actualidad, y a utilizar los métodos educativos más apropiados, tanto en el plano humano como en el religioso, en colaboración con las fuerzas educativas escolares. La paternidad y la maternidad según una visión típicamente cristiana, es una especie de alumbramiento prolongado y de alguna manera más delicado que la primera gestación. ¡La combinación de conversaciones y silencios, de condescendencias y firmezas, de los ejemplos aunados del padre y de la madre pueden favorecer o comprometer el desarrollo armonioso de los niños, hasta su abandono del hogar familiar! Queridos padres aquí presentes, o que tendréis noticias de estas palabras, no desaprovechéis ocasión alguna para promover y defender la educación cristiana. Vuestros hijos y los jóvenes en general tienen necesidad de andar por la vida con certezas sobre el sentido de la existencia humana y la manera más noble de vivirla. Vuestra misión, en este campo, es difícil y magnífica. El encuentro personal de los jóvenes con Cristo colmará abundantemente vuestro esfuerzo. Él es “el camino, la verdad y la vida” (3). Sin ceder en nada a la vanagloria, se debe afirmar que la educación cristiana en la familia y en las instituciones católicas –cuyo derecho a existir es defendido y reconocido en concreto– constituye un servicio indispensable de toda sociedad verdaderamente democrática y de una civilización que rechace el materialismo teórico y práctico.