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Magisterio sobre amor, matrimonio y familia <br /> <b>Warning</b>: Undefined variable $titulo in <b>/var/www/vhosts/enchiridionfamiliae.com/httpdocs/cabecera.php</b> on line <b>29</b><br />
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[1230] • JUAN PABLO II (1978-2005) • SOBRE LOS MÉTODOS NATURALES DE PROCREACIÓN

Del Discurso Con gioia profonda, a los participantes en un Curso sobre la Regulación Natural de la Fecundidad organizado por la Facultad de Medicina y Cirugía de la Universidad Católica del Sacro Cuore, 13 diciembre 1985

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1. [...] Quiero manifestaros mi alabanza por vuestra sensibilidad ante este problema tan delicado y actual, que está pidiendo soluciones claras y concretas; por vuestra confianza en el Magisterio de la Iglesia, que enseña en nombre de Dios y solamente por el bien de cada persona, de las familias, de la sociedad y que indica el plan divino para vivir una vida conyugal profundamente consciente de su dignidad.

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2. Personas expertas y cualificadas, dentro de la serie de reuniones en las que habéis participado, os han dado luz para conocer la corporeidad y sus ritmos de fertilidad, las motivaciones morales y personales de la regulación de la natalidad, las condiciones humanas, físicas y psíquicas, imprescindibles en la comprensión y la vivencia del matrimonio a la luz del plan providencial de Dios. Por vuestro claro sentido de responsabilidad habéis de transmitir estas enseñanzas a los diversos ambientes eclesiales y sociales en que urge promover una auténtica vida moral. Os animo a que tengáis serenidad y confianza. Como aparece en la Familiaris consortio, “el orden moral no puede ser algo mortificante para el hombre ni algo impersonal; al contrario, respondiendo a las exigencias más profundas del hombre creado por Dios, se pone al servicio de su humanidad plena, con el amor delicado y vinculante con que Dios mismo inspira, sostiene y guía a cada criatura hacia su felicidad” (n. 34).

Que el Señor os ilumine y acompañe siempre en este empeño vuestro para formar, en los diversos ambientes, conciencias auténticamente cristianas, que sepan comprender el verdadero querer de Dios sobre la vida humana y el deber de protegerla y de acogerla.

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3. No hay duda de que vuestro deber resulta difícil, puesto que las informaciones y el conocimiento de los métodos naturales en orden a conseguir una maternidad responsable han de apoyarse en una correcta antropología, y reclaman, por esta razón, educación y autocontrol, y consiguientemente el aprecio de la castidad y la valoración de la dimensión espiritual del amor, que sintetiza y sublima las llamadas del instinto y la inclinación de los sentimientos. También el empeño en la mortificación tiene como finalidad la expresión de un amor auténticamente personal, capaz de una ascesis diaria, de mutua comprensión y de paciencia.

Urge contemplar el matrimonio y, por lo tanto, el uso de la sexualidad, a la luz del Misterio Pascual de Cristo, que comporta lógicamente sufrimiento y sacrificio, victoria y gozo, porque ilumina, purifica, eleva y sana. Pablo VI en la Encíclica Humanae vitae escribía lo siguiente: “El dominio del instinto mediante la razón y la voluntad libre, impone sin ningún género de duda una ascética para que las manifestaciones afectivas de la vida conyugal estén en conformidad con el orden recto y particularmente para observar la continencia periódica. Esta disciplina, propia de la pureza de los esposos, lejos de perjudicar el amor conyugal, le confiere un valor humano más sublime. Exige un esfuerzo continuo, pero en virtud de su influjo beneficioso, los cónyuges desarrollan íntegramente su personalidad, enriqueciéndose de valores espirituales” (n. 21).

La enseñanza sobre los métodos naturales no puede disociarse, por tanto, de una clara vivencia de la vida interior, alimentada en la oración y en la confianza en Dios, y también mediante una constante educación en la petición de la gracia divina, en el uso frecuente de los sacramentos de la Eucaristía y de la Reconciliación, en la responsabilidad en el ámbito de la caridad. No se trata, por lo tanto, de una mera cuestión biológica y psicológica, sino de toda una concepción y práctica de vida enraizada en la “Palabra de Dios”, que da luz a la naturaleza y al destino del hombre, y, por consiguiente, empapados de una perspectiva de eternidad.

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4. En la “Relación Final” del reciente Sínodo Extraordinario, celebrado en el veinte aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II, los Padres Sinodales han escrito entre otras cosas: “Por todas partes en el mundo, la transmisión de la fe y de los valores morales, que proceden del Evangelio, a la generación próxima (a los jóvenes) está hoy en peligro. El conocimiento de la fe y el requerimiento del orden moral, se reducen frecuentemente a un mínimo. Se requiere, por tanto, un nuevo esfuerzo en la evangelización y en la catequesis integral y sistemática” (II, B; a, 21).

Aceptad también vosotros con empeño la responsabilidad de este esfuerzo en el anuncio integral de la doctrina moral de la Iglesia, en orden a la formación cristiana de los jóvenes y de las familias. [...]

[DP (1985), 307]