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Magisterio sobre amor, matrimonio y familia <br /> <b>Warning</b>: Undefined variable $titulo in <b>/var/www/vhosts/enchiridionfamiliae.com/httpdocs/cabecera.php</b> on line <b>29</b><br />
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[1252] • JUAN PABLO II (1978-2005) • LA FAMILIA COMO “IGLESIA DOMÉSTICA”

Del Saludo a unos grupos familiares, 6 abril 1986

1986 04 06 0002

[2.–] Debo pues expresar mi gratitud por el hecho de que esta parroquia trata de hacerse, de ser una familia del pueblo de Dios, también en toda familia: es muy hermoso todo esto, el testimonio de las familias que tratan de vivir el espíritu de la familia cristiana, del sacramento del matrimonio, según el importante documento postsinodal “Familiaris Consortio”. Debo deciros que la atención a la familia ha sido para mí, primero como sacerdote joven y después como obispo, una tarea de primer orden, de primerísima importancia. Y una vez llegado aquí para ser, por voluntad de Dios, obispo de Roma, he tenido, entre las primeras tareas, la del Sínodo sobre la familia. De este Sínodo ha salido el documento-resumen “Familiaris Consortio”, que ahora sirve a las familias de todo el mundo, a los recién casados para penetrar en este gran misterio, en este sacramento –como decía San Pablo– que es la familia. Un sacramento grande en la Iglesia de Cristo, porque nuestro Redentor, Él mismo, como vemos en la Carta a los de Éfeso, según la tradición del Antiguo Testamento, se muestra como Esposo de la Iglesia. Así este sacramento está verdaderamente inserto, desde el mismo principio, en la estructura querida por Dios, en la Iglesia. La Iglesia construye la familia y es construida por ella. De esta manera la Iglesia transmite a la familia su propia característica: en efecto, ya desde los tiempos apostólicos se llama, a la familia, Iglesia doméstica, “ecclesiola”. Os deseo de todo corazón, por tanto, que esta enseñanza de la Iglesia de nuestro tiempo contenida en la “Familiaris Consortio” os sirva de instrumento para encontrar la plenitud de Dios, de la vida cristiana en los matrimonios y en las familias, en las vocaciones de sus miembros, en las vocaciones de los padres, de los educadores, que es una espléndida vocación. Pero hay que profundizar en ella e identificarla, hay que vivirla según ese espíritu que se os ha dado por Dios mismo y por la Iglesia.