[1321] • JUAN PABLO II (1978-2005) • DEBERES Y DERECHOS DE LOS PADRES EN LA EDUCACIÓN DE LOS HIJOS
Del Discurso I thank all of you, a los Representantes de las Escuelas Católicas y Educadores Religiosos en Nueva Orleáns (Estados Unidos), 12 septiembre 1987
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5. Permitidme, hermanas y hermanos, mencionar brevemente una cuestión de especial importancia para la Iglesia. Me refiero a los derechos y deberes de los padres en la educación de sus hijos. El Concilio Vaticano II ha expresado claramente la posición de la Iglesia: “Puesto que los padres han dado la vida a los hijos, están gravemente obligados a la educación de la prole y, por tanto, ellos son los primeros y obligados educadores” (2). En comparación con la función educadora de cualquier otro, la suya es la primera; es también insustituible e inalienable. A nadie le está permitido tratar de usurpar esa responsabilidad única (3). Jamás se podrá penalizar a los padres que intentan proporcionar a sus hijos una educación conforme a sus creencias.
Los padres deben conseguir que sus propios hogares sean lugares donde se vivan los valores espirituales y morales. Tienen derecho a conseguir que la fe de sus hijos sea respetada y protegida. Como educadores os dais cuenta acertadamente de que vuestra función consiste en ayudar a los padres que son los primeros responsables. Son encomiables los esfuerzos que ponéis por comprometerlos en la totalidad del esfuerzo educativo. Éste es un campo en que los pastores y los demás sacerdotes pueden proporcionar una ayuda relevante. A éstos deseo decirles: esforzaos a fondo por conseguir que las actividades educativas religiosas y, donde sea posible, las escuelas parroquiales sean parte importante de vuestra labor pastoral; ayudad y animad a los profesores, al personal administrativo y a los padres en ese quehacer. Pocos esfuerzos hay más importantes para el presente y futuro de la Iglesia y de la nación, como los que se hacen en el campo de la educación.
2. Gravissimum educationis, 3 [1965 10 28b/3].
3. Cfr. Familiaris consortio, 36 [1981 11 22/36].
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5. Permit me, brothers and sisters, to mention briefly something that is of special concern to the Church. I refer to the rights and duties of parents in the education of their children. The Second Vatican Council clearly enunciated the Church’s position: “Since parents have conferred life on their children, they have a most solemn obligation to educate their offspring. Hence, parents must be acknowledged as the first and foremost educators of their children” (2). In comparison with the educational role of all others their role is primary; it is also irreplaceable and inalienable. It would be wrong for anyone to attempt to usurp that unique responsability (3). Nor should parents in any way be penalized for choosing for their children an education according to their beliefs.
Parents need to ensure that their own homes are places where spiritual and moral values are lived. They are right to insist that their children’s faith he respected and fostered. As educators you correctly see your role as cooperating with parents in their primary responsibility. Your efforts to involve them in the whole educational process are commendable. This is an area in which pastors and other priests can be especially supportive. To these I wish to say: try to make every effort to ensure that religious education programs and, where possible, parish schools are an important part of your ministry; support and encourage teachers, administrators and parents in their work. Few efforts are more important for the present and future well-being of the Church and of the nation than efforts expended in the work of education.
[AAS 80 (1988), 756-757]
2. Gravissimum educationis, 3 [1965 10 28b/3].
3. Cfr. Familiaris consortio, 36 [1981 11 22/36].