[1462] • JUAN PABLO II (1978-2005) • LOS PECADOS CONTRA LA CASTIDAD
Del Catecismo de la Iglesia Católica, Parte 3, Sección 2, Capítulo II, Artículo 9: El noveno mandamiento, 11 octubre 1992
1992 10 11g 2514
2514. San Juan distingue tres especies de codicia o concupiscencia: la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y la soberbia de la vida (253). Siguiendo la tradición catequética católica, el noveno mandamiento proscribe la concupiscencia de la carne; el décimo prohíbe la codicia del bien ajeno.
1992 10 11g 2515
2515. En sentido etimológico, la “concupiscencia” puede designar toda forma vehemente de deseo humano. La teología cristiana le ha dado el sentido particular del movimiento del apetito sensible que contraría la obra de la razón humana. El apóstol S. Pablo la identifica a la lucha que la “carne” sostiene contra el “espíritu” (254). Procede de la desobediencia del primer pecado (255). Trastorna las facultades morales del hombre y, sin ser una falta en sí misma, le inclina a cometer pecados (256).
1992 10 11g 2516
2516. En el hombre, porque es un ser compuesto de espíritu y cuerpo, existe cierta tensión, tiene lugar una lucha de tendencias entre el “espíritu” y la “carne”. Pero, en realidad, esta lucha pertenece a la herencia del pecado. Es una consecuencia de él, y al mismo tiempo una confirmación. Forma parte de la experiencia cotidiana del combate espiritual:
“Para el Apóstol no se trata de discriminar o condenar el cuerpo, que con el alma espiritual constituye la naturaleza del hombre y su subjetividad personal, sino que trata de las obras –mejor dicho, de las disposiciones estables–, virtudes y vicios, moralmente buenas o malas, que son fruto de sumisión (en el primer caso) o bien de resistencia (en el segundo caso) a la acción salvífica del Espíritu Santo. Por ello el apóstol escribe: ‘si vivimos según el Espíritu, obremos también según el Espíritu’ (Ga 5, 25)” (257).
1992 10 11g 2517
I. La purificación del corazón
2517. El corazón es la sede de la personalidad moral: “de dentro del corazón salen las intenciones malas, asesinatos, adulterios, fornicaciones” (Mt 15, 19). La lucha contra la codicia de la carne pasa por la purificación del corazón:
“Mantente en la simplicidad, la inocencia y serás como los niños pequeños que ignoran el mal destructor de la vida de los hombres” (258).
1992 10 11g 2518
2518. La sexta bienaventuranza proclama: “Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios” (Mt 5, 8). Los “corazones limpios” designan a los que han ajustado su inteligencia y su voluntad a las exigencias de la santidad de Dios, principalmente en tres dominios: la caridad (259), la castidad o rectitud sexual (260), el amor de la verdad y la ortodoxia de la fe (261). Existe un vínculo entre la pureza del corazón, del cuerpo y de la fe:
Los fieles deben creer los artículos del Símbolo “para que, creyendo, obedezcan a Dios; obedeciéndole, vivan bien; viviendo bien, purifiquen su corazón; y purificando su corazón, comprendan lo que creen” (262).
1992 10 11g 2519
2519. A los “limpios de corazón” se les promete que verán a Dios cara a cara y que serán semejantes a él (263). La pureza de corazón es el preámbulo de la visión. Ya desde ahora esta pureza nos concede ver según Dios, recibir a otro como un “prójimo”; nos permite considerar el cuerpo humano, el nuestro y el del prójimo, como un templo del Espíritu Santo, una manifestación de la belleza divina.
1992 10 11g 2520
II. El combate por la pureza
2520. El Bautismo confiere al que lo recibe la gracia de la purificación de todos los pecados. Pero el bautizado debe seguir luchando contra la concupiscencia de la carne y los apetitos desordenados. Con la gracia de Dios lo consigue:
–mediante la virtud y el don de la castidad, pues la castidad permite amar con un corazón recto e indiviso;
–mediante la pureza de intención, que consiste en buscar el fin verdadero del hombre: con un ojo simple el bautizado se afana por encontrar y realizar en todo la voluntad de Dios (264);
–mediante la pureza de la mirada exterior e interior; mediante la disciplina de los sentidos y la imaginación; mediante el rechazo de toda complacencia en los pensamientos impuros que inclinan a apartarse del camino de los mandamientos divinos: “la vista despierta la pasión de los insensatos” (Sb 15, 5);
–mediante la oración:
“Creía que la continencia dependía de las propias fuerzas, las cuales no sentía en mí; siendo tan necio que no entendía lo que estaba escrito: [...] que nadie puede ser continente, si tú no se lo das. Y cierto que tú me lo dieras, si con interior gemido llamase a tus oídos, y con fe sólida arrojase en ti mi cuidado” (265).
1992 10 11g 2521
2521. La pureza exige el pudor. Éste es parte integrante de la templanza. El pudor preserva la intimidad de la persona. Designa el rechazo a mostrar lo que debe permanecer velado. Está ordenado a la castidad, cuya delicadeza proclama. Ordena las miradas y los gestos en conformidad con la dignidad de las personas y con la relación que existe entre ellas.
1992 10 11g 2522
2522. El pudor protege el misterio de las personas y de su amor. Invita a la paciencia y a la moderación en la relación amorosa; exige que se cumplan las condiciones del don y del compromiso definitivo del hombre y de la mujer entre sí. El pudor es modestia, inspira la elección de la vestimenta. Mantiene silencio o reserva donde se adivina el riesgo de una curiosidad malsana; se convierte en discreción.
1992 10 11g 2523
2523. Existe un pudor de los sentimientos como también un pudor del cuerpo. Este pudor rechaza, por ejemplo, los exhibicionismos del cuerpo humano propios de cierta publicidad o las incitaciones de algunos medios de comunicación a hacer pública toda confidencia íntima. El pudor inspira una manera de vivir que permite resistir a las solicitaciones de la moda y a la presión de las ideologías dominantes.
1992 10 11g 2524
2524. Las formas que adquiere el pudor varían de una cultura a otra. Sin embargo, en todas partes constituye la intuición de una dignidad espiritual propia al hombre. Nace con el despertar de la conciencia personal. Educar en el pudor a niños y adolescentes es despertar en ellos el respeto de la persona humana.
1992 10 11g 2525
2525. La pureza cristiana exige una purificación del clima social. Obliga a los medios de comunicación social a una información cuidadosa del respeto y de la discreción. La pureza de corazón libera del erotismo difuso y aparta de los espectáculos que favorecen el exhibicionismo y las imágenes indecorosas.
1992 10 11g 2526
2526. Lo que se llama permisividad de las costumbres se basa en una concepción errónea de la libertad humana; para llegar a su madurez, ésta necesita dejarse educar previamente por la ley moral. Conviene pedir a los responsables de la educación que impartan a la juventud una enseñanza respetuosa de la verdad, de las cualidades del corazón y de la dignidad moral y espiritual del hombre.
1992 10 11g 2527
2527. “La buena nueva de Cristo renueva continuamente la vida y la cultura del hombre caído; combate y elimina los errores y males que brotan de la seducción, siempre amenazadora, del pecado. Purifica y eleva sin cesar las costumbres de los pueblos. Con las riquezas de lo alto fecunda, consolida, completa y restaura en Cristo, como desde dentro, las bellezas y cualidades espirituales de cada pueblo o edad” (266).
[Asociación de Editores del Catecismo – Librería Editrice Vaticana, 660-663]
1992 10 11g 2514
2514. Sanctus Ioannes tres cupiditatis seu concupiscentiae distinguit species: concupiscentiam carnis, concupiscentiam oculorum et superbiam vitae (388). Secundum catholicam catecheticam traditionem, nonum praeceptum concupiscentiam vetat carnalem; decimum concupiscentiam prohibet boni alieni.
1992 10 11g 2515
2515. Sensu etymologico, “concupiscentia” omnem formam potest indicare humani optati. Theologia christiana eidem sensum particularem tribuit motus appetitus sensibilis qui operi rationis humanae adversatur. Sanctus Paulus eam rebellioni comparat quam “caro” ducit adversus “spiritum” (389). Illa ab inoboedientia procedit primi peccati (390). Eadem facultates morales perturbat hominis et, quin culpa sit in se ipsa, hunc ad peccata inclinat committenda (391).
1992 10 11g 2516
2516. Iam in homine, quia ipse ens compositum est, spiritus et corpus, quaedam inest contentio, quaedam tendentiarum initur pugna inter “spiritum” et “carnem”. Sed, revera, haec lucta ad hereditatem pertinet peccati, eius est consequentia et insimul confirmatio. Ipsa ad quotidianam experientiam dimicationis spiritualis pertinet:
“Liquet Apostolum nec discriminare nec condemnare corpus, quod cum anima spirituali efficit naturam hominis eiusque subiectivam indolem personalem; sed contra tractare de operibus vel potius de stabilibus habitibus –virtutibus et vitiis– moraliter bonis aut malis, quae sunt fructus oboedientiae (in priore casu) aut renisus (in altero casu) quoad actionem salvificam Spiritus Sancti. Quare Apostolus scribit: ‘Si vivimus Spiritu, Spiritu et ambulemus’ (Gal 5, 25)” (392).
1992 10 11g 2517
I. Purificatio cordis
2517. Cor sedes est personalitatis moralis: “De corde enim exeunt cogitationes malae, homicidia, adulteria, fornicationes” (Mt 15, 19). Pugna contra concupiscentiam carnalem purificationem implicat cordis et exercitium temperantiae:
“Simplicitatem tene et innocens esto et eris sicut infantes, qui ignorant nequitiam vitam hominum perdentem” (393).
1992 10 11g 2518
2518. Sexta beatitudo proclamat: “Beati mundo corde, quoniam ipsi Deum videbunt” (Mt 5, 8). “Munda corda” illos indicant qui suum intellectum suamque voluntatem sanctitatis Dei conformant exigentiis, praecipue in tribus ambitibus: in caritate (394), in castitate seu sexuali rectitudine (395), in amore veritatis et orthodoxiae fidei (396). Vinculum est inter puritatem cordis, corporis et fidei:
Fideles Symboli credere debent articulos, “ut credendo subiugentur Deo, subiugati recte vivant, recte vivendo cor mundent, corde mundato quod credunt intellegant” (397).
1992 10 11g 2519
2519. “Mundis cordibus” promittitur videre Deum facie ad faciem Eique esse similes (398). Cordis puritas condicio est praevia visioni. Hinc iam nobis praebet ut secundum Deum videamus, alterum accipiamus tamquam “proximum”; nobis permittit ut corpus humanum percipiamus, nostrum et illud proximi, tamquam templum Spiritus Sancti, manifestationem divinae pulchritudinis.
1992 10 11g 2520
II. Pro puritate dimicatio
2520. Baptismus ei, qui illum recipit, confert gratiam purificationis omnium peccatorum. Sed baptizatus pergere debet contra carnis concupiscentiam et cupiditates inordinatas certare. Cum gratia Dei ad id pervenit:
–virtute et dono castitatis, quia castitas corde recto et sine divisione amare permittit;
–intentionis puritate, quae consistit in intendendo ad verum hominis finem: baptizatus, oculo simplici, in omnibus voluntatem Dei invenire et adimplere nititur (399);
–puritate intuitus, exterioris et interioris; disciplina sensuum et imaginationis; reiectione omnis obsequentiae in impuris cogitationibus quae inclinant ad se avertendum a mandatorum divinorum via: “Aspectus insensatis in concupiscentiam venit” (Sap 15, 5);
–oratione:
“Propriarum virium credebam esse continentiam, quarum mihi non eram conscius, cum tam stultus essem, ut nescirem [...] neminem posse esse continentem, nisi Tu dederis. Utique dares, si gemitu interno pulsarem aures Tuas et fide solida in Te iactarem curam meam” (400).
1992 10 11g 2521
2521. Puritas postulat pudorem. Hic temperantiae est pars integralis. Pudor intimitatem praeservat personae. Indicat reiectionem develandi id quod occultum debet manere. Ad castitatem ordinatur, cuius etiam testatur circumspectionem. Intuitus et gestus dirigit dignitati personarum unionisque earum conformes.
1992 10 11g 2522
2522. Pudor mysterium protegit personarum et amoris earum. Ad patientiam invitat et ad moderationem in amoris relatione; postulat ut condiciones serventur doni et definitivae obligationis viri et mulieris inter se. Pudor est modestia. Vestium inspirat electionem. Silentium vel circumspectionem tenet, cum morbidae curiositatis pellucet periculum. Ipsa fit discretio.
1992 10 11g 2523
2523. Sensuum exstat pudor sicut etiam corporis. Ipse insurgit, exempli gratia, contra corporis humani exhibitiones quae illud ad insanam curiositatem fovendam in quibusdam pervulgationibus ostentant vel contra sollicitationem quorumdam mediorum communicationis ad nimis longe progrediendum in intimis secretis amicaliter commissis revelandis. Pudor quemdam vivendi modum inspirat qui permittit resistere sollicitationibus hodierni moris et impulsibus ideologiarum dominantium.
1992 10 11g 2524
2524. Formae, quas pudor induit, ab alia in aliam culturam variant. Ubique tamen ipse dignitatis spiritualis homini propriae permanet prae sensio. Nascitur expergefactione conscientiae subiecti. Pueros et adulescentes docere pudorem est personae humanae suscitare observantiam.
1992 10 11g 2525
2525. Puritas christiana purificationem socialis atmospherae postulat. A communicationis socialis mediis informationem exigit quae observantiae et discretionis habeant curam. Cordis puritas ab erotismo liberat grassante et spectacula amovet quae insanae curiositati et indecoris imaginibus favent.
1992 10 11g 2526
2526. Id, quod morum permissivus animus appellatur, super erroneum sistit conceptum humanae libertatis; haec, ad se aedificandam, eget ut prius se lege morali educari permittat. Oportet ab educationis responsabilibus postulare ut iuvenibus tribuant institutionem, quae veritatem, qualitates cordis et dignitatem moralem et spiritualem hominis observet.
1992 10 11g 2527
2527. “Bonum Christi nuntium hominis lapsi vitam et cultum continenter renovat, et errores ac mala, ex semper minaci peccati seductione manantia, impugnat et removet. Mores populorum indesinenter purificat et elevat. Animi ornamenta dotesque cuiuscumque populi vel aetatis supernis divitiis velut ab intra fecundat, communit, complet atque in Christo restaurat” (401).
[Editio Typica, Editrice Vaticana, 1997]