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Magisterio sobre amor, matrimonio y familia <br /> <b>Warning</b>: Undefined variable $titulo in <b>/var/www/vhosts/enchiridionfamiliae.com/httpdocs/cabecera.php</b> on line <b>29</b><br />
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[1464] • JUAN PABLO II (1978-2005) • LA FAMILIA, PRIMERA COMUNIDAD DE VIDA Y AMOR, “IGLESIA DOMÉSTICA”

De la Homilía de la Misa en el Santuario Mariano de “Altagracia”, Santo Domingo (República Dominicana), 12 octubre 1992

1992 10 12b 0003

3. Este Santuario, amadísimos dominicanos, es la casa donde la Santísima Virgen ha querido quedarse entre vosotros como madre llena de ternura, dispuesta siempre a compartir el dolor y el gozo de este pueblo. A su maternal protección encomiendo todas las familias de esta bendita tierra para que reine el amor y la paz entre todos sus miembros. La grandeza y la responsabilidad de la familia están en ser la primera comunidad de vida y amor; el primer ambiente donde los jóvenes aprenden a amar y a sentirse amados. Cada familia ha recibido de Dios la misión de ser “la célula primera y vital de la sociedad” (4) y está llamada a construir día a día su felicidad en la comunión. Como en todo tejido vivo, la salud y el vigor de la sociedad depende de cómo sean las familias que la integran. Por ello, es también responsabilidad de los poderes públicos el favorecer la institución familiar, reforzando su estabilidad y tutelando sus derechos. Vuestro país no puede renunciar a su tradición de respeto y apoyo decidido a aquellos valores que, cultivados en el núcleo familiar, son un factor determinante en el desarrollo moral de sus relaciones sociales, y forman el tejido de una sociedad que pretende ser sólidamente humana y cristiana.

Es responsabilidad vuestra, padres y madres cristianos, formar y mantener hogares donde se cultiven y vivan los valores del Evangelio. Pero, ¡cuántos signos de muerte y desamor marcan a nuestra sociedad! ¡Cuántos atentados a la fidelidad matrimonial y al misterio de la vida! No os dejéis seducir, esposos cristianos, por el fácil recurso al divorcio. No permitáis que se ultraje la llama de la vida. El auténtico amor dentro de la comunión matrimonial se manifiesta necesariamente en una actitud positiva ante la vida. El anticoncepcionismo es una falsificación del amor conyugal que convierte el don de participar en la acción creadora de Dios en una mera convergencia de egoísmos mezquinos (5). Y, ¿cómo no repetir una vez más en esta circunstancia que si no se pueden poner obstáculos a la vida, menos aún se puede eliminar impunemente a los aún no nacidos, como se hace con el aborto?

Por su parte, los esposos cristianos, en virtud de su bautismo y confirmación y por la fuerza sacramental del matrimonio, tienen que transmitir la fe y ser fermento de transformación en la sociedad. Vosotros, padres y madres de familia, habéis de ser los primeros catequistas y educadores de vuestros hijos en el amor. Si no se aprende a amar y a orar en familia, difícilmente se podrá superar después ese vacío. ¡Con cuánto fervor imploro a Dios que las jóvenes y los jóvenes dominicanos encuentren en sus hogares el testimonio cristiano que avive su fe y les sostenga en los momentos de dificultad o de crisis!

[AAS 85 (1993), 803-804]

4. Apostolicam Actuositatem, 11 [1965 11 18/ 11].

5. Cfr. Ioannis Pauli PP. II Familiaris Consortio, 30 y 32 [1981 11 22/ 30 y 32].

 

© Javier Escrivá-Ivars y Augusto Sarmiento. Universidad de Navarra