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Magisterio sobre amor, matrimonio y familia <br /> <b>Warning</b>: Undefined variable $titulo in <b>/var/www/vhosts/enchiridionfamiliae.com/httpdocs/cabecera.php</b> on line <b>29</b><br />
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[1478] • JUAN PABLO II (1978-2005) • LA FAMILIA, PRIMER FOCO DE EVANGELIZACIÓN

De la Homilía de la Misa en el estadio de “La amistad”, Cotonou (Benin), 3 febrero 1993

1993 02 03 0005

5. Lo que digo aquí a los ordenandos, queridos hermanos y hermanas, lo dirijo a todos los que deseáis compartir la Buena Nueva con vuestros hermanos y hermanas. Si acogéis a Jesús Salvador con el corazón abierto, habitará en vuestra casa, y vuestra familia será iluminada por su amor. Sí, la familia es el primer foco de la evangelización: el amor que viene de Dios enriquece y purifica el amor de los esposos y de los padres. Los hace generosos para acoger el nacimiento de los hijos, para asegurar su educación y para despertar en ellos la fe. Es fuente de confianza y de respeto mutuos. Y la gracia de Dios que ama a todos los hombres permite santificar los grandes momentos de la vida, el nacimiento, el matrimonio y hasta las últimas etapas de nuestra peregrinación.

El amor fraterno, enriquecido por el amor de Dios, invita a reconocer la dignidad de cada uno de los miembros de la familia, incluso si las pruebas de la vida lo han debilitado o aislado. El amor, dice San Pablo, “no guarda rencor, no se alegra del mal”, el discípulo de Jesús no puede consentir en nada de lo que hiere o destruye al prójimo. Por el contrario, prosigue San Pablo, “el amor se complace en la verdad. Todo lo excusa, todo lo cree” (1 Cor 13, 6-7). No tengáis miedo de rechazar el mal, tened el valor de amar:

Mi Kpan Kon! (¡Sed valientes!)

La Iglesia sólo puede estar viva y abierta si las familias son las primeras en acoger el Evangelio. El amor al prójimo madura en la célula familiar, para extenderse después en toda la comunidad de la Iglesia, unida para compartir los dones de Dios y para avanzar sobre los caminos de la “Alianza eterna”, anunciada por el profeta Isaías (cfr. 61, 8). Los cristianos tienen la alegría de ser guiados por un mensaje de verdad luminoso, fuente de esperanza. Y la ley que regula su forma de vivir se resume totalmente en el supremo mensaje de amor de Jesús a sus amigos. La comunión entre los hijos de la Iglesia, miembros del mismo Cuerpo de Cristo, responde al deseo del Salvador: “En esto reconocerán todos que sois mis discípulos, en que os amáis unos a otros” (Jn 13, 35).

[E 53 (1993), 315]