[1479] • JUAN PABLO II (1978-2005) • EL MATRIMONIO, VOCACIÓN A PARTICIPAR EN EL AMOR DE DIOS
De la Homilía de la Misa en la explanada de “Kaunda Grounds”, Gulu (Uganda), 6 febrero 1993
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5. El Buen Pastor, que conoce y ama a cada miembro de su rebaño, está también en medio de vosotros en la persona de todos los cristianos que se entregan al servicio de las necesidades de sus hermanos y hermanas. Aquí, en primer lugar, demos gracias por el gran papel que vuestros catequistas han desempeñado, y desempeñan todavía en el crecimiento de la Iglesia en Uganda. Su fidelidad a Cristo los ha llevado a menudo a seguir las huellas de san Carlos Lwanga y de los otros mártires, cuyo sacrificio consagró el comienzo de la vida de la Iglesia en vuestro país.
Dado que el amor de Cristo se arraiga y se expresa de forma especial a través de la experiencia de las familias, aliento a los padres cristianos en su noble vocación de ser canales del amor de Dios para sí mismos y para sus hijos. La familia es la cuna en que toda generación nueva llega a conocer el amor de Dios gracias al amor fiel de los padres y las madres unidos ante el Señor mediante el sacramento del santo matrimonio.
Añado una palabra de aliento para los jóvenes, que constituyen una parte muy importante de vuestras comunidades y representan el futuro de vuestro país. Vosotros también estáis invitados a testimoniar el amor del Buen Pastor, no sólo de vuestras familias y entre vuestros amigos sino también, y sobre todo, a través de vuestro deseo de buscar la oveja perdida y socorrer al pobre y al marginado. Cristo os llama, con toda la generosidad y la alegría de vuestra juventud, a ser mensajeros de su amor y a rechazar el egoísmo que sólo siembra infelicidad, odio y violencia.
Entre quienes han seguido al Buen Pastor dando su vida por las ovejas, deseo dar gracias también a los numerosos religiosos y religiosas que se han entregado al servicio del pueblo de Uganda. El amor especial de Cristo se da a conocer y se hace efectivo a través de su testimonio, dando a las personas un sentido profundo de su dignidad como hijos de Dios. Quiero dar las gracias, asimismo, a los médicos, a las enfermeras y al personal del servicio sanitario, que de un modo muy concreto ayudan a “curar a la oveja herida y confortar a la enferma” (cfr. Ez 34, 16). Aquí en Gulu no puedo menos de mencionar el trabajo delicado del cuerpo médico del hospital de Santa María. ¿Qué mejor testimonio de nuestra convicción cristiana de la dignidad de toda persona humana, que nuestra preocupación por los pobres, los enfermos y los moribundos? Os felicito también por vuestra generosidad al acoger un gran número de prófugos procedentes de Sudán. Vuestros sacrificios en favor de estos hermanos y hermanas vuestros será recompensado ampliamente por Aquel que, una vez, fue un exiliado y dijo a sus seguidores: “Era forastero, y me acogisteis” (Mt 25, 35).
Sabemos que Cristo sentía un amor especial hacia los enfermos y, a menudo, los tocaba para curarlos. Dirijo, pues, una palabra a todos los enfermos, especialmente a los que padecen el SIDA. El Buen Pastor os ama a cada uno de vosotros. Ocupáis un lugar especial en la Iglesia, porque podéis participar activamente en su misión, ofreciendo vuestros sufrimientos y oraciones en unión con Cristo por las necesidades del rebaño, y por la unidad y la paz del rebaño del Señor.
[OR (e. c.), 19.II.1993, 5]
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5. The Good Shepherd, who knows and loves every member of his flock, is also in your midst in the person of all those Christians who devote themselves to serving the needs of their brothers and sisters. Here, in the first place, let us give thanks for the great rôle which your catechists have had-and still have-in the growth of the Church in Uganda. Their fidelity to Christ often led them to follow in the footsteps of Saint Charles Lwanga and the other martyrs whose sacrifice consecrated the beginnings of the Church’s life in your country.
Because Christ’s love takes root and is expressed in a special way in the experience of families, I encourage Christian parents in their noble vocation to be channels of God’s love for each other and for their children. The family is the cradle in which each new generation comes to know God’s love through the faithful love of fathers and mothers, united before the Lord in the Sacrament of Holy Matrimony.
I add a word of encouragement to the young people who are such an important part of your communities and who represent the future of your country. You too are called to be witnesses to the love of the Good Shepherd: not only in your families and among your friends, but also and especially in your desire to search for the lost sheep, to come to the help of the poor and the outcast. Christ is calling you, with all the generosity and joy of your youth, to be messengers of his love and to reject the selfishness which spreads only unhappiness, hatred and violence.
Among those who have followed the Good Shepherd by laying down their lives for the sheep, I wish also to thank the many men and women Religious who have devoted themselves to serving the Ugandan people. Through their witness, Christ’s special love is made known and made effective in giving people a deeper sense of their own dignity as God’s children. So too the doctors, nurses and health care assistants who in a very real way help to “bandage the wounded and make the weak strong” (13). Here in Gulu I cannot fail to mention the dedicated work of the staff of Saint Mary’s Hospital. What more impressive witness can be given to our Christian belief in the dignity of each human person than in the concern for the poor, for the sick, and for those who are dying? I commend you also for your generosity in welcoming the great number of refugees from the Sudan. Your sacrifices on behalf of these your brothers and sisters will be amply rewarded by the One who himself was once an exile, and who says to his faithful followers: “I was a stranger and you made me welcome” (14).
We know that Christ had a special love for the sick and often reached out to touch and heal them. And so I address a word to all the sick, especially those suffering from AIDS. The Good Shepherd loves each of you! You have a special place in the Church, and you can share actively in her mission by offering your sufferings and prayers in union with Christ, for the needs of the flock, and for the unity and peace of the Lord’s flock.
[Insegnamenti GP II, 16/1, 307-308]
13. Cfr. Ez. 34,16.
14. Mt. 25,35.