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Magisterio sobre amor, matrimonio y familia <br /> <b>Warning</b>: Undefined variable $titulo in <b>/var/www/vhosts/enchiridionfamiliae.com/httpdocs/cabecera.php</b> on line <b>29</b><br />
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[1492] • JUAN PABLO II (1978-2005) • LA FUNCIÓN EDUCATIVA DE LA FAMILIA, ESENCIAL E INSUSTITUIBLE

Del Discurso Soyez les bienvenus, a un grupo de  Obispos del África Central, en la visita ad limina, 1 abril 1993

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5. A propósito de los niños y los jóvenes y, en particular, de las actividades destinadas a formarlos, el Instrumentum laboris preparatorio de la Asamblea especial para África del Sínodo de los obispos, citando una afirmación de la Familiaris consortio, observa en el número 36: “Es necesario, sin embargo, reafirmar que no existe ningún sucedáneo de la familia como primer medio educativo”.

Por eso, la promoción de la familia cristiana constituye para vosotros un objetivo, de máxima importancia. En este campo, como en toda la pastoral sacramental, es preciso que los miembros de la Conferencia Episcopal se pongan de acuerdo para elaborar un plan de conjunto, a fin de hacer más eficaz la acción evangelizadora, evitando que entre las circunscripciones eclesiásticas se den divergencias que podrían crear cierta confusión entre los fieles. A este propósito, albergo la esperanza de que se desarrollen los lazos de unidad entre vosotros, para “formar una santa conspiración de fuerzas para bien común de las Iglesias” (Christus Dominus, 37), y para que los sacerdotes, que tienen necesidad de apoyo o de recursos, puedan beneficiarse eficazmente de vuestra solicitud episcopal.

Seguid ayudando a los novios o a las parejas a superar los obstáculos de ciertas costumbres y a prepararse libremente para recibir la gracia del sacramento del matrimonio en la perspectiva de un don total, exclusivo y abierto a la vida. “Por otra parte, la familia, al igual que la Iglesia, debe ser un espacio donde el Evangelio es transmitido y desde donde éste se irradia... Los padres no sólo comunican a los hijos el Evangelio, sino que pueden a su vez recibir de ellos este mismo Evangelio profundamente vivido... Una familia así se hace evangelizadora de otras muchas familias y del ambiente en que vive” (Evangelii nuntiandi, 71).

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6. Junto con la promoción de auténticas familias cristianas, se os presenta la preocupación, indudablemente prioritaria, de las vocaciones sacerdotales, que nacen, en la mayor parte de los casos, en las familias cristianas. Del mismo modo, debéis resolver los problemas relacionados con su seguimiento y, a continuación, con la formación permanente de los sacerdotes.

Los obispos son los primeros responsables de la formación de los sacerdotes, sus futuros colaboradores. Por esta razón, os invito a seguir siendo inflexibles en la admisión de los candidatos: presentadles sin preámbulos las exigencias de la vida sacerdotal, y tened como mayor preocupación el proporcionarles formadores competentes, testigos irreprochables del sacerdocio ministerial, uno de cuyos deberes principales será el discernimiento de la vocación durante los años de formación.

Al seguir a Jesús el Buen Pastor, los sacerdotes tienen la misión de conducir el pueblo de Dios: anuncian la Palabra, de la cual ellos mismos están llamados a dar testimonio ante el mundo; transmiten la gracia a través de los sacramentos que ellos mismos confieren; y celebran y presiden la Eucaristía, en la que su ministerio encuentra su coronación.

Siguiendo las huellas de los Apóstoles, el ministerio de los sacerdotes es al mismo tiempo pastoral, sacramental y misionero. Elegidos por Dios de entre su pueblo, en el seno de este mismo pueblo escuchan su llamada, cuya autenticidad es verificada por la Iglesia. El sentido de las necesidades de la misión y la llamada a animar las comunidades eclesiales constituyen otros tantos caminos en los que se siente la vocación al sacerdocio. Para poder responder positivamente a esta vocación, es necesario un clima de oración y de generosidad espiritual. Se podía decir que, además de la comunidad del seminario, todo el pueblo de Dios tiene la responsabilidad de crear las condiciones que permitan el florecimiento y el desarrollo de estas vocaciones, que brotan para su servicio.

Os exhorto, especialmente, a ayudar a vuestro clero a permanecer fiel a sus compromisos y a evitar toda tentación de llevar una doble vida. A este fin, espero que transmitáis a vuestros colaboradores más cercanos en el sacerdocio las reflexiones y la plegaria que he agregado a la carta que escribí a los sacerdotes de todo el mundo con ocasión del Jueves Santo de 1993.

[OR (e. c.), 23.IV.1993, 9]