[1644] • JUAN PABLO II (1978-2005) • LA DEFENSA DE LA FAMILIA Y DE LA DIGNIDAD DE LA PERSONA DESDE EL MOMENTO DE SU CONCEPCIÓN, FUNDAMENTO DEL VERDADERO ORDEN SOCIAL
Del Discurso It gives me, al Embajador de Dinamarca ante la Santa Sede en la presentación de las Cartas Credenciales, 19 noviembre 1994
1994 11 19c 0003
[3.–] A fin de asegurar los frutos de una civilización auténtica en Europa y en el mundo –el triunfo sobre la injusticia, el egoísmo y el odio–, es esencial proteger la unidad fundamental e indispensable de todo orden social: la familia. La Organización de las Naciones Unidas, con la declaración de este año como Año Internacional de la Familia, ha reconocido el significado de la familia para todas las formas de progreso cultural, político y económico. Un proyecto que la Iglesia Católica ha acogido con satisfacción como propio.
1994 11 19c 0004
[4.–] El progreso integral de una sociedad libre y justa requiere familias unidas fundadas en el matrimonio del hombre y la mujer. Ciertamente, “es obligación del Estado fomentar y proteger la institución familiar auténtica, respetando su estructura y sus innatos e inalienables derechos” (1). La confusión sobre la verdadera identidad del matrimonio y la familia mina necesariamente los fundamentos de la vida social. Siempre que se compromete la verdad acerca de la familia, se sigue el declive moral y tiene lugar una inevitable decadencia cultural.
1. Cfr. Ioannis Pauli PP. II Nuntius ob diem ad pacem fovendam dicatum, pro a. D. 1994, 5, die 8 dec. 1993: Insegnamenti di Giovanni Paolo II, XVI, 2 (1993) 1417 s. [1993 12 08/5]
1994 11 19c 0005
[5.–] Cuando Dinamarca se prepara para recibir la Conferencia Mundial de Desarrollo Social que tendrá lugar en 1995, una reunión en la que la Santa Sede tiene la alegría de participar, mis pensamientos se dirigen a la aportación específica que la Iglesia Católica puede ofrecer a la comunidad internacional a la luz de la sabiduría que ha recibido de su Divino Fundador y de su dilatada experiencia a lo largo de los siglos. Como resultado de los recientes avances científicos, el camino de la vida dependiente de la moderna tecnología alcanza proporciones mundiales, ofreciendo la posibilidad de tender lazos entre todas las sociedades humanas. Cada persona, cultura y sociedad es ahora, al menos en algún nivel, interdependiente. En esta situación, es claro que sólo el respeto por la dignidad innata de cada ser humano, desde su concepción hasta su muerte natural, sin distinción de su condición étnica, social o religiosa, puede servir de base sólida para la justicia y la paz entre los pueblos.
1994 11 19c 0003
[3.–] In order to secure the fruits of authentic civilization in Europe and throughout the world –victory over injustice, selfishness and hatred– it is essential to strengthen the fundamental and indispensable unit of every social order: the family. The United Nations Organization has recognized the significance of the family for all forms of cultural, political and economic development by declaring this to be the International Year of the Family, a project which the Catholic Church gladly embraced as her own.
1994 11 19c 0004
[4.–] The integral development of a free and just society requires strong families established through the marriage of man and woman. Indeed, “it is the duty of the State to encourage and protect the authentic institution of the family, respecting its structure and its innate and inalienable rights” (1). Confusion concerning the true identity of marriage and the family would necessarily undermine the foundations of social life. Whenever the truth about the family is compromised, moral decline follows and cultural decadence inevitably results.
1. Cfr. Ioannis Pauli PP. II Nuntius ob diem ad pacem fovendam dicatum, pro a. D. 1994, 5, die 8 dec. 1993: Insegnamenti di Giovanni Paolo II, XVI, 2 (1993) 1417 s. [1993 12 08/5]
1994 11 19c 0005
[5.–] As Denmark prepares to host the World Summit for Social Development in 1995, a meeting in which the Holy See is pleased to participate, my thoughts turn to the specific contributions which the Catholic Church can offer to the international community in the light of the wisdom she has received from her Divine Founder and from her long experience down the centuries. As a result of recent scientific advances, a way of life dependent upon modern technology now spans the entire globe, offering the possibility of closer links between all human societies. Every person, culture and society is now, at least at some levels, interdependent. Given this situation, it has become even clearer that only respect for the innate dignity of every human person, from conception until natural death, without distinction of ethnic, social or religious condition, can serve as the solid basis of justice and peace among peoples.
[Insegnamenti GP II, 17/2, 807-808]