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Magisterio sobre amor, matrimonio y familia <br /> <b>Warning</b>: Undefined variable $titulo in <b>/var/www/vhosts/enchiridionfamiliae.com/httpdocs/cabecera.php</b> on line <b>29</b><br />
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[1715] • JUAN PABLO II (1978-2005) • LA VALORACIÓN ADECUADA DEL PAPEL DE LA MUJER EN EL ÁMBITO DE LA ECONOMÍA Y EL TRABAJO

Saludo en el rezo del Ángelus, 20 agosto 1995

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1. Entre los grandes cambios sociales de nuestro tiempo existe, sin duda, el papel creciente que las mujeres ejercen, incluso con cargos directivos, en el ámbito de la economía y del trabajo. Se trata de un proceso que va cambiando el rostro de la sociedad, y es legítimo esperar que, progresivamente, consiga cambiar el de la misma economía, infundiendo en ella un soplo de Humanidad y sustrayéndola a la recurrente tentación de la árida eficiencia, medida solamente por las reglas del beneficio. ¿Cómo no ver, en efecto, que muchos problemas emergentes en la actualidad, exigen un especial recurso al genio femenino para ser abordados adecuadamente? Pienso, entre otros, en los de la educación, del tiempo libre, de la calidad de la vida, de las migraciones, de los servicios sociales, de los ancianos, de la droga, de la sanidad, de la ecología. “Para todos estos campos, una mayor presencia social de la mujer se revelará preciosa”, impulsando a “formular de nuevo los sistemas en beneficio pleno de los procesos de humanización que constituyen la “civilización del amor” (Carta a las mujeres, 4).

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2. Está claro, sin embargo, que la evaluación de las mujeres en las estructuras frecuentemente obsoletas y ásperas de las actividades económicas, tiene que tener en cuenta necesariamente su índole y sus exigencias peculiares. Es necesario, sobre todo, respetar el derecho y el deber de la mujer-madre a desarrollar sus tareas específicas en la familia, sin verse obligada por la necesidad a ejercer un trabajo adicional. ¿Qué ganancia real obtendría la sociedad –hasta en el plano económico– si una improvisada política del trabajo perjudicara la capacidad y las funciones de la familia?

La defensa de este bien fundamental no puede, sin embargo, constituir una coartada respecto al principio de igualdad de oportunidades de los hombres y de las mujeres incluso en el trabajo extra-familiar. Se trata de identificar soluciones flexibles y equilibradas, capaces de armonizar las diversas exigencias. En realidad –como escribí en la reciente Carta a las mujeres– “todavía falta mucho por hacer para que el ser mujer y madre no comporte una discriminación. Es urgente conseguir en todas partes la efectiva igualdad de los derechos de la persona y, por tanto, igualdad de salario respecto a igualdad de trabajo, defensa de la trabajadora-madre, justos avances en la profesión, igualdad entre los cónyuges en el derecho de familia, el reconocimiento de todo cuanto está vinculado a los derechos y a los deberes del ciudadano en régimen democrático” (n. 4).

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3. ¡Queridísimos hermanos y hermanas: confiemos a la intercesión de la Virgen Santa este gran desafío de nuestra época! Su casa, en Nazaret, era un ambiente de trabajo. María, como toda buena mujer de su casa, estaba ocupada en los servicios domésticos, mientras que José, acompañado por Jesús, desarrollaba su trabajo de carpintero. Que las mujeres trabajadoras miren a la santa y laboriosa familia de Nazaret y que la sociedad sepa encontrar las fórmulas adecuadas para su plena revalorización.

[E 55 (1995), 1370]