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[1730] • JUAN PABLO II (1978-2005) • LA DEFENSA DE LA VIDA, RAZÓN DE SER DE LA SOCIEDAD POLÍTICA

Discurso Con grande gioia, a los participantes en el Congreso Mundial de Movimientos por la Vida, promovido por el Pontificio Consejo para la Familia, 3 octubre 1995

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1. Con gran alegría os recibo con ocasión de este Congreso Mundial, que constituye una de las primeras respuestas corales a la publicación de la encíclica Evangelium vitae, documento con el que he intentado dirigirme no solamente a los fieles de la Iglesia sino a todo “el pueblo de la vida” (cf. n. 101).

Dirijo un pensamiento particular al cardenal Alfonso López Trujillo, presidente del Pontificio Consejo para la Familia, al que le doy las gracias por las palabras que acaba de dirigirme. Saludo a continuación al cardenal Fiorenzo Angelini, presidente del Pontificio Consejo de la Pastoral para los Agentes Sanitarios, a monseñor Elio Sgreccia, vicepresidente de la Pontificia Academia para la Vida, a los responsables internacionales y nacionales de los movimientos por la Vida, y a todos vosotros que en estos Movimientos desempeñáis generosamente vuestra labor. Doy también mi cordial bienvenida a los representantes de las Organizaciones “pro life” (pro-vida) que actúan en el mundo.

Me siento feliz de que el Pontificio Consejo para la Familia os haya convocado para esta gran Asamblea. Vuestra presencia es un testimonio significativo de lo que los Movimientos por la vida representan en el mundo: más de cien organizaciones, algunas de las cuales a nivel internacional, con una historia de compromiso y de acción que constituyen un fuerte baluarte en defensa de la vida.

La iniciativa del Pontificio Consejo para la Familia de invitaros a este Congreso de reflexión sobre la encíclica Evangelium vitae confirma la sintonía existente entre la enseñanza de la Iglesia Católica y las finalidades de vuestros Movimientos. Gracias a este encuentro, dicha sintonía resultará fortalecida y más eficaz a nivel mundial, sobre todo en lo referente a la estrategia y a la armonía de los objetivos.

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2. La publicación de la encíclica Evangelium vitae ha sido ciertamente una etapa histórica en el compromiso por la vida, ante todo en el ámbito de la actividad pastoral de la Iglesia. El Evangelio de la vida exige inequívocamente que la enseñanza sobre el valor inviolable de la vida humana en todas sus fases y condiciones se convierta cada vez más en parte integrante de la evangelización. Las comunidades locales, las diócesis, las parroquias, las asociaciones y los movimientos no pueden dejar de comprometerse intensamente en la promoción y defensa de la vida humana. Es deseable, como se precisa en el capítulo cuarto de la encíclica (cf. nn. 87-91), que surjan dentro de los organismos pastorales estructuras y grupos específicamente dedicados a este objetivo.

Anunciar, celebrar y servir a la vida es misión de la Iglesia en su ordinaria y constante actividad pastoral. Vuestra acción de miembros de los Movimientos por la Vida, comprometidos con vuestra peculiar autonomía de laicos y de ciudadanos en el ámbito también civil y político, no dispensa a ninguna comunidad eclesial de llevar a cabo su labor pastoral de apoyo a la vida. Se trata de presencias complementarias que deben armonizarse entre sí, lo que beneficia a la misma Iglesia y a la sociedad.

Esta acción convergente de los organismos pastorales y de los Movimientos por la Vida se justifica por el hecho de que la vida, valor civil fundamental en toda sociedad, revela a la luz de la fe su pleno significado.

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3. La que se abre ahora será, por lo tanto, una nueva y más rica fase de trabajo y de compromiso, para que, desde el carácter que le es propio, la Iglesia lleve con renovado vigor el anuncio, la santificación y el servicio cotidiano a la familia y a la vida.

Es claro para todos que la defensa de la vida es un compromiso que concierne no sólo a la moral privada, sino que es también una cuestión social y política; es más, esa defensa determina la misma razón de ser de la sociedad política. Consecuentemente, el compromiso en la defensa de la vida no puede dejar de reflejarse, con una acción pacífica, convencida y comunitaria, en el plano de las costumbres, de la cultura y de la legislación.

La victoria de la verdad y de la vida ya pertenece a la historia de la salvación: corresponde a todas las fuerzas inspiradas en el respeto de la dignidad humana el compromiso de inscribirla en la historia de los hombres.

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4. Este mayor y gran compromiso se pide en particular por los nuevos problemas planteados por el progreso de las ciencias médicas y por la aplicación de las políticas demográficas en el mundo. Hoy, en efecto, se impone a nuestra atención una vasta gama de temas característicos de la bioética de enorme importancia para la historia de la misma humanidad. El compromiso ético a favor de la vida en cada estadio se amplía hoy a la defensa del patrimonio genético del ser humano contra toda alteración o selección, al mantenimiento de la fisionomía propia del amor conyugal y de la procreación, a la búsqueda de la justicia y de la equidad en el empleo de los recursos para la sanidad y, finalmente, a la defensa del equilibrio ambiental.

Se habla del compromiso por la vida y la salud, por la organización de la sanidad pública, especialmente en los países en vías de desarrollo y se habla, finalmente, de supervivencia de la Humanidad frente a las amenazas provenientes del arma atómica, de las armas químicas y de las posibilidades de alteración genética.

Frente a semejante amplitud de campos de lucha antiguos y nuevos, donde se configuran “amenazas programadas de forma científica y sistemática” (Evangelium vitae, n. 17), es necesario unir las fuerzas y las inteligencias y establecer estrategias comunes armónicas y eficaces.

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5. Verdaderamente amplio es el horizonte sobre el que se abre vuestra misión: se extiende también a la nueva petición del valor insustituible de la educación de los jóvenes y de las familias al amor verdadero, fiel y casto. No es realista pensar que se afirme una cultura de la vida si falta una seria educación de las conciencias y, en particular, si no existe una orientación afectiva y verdadera hacia los valores de la familia. Éstos son presupuestos que se revelan cada vez más importantes en una verdadera estrategia de defensa de la vida.

En tal contexto, familia y vida constituyen un binomio inseparable y, de la misma forma, el amor casto y fiel resulta ser el primer nivel y la condición insustituible de la cultura de la vida.

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6. Estos compromisos, que constituyen los objetivos de vuestra estrategia, requieren una preparación profunda en el ámbito de las temáticas médicas, éticas, jurídicas y sociales. La batalla en defensa de la vida sólo se puede ganar si al entusiasmo y al valor de cuantos están comprometidos en ella se une una preparación específica en estos campos. Se necesita, en particular, una formación en el importante campo de la bioética, que comprometa en primer lugar a los agentes sanitarios, pero también a todo ciudadano individualmente.

La aportación pastoral de los Organismos de la Iglesia, a los que se ha unido recientemente la Pontificia Academia para la Vida, creada para actuar en sintonía con el Pontificio Consejo para la Familia y con el Pontificio Consejo de la Pastoral para los Agentes Sanitarios, puede proporcionar, por su parte, un apoyo insustituible a la acción común en defensa de la vida. Pero singularmente inapreciable será, dentro de vuestros Movimientos, la contribución aportada por los intelectuales, por los juristas y por los profesionales de la medicina, al igual que sigue siendo indispensable la aportación de los formadores de los jóvenes y de los responsables de los movimientos educativos, una vez que hayan profundizado, ellos mismos en primer lugar, en las inderogables exigencias de la moral en defensa de la vida humana. Os exhorto a seguir con particular atención a los adolescentes y a los jóvenes en las escuelas, para que puedan recibir una presentación educativa de los valores morales, civiles y religiosos que son coherentes con la dignidad de la persona humana y con la defensa y la promoción de la vida.

Igualmente urgente es la atención a cuanto ocurre en los Parlamentos, donde van apareciendo orientaciones legislativas en el ámbito biojurídico, así como en los ámbitos de la protección de la corporeidad humana y de la familia, que no carecen de aspectos preocupantes, Los que están interesados por la dignidad de la persona y de los destinos futuros de la Humanidad no pueden renunciar a una presencia vigilante y activa.

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7. ¡Amadísimos hermanos y hermanas! En vuestra fundamental labor de educación, de promoción y de defensa de la vida tenéis el apoyo de la solidaridad de la Iglesia y la de todos los hombres de buena voluntad.

Vuestra fuerza está en la verdad que testimoniáis, pero la incidencia de vuestra acción depende en gran parte de la concorde armonía de vuestros esfuerzos. Mientras os hago partícipes a vosotros y cuantos colaboran en los Movimientos que representáis de mis mejores deseos, invoco sobre todos la bendición del Señor de la vida.

[E 55 (1995), 1782-1783]