[1732] • JUAN PABLO II (1978-2005) • UNA CULTURA Y SISTEMA LEGAL QUE HONREN EL MATRIMONIO, NECESARIOS PARA LA DIGNIDAD DE LA VIDA DEL HOMBRE
De la Homilía de la Misa en el Aqueduct Racecourse de Brooklyn, New York (EE.UU.), 6 octubre 1995
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7. En la práctica, esta verdad nos dice que no puede haber una vida digna de la persona humana sin una cultura y un sistema legal que honren y defiendan el matrimonio y la familia. El bienestar de las personas y las comunidades depende del estado de salud de la familia. Hace unos años, vuestra Comisión nacional para las familias urbanas de Estados Unidos afirmó: “La tendencia de las familias de nuestro tiempo es la desinstitucionalización del matrimonio y la desintegración constante de la unidad madre-padre en la educación de los hijos (...). Ninguna tendencia interna es más peligrosa para el bienestar de nuestros hijos y nuestra seguridad nacional a largo plazo” (Informe, enero de 1993). Cito estas palabras para mostrar que no sólo el Papa y la Iglesia hablan con preocupación de estas importantes cuestiones.
La sociedad debe reafirmar con vigor el derecho del niño a crecer en una familia en la que, en la medida de lo posible, estén presentes ambos padres. Los padres de familia han de aceptar su participación plena en la responsabilidad con respecto a la vida y la educación de sus hijos. Ambos padres deben dedicar tiempo a sus hijos, e interesarse personalmente por su educación moral y religiosa. Los niños necesitan no sólo apoyo material de sus padres, sino también, y sobre todo, un ambiente familiar seguro, afectuoso y moralmente correcto.
Los padres católicos tienen que aprender a formar su familia como una iglesia doméstica, o sea, una iglesia en la casa, donde se honre a Dios, se respete su ley, la oración sea un hecho normal, la virtud se transmita con la palabra y el ejemplo, y cada uno comparta las esperanzas, los problemas y los sufrimientos de los demás. Todo esto no significa abogar por el regreso a cierto estilo anticuado de vida, sino, por el contrario, a las raíces del desarrollo humano y de la felicidad humana.
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8. La verdad que Cristo nos revela nos dice que debemos ayudarnos unos a otros y trabajar juntos, independientemente de las diferencias culturales, sociales o religiosas. Esto nos impulsa a comprometernos. Nos da la valentía de ver a Cristo en nuestro prójimo y de servirlo en él. A ejemplo del divino Maestro, que dijo: “Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados” (Mt 11, 28), debemos invitar a los demás a venir a nosotros, tendiendo nuestra mano a los necesitados, acogiendo a los recién llegados y dirigiendo palabras de consuelo a los afligidos. Ésta es la bondad en la que el Espíritu Santo nos confirma. De esta manera vosotros, mujeres y hombres, jóvenes y ancianos, casados y solteros, padres, hijos y familias, alumnos y profesores, profesionales, trabajadores y los que soportan el terrible peso del desempleo, podéis dar una contribución positiva a Estados Unidos y ayudar a transformar vuestra cultura en una vibrante cultura de la vida.
Queridos hermanos y hermanas, esto significa trabajar por el reino de Dios en Estados Unidos hoy. Éste es el camino que conduce al verdadero progreso de las naciones y los pueblos; es el camino de la justicia y la paz, la luz que brilla en las tinieblas, el yugo que es leve y la carga que es ligera. Así, nuestra alma encontrará el descanso final.
“Ven, Espíritu Santo, necesitamos tu gracia. Haznos crecer en el conocimiento celestial que nos has revelado. Haz que nos resulte fácil comprenderlo y, gracias a nuestra perseverancia, pueda permanecer en nosotros. Iluminados por esta verdad, seremos confirmados en la bondad”. Amén.
[O.R. (e. c.) 13-X-1995, 12 y 15]
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7. In practical terms, this truth tells us that there can be no life worthy of the human person without a culture –and a legal system– that honors and defends marriage and the family. The well-being of individuals and communities depends on the healthy state of the family. A few years ago, your National Commission on America’s Urban Families concluded, and I quote: “The family trend of our time is the deinstitutionalization of marriage and the steady disintegration of the mother-father child-raising unit... No domestic trend is more threatening to the well-being of our children and to our long-term national security” (9). I quote these words to show that it is not just the Pope and the Church who speak with concern about these important issues.
Society must strongly re-affirm the right of the child to grow up in a family in which, as far as possible, both parents are present. Fathers of families must accept their full share of responsibility for the lives and upbringing of their children. Both parents must spend time with their children, and be personally interested in their moral and religious education. Children need not only material support from their parents, but more importantly a secure, affectionate and morally correct family environment.
Catholic parents must learn to form their family as a “domestic Church”, a church in the home as it were, where God is honored, his law is respected, prayer is a normal event, virtue is transmitted by word and example, and everyone shares the hopes, the problems and sufferings of everyone else. All this is not to advocate a return to some outdated style of living: it is to return to the roots of human development and human happiness!
9. Report, January 1993.
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8. The truth which Christ reveals tells us that we must support one another and work together with others, despite cultural, social or religious differences. It challenges us to be involved. It gives us the courage to see Christ in our neighbor and to serve him there. And, in imitation of our Divine Master who said, “Come to me, all you who are weary and find life burdensome” (10), we ought to invite others to come to us by stretching out a helping hand to those in need, by welcoming the newcomer, by speaking words of comfort to the afflicted. This is the goodness in which the Holy Spirit confirms us! This is how you –women and men; young people and old; married couples and singles; parents, children and families; students and teachers; professional people, those who work and those who are suffering the terrible burden of unemployment– this is how everyone can make a positive contribution to America and help to transform your culture into a vibrant culture of life.
This, dear Brothers and Sisters, is what it means to work for the Kingdom of God in America today. This is the way which leads to the true progress of nations and peoples; it is the path of justice and peace, the light which shines in the darkness, the yoke which is easy and the burden which is light. This is where our souls will find rest.
“Come, Holy Spirit, we stand in need of your grace. Make us grow in the heavenly knowledge you have revealed. Make it easy for us to understand it, and by our perseverance may it remain in us. Enlightened by that truth, we will be confirmed in goodness”. Praised be Jesus Christ! Amen.
[Insegnamenti GP II, 18/2, 759-760]
10. Mt 11, 28.