[1735] • JUAN PABLO II (1978-2005) • LA DEFENSA DEL DERECHO A LA VIDA
Del Discurso In this Cathedral, en la Basílica dedicada a María Nuestra Reina, Baltimore (EE.UU.), 8 octubre 1995
1995 10 08a 0005
5. En los evangelios, Jesús se presenta a sí mismo como el que sirve (cf. Mt, 20, 28). También la Iglesia, el Cuerpo de Cristo, es una Iglesia servidora, que acompaña a la humanidad sufriente en su camino de peregrinación a través del tiempo. La obra de los Servicios católicos de ayuda y de las diversas Cáritas católicas aquí, en Baltimore, dan testimonio de este compromiso de servicio. Deseo dar las gracias a estas instituciones por su labor, y exhortarlas a ampliar su radio de acción, a la vez que profundizan su identidad católica, formada por la doctrina social católica.
Nuestro compromiso en favor de la dignidad y el valor de todo ser humano es la razón por la cual la comunidad eclesial realiza obras como los comedores para los pobres, acoge a los que no tienen hogar, brinda asistencia médica a los pobres y asesoramiento a los drogadictos y alcohólicos, y ayuda a la gente a participar más plenamente en la vida de la sociedad. Cuando el cardenal Lawrence Shehan, de Baltimore, defendió públicamente los derechos civiles de los afroamericanos, hace casi treinta años, expresó una verdad moral acerca de la igual dignidad de todos los seres humanos ante Dios. Esa misma convicción guía a sus sucesores, y debería impulsaros a todos vosotros hoy a defender el derecho a la vida de todo ser humano, desde su concepción hasta su muerte natural, cuidar y proteger al niño por nacer y a todos aquellos a quienes otros podrían considerar incómodos o indeseables. Este principio moral no es extraño a Estados Unidos; al contrario, se remonta a los orígenes de esta nación.
[DP-111 (1995), 207]
1995 10 08a 0005
5. In the Gospels, Jesus presents himself as one who serves (2). The Church too, which is the Body of Christ, is a servant Church, accompanying suffering humanity on its pilgrim way through time. The work of Catholic Relief Services and Catholic Charities here in Baltimore bears witness to that commitment to service. I wish to thank these agencies for their work, and I encourage them to expand their outreach even as they deepen their Catholic identity, formed by Catholic social doctrine.
Our commitment to the dignity and value of all human beings is the reason why the ecclesial community establishes such things as soup kitchens, provides shelter for the homeless and medical care for the poor, counsels those addicted to drugs and alcohol, and helps people to participate more fully in the life of society. When Cardinal Lawrence Shehan of Baltimore publicly defended the civil rights of African Americans almost thirty years ago, he was expressing a moral truth about the equal dignity before God of all human beings. The same conviction leads his successors and should compel all of you today to defend the right to life of every human being from conception to na tural death, to care for and protect the unborn and all those whom others might deem “inconvenient” or “undesirable”. That moral principle is not something alien to America, but rather speaks to the very origins of this nation!
[Insegnamenti GP II, 18/2, 799]
2. Cfr. Mt 20,28.