[1749] • JUAN PABLO II (1978-2005) • LA CASA, ÁMBITO DE LA VIDA Y EL AMOR
De la Homilía de la Misa para los estudiantes de las Universidades de Roma con ocasión de la preparación de la Navidad, 12 diciembre 1995
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6. Amadísimos hermanos, uno de los acontecimientos más significativos del año que está a punto de terminar ha sido, sin duda alguna, el gran encuentro de los jóvenes europeos en Loreto. Durante esa peregrinación, en la que participaron jóvenes procedentes de todos los países de este continente, comenzando por Italia, nuestro pensamiento común se dirigió a la casa de la Sagrada Familia, como si se tratara de un singular icono de los treinta años de vida doméstica del Salvador del mundo. La casa donde Jesús creció en sabiduría y gracia ante Dios y los hombres, donde obedeció a José y a María.
Loreto: misterio de la casa, que se podría unir a la imagen del buen pastor. Ésta, en efecto, ¿no nos hace pensar enseguida en el redil, en una morada segura? La casa es el lugar del cuidado, de la solicitud de los padres hacia los hijos y de la preocupación por toda oveja perdida. Solicitud única e irrepetible. La casa es testigo de muchas lágrimas maternas, pero también de la alegría incontenible del buen pastor que con amor vuelve a llevar al redil la oveja perdida.
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7. Pensemos en la casa. Por doquier la casa natal tiene para todos y, especialmente para cada uno de vosotros, amados jóvenes, una importancia única. La casa es un gran bien para el hombre. Es un ambiente de vida y de amor. Es, en cierto sentido, nuestra “Loreto humana”...
Queridos jóvenes, os invito a reflexionar en esta realidad durante el Adviento, para reconstruir en vuestro corazón la imagen de la casa paterna. Dad gracias por este don de la Providencia y, al mismo tiempo, pedid poder preparar en vuestra vida las condiciones para formar una “nueva casa”, en la que establezcáis vuestra familia. Pedid siempre por esto; pedid para que esta perspectiva crezca gradualmente en vuestro corazón y en vuestras opciones más importantes, orientando vuestro camino y vuestra vocación. En la mayoría de los casos se trata precisamente de la vocación a formar una familia. Por eso, sabed asimilar todo lo que pertenece a las sanas tradiciones cristianas relacionadas con la casa y la familia en Italia, y en otros países, y procurad enriquecerlas, actualizándolas según la época en la que vivimos.
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8. “El día del Señor está cerca; él viene a salvarnos” (Aleluya). Amadísimos hermanos, nos hemos reunido en la basílica de San Pedro para vivir el Adviento y prepararnos a la venida de Cristo; tanto a la venida histórica en la noche de Belén como a la venida incesante, y al mismo tiempo escatológica, que dura a lo largo de los siglos y se realizará al final de los tiempos.
Esta venida, como nos lo ha recordado la reciente peregrinación de los jóvenes de Europa a Loreto, está relacionada, en cierto modo, con la dimensión doméstica y familiar. Que la conciencia de esta verdad se reavive en nosotros, durante las próximas fiestas navideñas. Preparándonos a ellas, dejemos que Jesús venga a nuestra casa para darnos la alegría que trajo y sigue trayendo a los hombres. La fuente de esta alegría es el hecho de que el Salvador del mundo viene para prepararnos una casa. Ésta es la auténtica perspectiva evangélica. A todos los hombres que no tienen en la tierra una morada estable Cristo viene a decirles: ¡No tengáis miedo! El hombre pasa, como la hierba que se agosta y como la flor que se marchita, pero la palabra del Señor permanece por siempre (cf. Is 40, 6-8). Esa palabra anuncia la morada eterna: Dios quiere que tengamos nuestra casa definitiva y eterna en el santuario de su gloria.
[O.R. (e. c.) 15.XII.1995, 24]
11. Cf. Is 40,6-8.
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6. Carissimi, uno degli eventi più significativi dell’anno che sta per finire è stato senza dubbio il grande incontro dei giovani europei a Loreto. Durante quel pellegrinaggio, che ha coinvolto giovani provenienti da ogni Paese del continente, a incominciare dall’Italia, il nostro comune pensiero era rivolto verso la Casa della Santa Famiglia, come verso una singolare icona dei trent’anni di vita domestica del Salvatore del mondo. La Casa dove Gesù è cresciuto in sapienza e grazia davanti a Dio e agli uomini, dove fu obbediente a Giuseppe e a Maria.
Loreto: mistero della casa, che si potrebbe associare all’immagine del Buon Pastore. Questa, infatti, non fa pensare subito all’ovile? Ad una dimora sicura? La casa è il luogo della premura, della sollecitudine dei genitori per i figli, della preoccupazione per ogni “pecora perduta”. Sollecitudine unica ed irripetibile. La casa è testimone di molte lacrime materne, ma anche della gioia incontenibile del buon Pastore, che con amore riconduce all’ovile la “pecora perduta”.
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7. Pensiamo alla casa. Dappertutto la casa natale ha per ciascuno, e specialmente per ognuno di voi, cari giovani, un’importanza unica. La casa è un grande bene per l’uomo! È un ambiente di vita e di amore! È in un certo senso la nostra “Loreto umana”...
Cari giovani, vi invito a riflettere su questa realtà durante l’Avvento, per ricostruire nel vostro cuore l’immagine della casa paterna. Siate riconoscenti per questo dono della Provvidenza e, al tempo stesso, chiedete di poter preparare nella vostra vita le condizioni per formare una “nuova casa”, nella quale stabilire la vostra famiglia. Pregate sempre per questo; pregate perchè questa prospettiva cresca gradualmente nei vostri cuori, nelle scelte più importanti, orientando il vostro cammino e la vostra vocazione. Nella maggior parte dei casi si tratta proprio di una vocazione a formare una famiglia. Sappiate, pertanto, assimilare quanto appartiene alle sane tradizioni cristiane relative alla casa e alla famiglia in Italia, e in altri Paesi, e cercate di arricchirle, aggiornandole ai tempi in cui viviamo.
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8. “Il giorno del Signore è vicino: egli viene a salvarci” (Canto al Vangelo). Carissimi, ci siamo riuniti nella Basilica di San Pietro per vivere l’Avvento e prepararci alla venuta di Cristo: la venuta storica nella notte di Betlemme, come pure quella incessante, ed insieme escatologica, che dura attraverso i secoli e si compirà alla fine dei tempi.
Questa venuta, come ci ha ricordato il recente pellegrinaggio dei giovani d’Europa a Loreto, è legata in qualche modo alla dimensione domestica e familiare. Possa la coscienza di questa verità ravvivarsi in noi, durante le prossime feste natalizie. Preparandoci ad esse, lasciamo che Gesù venga nelle nostre case per donarci la gioia che egli recò e continua a recare agli uomini. Ed ecco quale è la fonte di questa gioia: il Salvatore del mondo viene per prepararci una casa. Questa è l’autentica prospettiva evangelica. A tutti gli uomini che non hanno sulla terra una dimora stabile Cristo viene per dire: Non abbiate paura! L’uomo passa come l’erba e come il fiore che appassisce, ma la parola del Signore dura per sempre (11). Essa annuncia la dimora eterna: Dio vuole che abbiamo la nostra definitiva, eterna casa nel santuario della sua gloria.
[Insegnamenti GP II, 18/2, 1364-1366]