[1756] • JUAN PABLO II (1978-2005) • LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN SOCIAL, UN ÁMBITO MODERNO PARA LA PROMOCIÓN DE LA MUJER
Mensaje Quest’anno, con ocasión de la XXX Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, 24 enero 1996
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[1.–] El tema de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales de este año “Los medios de comunicación social: un ámbito moderno para la promoción de la mujer en la sociedad”, reconoce que los medios de comunicación social desempeñan un papel especial no sólo como promotores de la justicia y de la igualdad para las mujeres, sino también para incrementar el aprecio hacia sus dones específicos, que ya en otra ocasión definí como el “genio” de la mujer (cf. Mulieris dignitatem, 30; Carta a las Mujeres, 10)
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[2.–] El año pasado, en mi Carta a las Mujeres procuré iniciar un diálogo, especialmente con las mismas mujeres, sobre lo que significa ser mujer en el mundo de hoy (cf. n. 1). Indiqué también algunos de los obstáculos que, en tantas partes del mundo, siguen impidiendo a las mujeres su plena inserción en la vida social, política y económica” (n. 4). Se trata de un diálogo que las personas que trabajan en el mundo de las comunicaciones sociales pueden y, sin duda, deben promover y apoyar. Es loable que los comunicadores a menudo se constituyan en defensores de los que no tienen voz y de los marginados. Se encuentran en una posición privilegiada para estimular también la conciencia social en lo referente a dos serias cuestiones relativas a la mujeres en el mundo actual.
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[3.–] En primer lugar, como expuse en mi Carta, con frecuencia se penaliza a la maternidad en vez de gratificarla, a pesar de que la Humanidad debe su misma supervivencia a las mujeres que eligieron ser esposas y madres (cf. n. 4). Ciertamente es una injusticia discriminar, desde el punto de vista económico o social, precisamente a esas mujeres por seguir su vocación fundamental. Igualmente llamé la atención sobre la urgente necesidad de alcanzar en todas partes la efectiva igualdad de dignidad con el hombre: igual salario por igual trabajo, tutela de la trabajadora-madre, imparcialidad en las promociones en la carrera, igualdad de los esposos en el derecho de familia y reconocimiento de todo lo que va unido a los derechos y deberes del ciudadano en un Estado democrático (cf. n. 4).
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[4.–] En segundo lugar, el progreso de la emancipación real de las mujeres es una cuestión de justicia, que no cabe ignorar por más tiempo; es también una cuestión de bienestar social. Afortunadamente se da una conciencia cada vez mayor de que las mujeres han de poder contribuir a la solución de los graves problemas de la sociedad y de su futuro. En cada campo “será preciosa una mayor presencia social de la mujer, porque contribuirá a manifestar las contradicciones de una sociedad organizada sobre puros criterios de eficiencia y productividad, y obligará a replantear los sistemas en favor de los procesos de humanización que configuran la ‘civilización del amor’” (ibid. n. 4).
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[5.–] La “civilización del amor” consiste, en definitiva, en una radical afirmación del valor de la vida y del valor del amor. Las mujeres están particularmente cualificadas y privilegiadas en ambos casos. Con respecto a la vida, aunque las mujeres no sean las únicas responsables de la afirmación de su valor intrínseco, se encuentran en una posición única para ello, a causa de su relación íntima con el misterio de la transmisión de la vida. En cuanto al amor, saben aportar a todos los aspectos de la existencia, incluyendo los más altos niveles de toma de decisión esa cualidad esencial de la femineidad que consiste en la objetividad de juicio, templada por la capacidad de comprender en profundidad las exigencias propias de toda relación interpersonal.
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[6.–] Los medios de comunicación social (prensa, cine, radio, televisión, industria musical y redes informáticas), representan un foro moderno donde la información se recibe y transmite rápidamente a un auditorio universal, donde se intercambian ideas, donde se forjan comportamientos y donde, de hecho, se configura una nueva cultura. Estos medios están, por lo mismo, destinados a ejercer una poderosa influencia en su trasmisión para que la sociedad reconozca y valore no sólo los derechos, sino también las cualidades específicas de las mujeres. Tristemente hay que reconocer que muchas veces los medios de comunicación contribuyen a explotar a la mujer en vez de a enaltecerla. ¿Cuántas veces las vemos tratadas no como personas con una dignidad inviolable, sino como objetos destinados a satisfacer la sed de placer y de poder de otros? ¿Cuántas veces vemos infravalorado e incluso ridiculizado el papel de la mujer como esposa y madre? ¿Cuántas veces el papel de las mujeres en el trabajo o en la vida profesional se presenta como una caricatura del hombre, rechazando las cualidades específicas de la intuición femenina, la compasión y la comprensión, que constituyen una contribución esencial a la “civilización del amor”?
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[7.–] Las mujeres pueden hacer mucho para lograr que los medios de comunicación social traten mejor a la mujer: promoviendo a través de estos medios programas educativos, enseñando a los demás, especialmente a sus propios familiares, a ser usuarios con capacidad de crítica en el mercado de dichos medios, expresando a las compañías de producción, a los periodistas, a las emisoras de radio y de televisión, y a los anunciantes, su punto de vista sobre los programas y las publicaciones que ofendan la dignidad de las mujeres o que envilezcan su papel en la sociedad. Es más, las mujeres pueden y deben prepararse para asumir posiciones de responsabilidad y creatividad en el mundo de las comunicaciones sociales, no en competencia o imitando los papeles masculinos, sino imprimiendo en el propio trabajo y en la actividad profesional su “genio” específico.
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[8.–] Sería bueno que los medios de comunicación exaltaran a las verdaderas heroínas de la sociedad, incluyendo a las mujeres santas de la tradición cristiana, como modelos a seguir por las nuevas y las futuras generaciones. No podemos olvidar, al respecto, las muchas mujeres consagradas que lo han sacrificado todo para seguir a Jesús y dedicarse a la oración y al servicio de los pobres, de los enfermos, de los analfabetos, de los jóvenes, de los ancianos y de los discapacitados; también las hay que trabajan en los medios de comunicación y para “anunciar a los pobres un gozoso mensaje” (cf. Lc 4, 18).
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[9.–] “Mi alma glorifica al Señor” (Lc 1, 46). La bienaventurada Virgen María reconociendo las “maravillas” que Dios había obrado en ella, pronunció estas palabras como respuesta al saludo de su prima Isabel. La imagen de mujer que nos presentan los medios de comunicación debería incluir el reconocimiento de que todo don femenino proclama la grandeza del Señor, fuente de la vida y del amor, de la bondad y de la gracia, fuente de la dignidad y de la igualdad entre el hombre y la mujer, y de su “genio” específico.
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[10.–] Oro para que la XXX Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales aliente a todas las personas que trabajan en los medios de comunicación social, especialmente a los hijos y a las hijas de la Iglesia, a que promuevan una mejora real en el respeto de la dignidad y de los derechos de la mujer, proyectando una imagen verdadera y respetuosa de su papel en el seno de la sociedad y a fin de que se clarifique “toda la verdad sobre la mujer” (Carta a las Mujeres, 12).
[E 56 (1996), 482-483]
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[1.–] Quest’anno, il tema della Giornata Mondiale delle Comunicazioni Sociali “I ‘Media’: moderno areopago per la promozione della donna nella società”, riconosce che i mass media hanno un ruolo speciale non solo come promotori della giustizia e dell’uguaglianza per le donne, ma anche come fautori dei doni specificatamente femminili, che in altra occasione ho definito il “genio” della donna (1).
1. Cfr. Mulieris dignitatem, 30 [1988 08 15/ 30]; Lettera alle Donne, 10 [1995 06 29/ 10].
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[2.–] L’anno scorso nella mia “Lettera alle Donne” cercai di iniziare un dialogo, in particolar modo con loro stesse, su cosa significasse essere donna nel mondo d’oggi (2). Indicai anche alcuni tra “gli ostacoli che tuttora impediscono alle donne di essere pienamente integrate nella vita sociale, politica ed economica di tante parti del mondo” (3). Questo è un dialogo che le persone che lavorano per i mass media possono, ed in verità ne hanno l’obbligo, promuovere e sostenere. Gli operatori della comunicazione sociale, diventando spesso, lodevolmente, gli avvocati di coloro che non vengono ascoltati e degli emarginati, sono in una posizione unica per stimolare la coscienza pubblica a prestare attenzione a due seri problemi concernenti la situazione della donna nel mondo d’oggi.
2. Cfr. n. 1 [1995 06 29/ 1].
3. n. 4 [1995 06 29/ 4].
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[3.–] Innanzitutto, come ho scritto nella mia Lettera, la maternità viene spesso penalizzata invece di essere premiata, anche se l’umanità deve la propria sopravvivenza a quelle donne che hanno scelto di essere mogli e madri (4). È certamente un’ingiustizia che nei riguardi di queste donne venga fatta una discriminazione sia economica che sociale, per aver esse seguito una vocazione fondamentale. Analogamente ho indicato l’urgente bisogno di raggiungere una effettiva pari dignità con l’uomo, in ogni ambito: uguale guadagno per uguale lavoro, difesa delle madri che lavorano, imparzialità negli avanzamenti di carriera, uguaglianza per le spose nei diritti di famiglia e riconoscimento di tutto ciò che fa parte dei diritti e doveri del cittadino in uno Stato democratico (5).
4. Cfr. n. 4 [1995 06 29/ 4].
5. Cfr. n. 4 [1995 06 29/ 4].
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[4.–] In secondo luogo, il progredire dell’emancipazione reale delle donne è una questione di giustizia, che non può essere ulteriormente trascurata; è una questione di benessere per la società. Fortunatamente c’è una crescente consapevolezza sull’esigenza che la donna sia messa in grado di avere la sua parte nella soluzione dei seri problemi della società e del suo futuro. In ogni ambito, “una maggiore presenza delle donne nella società si rivelerebbe più preziosa perchè aiuterebbe a rendere manifeste le contraddizioni che sono presenti in una società organizzata unicamente secondo il criterio dell’efficienza e della produttività costringendo a riprogettare i sistemi in modo da favorire il processo di umanizzazione che contraddistingue la ‘civiltà dell’amore’” (6).
6. Ibid. n. 4 [1995 06 29/ 4].
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[5.–] La “civiltà dell’amore” consiste, in definitiva, in una radicale affermazione del valore della vita e del valore dell’amore. Le donne sono particolarmente qualificate e privilegiate in entrambi i casi. Riguardo alla vita esse, sebbene responsabili non da sole dell’affermazione del suo valore intrinseco, godono di una funzione unica grazie all’intima connessione che le lega al mistero della trasmissione della vita. Riguardo all’amore, poi, sanno apportare ad ogni aspetto dell’esistenza, ivi compresi i momenti decisionali di più alta responsabilità, quell’essenziale qualità del genio femminile che consiste nell’obiettività di giudizio temperata dalla capacità di comprendere a fondo le esigenze proprie di ogni relazione interpersonale.
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[6.–] I mass media (stampa, cinema, radio, televisione, industria musicale, reti informatiche), rappresentano il moderno areopago dove le informazioni si ricevono e si trasmettono rapidamente ad un’“audience” universale, dove vengono scambiate idee, dove si forgiano comportamenti e dove di fatto va delineandosi una nuova cultura. Essi sono quindi destinati ad esercitare una potente influenza nel far sì che la società riconosca ed apprezzi non solo i diritti ma anche le specifiche qualità delle donne. Con tristezza, spesso, assistiamo allo sfruttamento delle donne nei mass media invece che alla loro esaltazione. Quante volte le vediamo trattate non come persone con una dignità inviolabile ma come oggetti destinati a soddisfare la sete di piacere e di potere di altri? Quante volte vediamo sottovalutato e perfino ridicolizzato il ruolo della donna come moglie e madre? Quante volte il ruolo delle donne nel lavoro o nella vita professionale viene dipinto come una caricatura dell’uomo, con il rifiuto delle qualità specifiche dell’intuito femminile, la compassione e la comprensione, contributo essenziale alla “civiltà dell’amore”?
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[7.–] Le donne stesse possono fare molto per favorire un trattamento migliore della donna nei mass media: promovendo tramite i mezzi di comunicazione sociale programmi educativi, insegnando agli altri, specialmente ai propri familiari, ad essere consumatori critici nel mercato dei media, manifestando alle compagnie di produzione, agli editori, alle emittenti radio televisive, agli inserzionisti pubblicitari il proprio punto di vista circa i programmi e le pubblicazioni che insultano la dignità delle donne o che sviliscono il loro ruolo nella società. Inoltre, le donne possono e dovrebbero prepararsi ad assumere esse stesse posizioni di responsabilità e creatività nel mondo delle comunicazioni sociali, non in conflitto o ad imitazione dei ruoli maschili, ma imprimendo il loro personale “genio” nel proprio lavoro e nell’attività professionale.
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[8.–] I mass media farebbero bene a mettere in luce le autentiche eroine della società, ivi comprese le donne Sante della tradizione cristiana, come modelli da seguire per le nuove generazioni e per quelle future. Né possiamo dimenticare, a questo riguardo, le tante donne consacrate che hanno sacrificato tutto per seguire Gesù e per dedicare se stesse alla preghiera ed al servizio dei poveri, dei malati, degli analfabeti, dei giovani, degli anziani e dei portatori di handicap; ve ne sono che operano nei mass media e lavorano per “annunziare ai poveri un lieto messaggio” (7).
7. Cfr. Lc. 4, 18.
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[9.–] “L’anima mia magnifica il Signore” (8). La Beata Vergine Maria riconoscendo le “cose grandi” che Dio aveva fatto per lei, pronunziò queste parole in risposta al saluto di sua cugina Elisabetta. L’immagine della donna che ci viene comunicata dai mass media dovrebbe comportare il riconoscimento che ciascun dono femminile proclama la grandezza del Signore, sorgente della vita e dell’amore, della bontà e della grazia, fonte della dignità e dell’uguaglianza tra uomo e donna, e dello specifico “genio” di lei.
8. Lc. 1, 46.
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[10.–] Io prego perchè la trentesima Giornata Mondiale delle Comunicazioni Sociali incoraggi tutti coloro che operano nei mass media, specialmente i figli e le figlie della Chiesa, a promuovere un reale miglioramento nel rispetto della dignità e dei diritti della donna, presentando un’immagine vera e rispettosa del suo ruolo all’interno della società così da mettere in luce “l’intera verità sulle donne”9.
[Insegnamenti GP II, 19/1, 122-125]
9. Lettera alle Donne, n. 12 [1995 06 29/ 12].