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Magisterio sobre amor, matrimonio y familia <br /> <b>Warning</b>: Undefined variable $titulo in <b>/var/www/vhosts/enchiridionfamiliae.com/httpdocs/cabecera.php</b> on line <b>29</b><br />
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[1789] • JUAN PABLO II (1978-2005) • LA PRESENCIA DE LOS ANCIANOS, VALIOSA PARA LA FAMILIA Y LA SOCIEDAD

Saludo en el Encuentro con los Ancianos y Enfermos del Hospital “Casa de San Adalberto”, en Pannonhalma (Hungría), 6 septiembre 1996

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[1.–] Considero importante, durante mi peregrinación en Hungría, este encuentro, aunque breve, con vosotros, amadísimos hermanos y hermanas, marcados por la enfermedad y por el peso de los años. Os doy las gracias por haberme invitado, testimoniando así el efecto y la proximidad espiritual de cada uno de vosotros con el Papa. Mi pensamiento va también a cuantos, debido a la enfermedad y a la edad, acompañan esta visita mía desde casa, desde la clínica y desde el hospital. ¡A todos un sentido gracias, de forma especial por las oraciones! ¡Grande es el valor del sufrimiento humano e indispensable es la aportación de la llamada “tercera edad”!

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[2.–] La de la enfermedad es una condición ambivalente: por una parte, al impedir de diferentes formas a la persona, la lleva a experimentar su propio límite y su propia fragilidad; por otra, al ponerla en contacto más directo con la Cruz de Cristo, la enriquece de nuevas posibilidades. Con el ofrecimiento a Cristo de los propios sufrimientos, la persona enferma puede aportar una contribución personal a su obra redentora y participar activamente en la edificación de la Iglesia.

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[3.–] También el anciano constituye una presencia bastante valiosa para la familia y para la sociedad. Vosotros, ancianos, sois los depositarios de un patrimonio riquísimo de valores y de experiencias. No lo tengáis encerrado en vosotros mismos, sino comunicadlo a los más jóvenes, con sabiduría y discreción, y ellos mismos os lo agradecerán.

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[4.–] Amadísimos hermanos y hermanas, que la Virgen María os consiga el vivir en plenitud de fe vuestra condición y encontrar en los demás atención, escucha y solidaridad. A cada uno de vosotros y a todos los enfermos y ancianos de este amado país imparto de corazón una especial Bendición Apostólica, que extiendo gustosamente también a las personas que se entregan generosamente en la asistencia.

[E 65 (1996), 1394]