[1797] • JUAN PABLO II (1978-2005) • PROMOVER UNA CULTURA DE LA VIDA
Del Discurso It gives me, a los representantes de las Organizaciones No-gubernamentales, 12 noviembre 1996
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3. Muchos de vosotros procuráis afrontar otra realidad indigna y más terrible aún, es decir, las amenazas contra la vida y la eliminación sistemática de vidas inocentes, en particular de los hijos por nacer. Mientras nos acercamos al final de un siglo sin parangón por lo que respecta a la destrucción de vidas humanas, muy a menudo en nombre de ideologías totalitarias, ¿debemos llegar a la conclusión de que también la democracia promueve ataques sin precedentes contra la vida humana? Por una parte, el progreso de las libertades democráticas ha llevado a una nueva afirmación de los derechos humanos, codificados en importantes declaraciones y acuerdos internacionales; por otra, cuando la libertad se aleja de los principios morales que gobiernan la justicia y muestran lo que es el bien común, se mina la democracia, que se convierte en un instrumento con el cual el fuerte impone su voluntad al débil, como desgraciadamente vemos que sucede cada vez con mayor frecuencia a nuestro alrededor.
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4. Como sabéis, no basta deplorar esta situación. Queda mucho por hacer para educar las conciencias y la opinión pública con respecto a lo que, por razones de brevedad pero con sólida justificación, se ha definido “cultura de la muerte”. Os invito a renovar vuestros esfuerzos por promover “la cultura de la vida” y buscar una visión moral más elevada, que os permita cooperar de modo cada vez más estrecho en la defensa del carácter sagrado de toda vida humana. Aprovechad vuestras energías, vuestros talentos y vuestra experiencia para este inmenso esfuerzo vital en favor de la humanidad.
Que Dios os conceda la fuerza y la intrepidez para hablar en el ámbito internacional por los que no tienen voz y para defender a los indefensos; y que derrame sus abundantes bendiciones sobre vosotros y vuestras familias.
[O.R. (e. c.) 22.XI. 1996, 7]
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3. Many of you seek to address another, even more terrible indignity: namely, threats to life itself, and the systematic elimination of innocent lives, in particular the unborn. As we come to the end of a century unprecedented for its destruction of life, most often in the name of totalitarian ideologies, are we to conclude that democracy too has become the sponsor of unparalleled attacks on human life? On the one hand, the advance of democratic freedoms has given rise to a new affirmation of human rights, codified in important international declarations and agreements. On the other hand, when freedom is detached from the moral principles which govern justice and disclose what is the common good, democracy itself is undermined and becomes the instrument by which the strong impose their will on the weak, as we increasingly see happening around us.
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4. As you well know, it is not enough to deplore this situation. There is much to be done in educating consciences and public opinion to the reality of what, for reasons of brevity but with solid justification, has been called “the culture of death”. I invite you to renew your efforts to promote “the culture of life”, and to seek a higher moral vision which will enable you to co-operate ever more closely in defending the sacredness of every human life. Harness your energies, your talents, your expertise, for this immense and vital effort in favour of humanity!
May God grant you the strength and courage to speak in the international arena for those who have no voice and to defend those who are defenceless. May he pour out his abundant blessings upon you and your families.
[Insegnamenti GP II, 19/2, 693-694]