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Magisterio sobre amor, matrimonio y familia <br /> <b>Warning</b>: Undefined variable $titulo in <b>/var/www/vhosts/enchiridionfamiliae.com/httpdocs/cabecera.php</b> on line <b>29</b><br />
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[1820] • JUAN PABLO II (1978-2005) • LA DEFENSA DE LOS VALORES DEL HOGAR

Del Discurso O  singular momento, al Presidente de Brasil, 14 febrero 1997

1997 02 14b 0004

La importante misión de la mujer

4. Las relaciones de Brasil con sus países vecinos se encuentran hoy en una fase de acelerada cooperación, promoviendo, a través del Mercosur, una integración que contribuya a la prosperidad económica y social de los países participantes, con posibilidades de irradiación también a otras áreas geográficas del continente. Pero para lograr un progreso que sea verdaderamente integral, es necesario dedicar atención a la cultura y a la educación en los auténticos valores morales y espirituales. La Iglesia quiere contribuir a ello, sirviéndose de su rico patrimonio de tradición plurisecular, para la elevación de los valores fundamentales enraizados en la fe y en los principios cristianos. Por otra parte, la enseñanza religiosa en las escuelas públicas y privadas va en esta dirección, pues está prevista en las diversas constituciones que su país ya ha tenido desde la década de 1930. La extraordinaria importancia de fundar toda estructura individual y social en principios perennes, no consiste sólo en dar informaciones, permaneciendo distante de la realidad vital de la sociedad. Al contrario, la Iglesia está firmemente decidida a defender concretamente los valores del hogar y de la recta visión de la familia cristiana. Más aún: con un poco de clarividencia, es fácil ver que el bienestar de la sociedad, e incluso el de la humanidad, en este umbral del tercer milenio, está en gran parte en las manos de las mujeres que aceptan la misión y tarea que sólo ellas, y nadie en su lugar, pueden realizar: la de madres de familia, educadoras, formadoras de la personalidad de sus hijos, y responsables, en buena parte, de la atmósfera del hogar. Nadie cometería el error de negar a la mujer el derecho-deber de participar en la vida de la sociedad e influir en ella. En el mundo de las ciencias y las artes, de las letras y las comunicaciones, de la política, la actividad sindical y la universidad, la mujer tiene su lugar y sabe ocuparlo muy bien. Pero, de igual modo, nadie debe ignorar que, sirviendo a la microsociedad familiar con sus propias características, la mujer esposa y madre sirve directamente a la sociedad mayor y también a la humanidad. Por eso, la Iglesia, “defendiendo la dignidad de la mujer y su vocación ha mostrado honor y gratitud para las que –fieles al Evangelio– han participado en todo tiempo en la misión apostólica del pueblo de Dios” (Mulieris dignitatem, 27)[1].

[OR (e.c.) 21.II.1997, 7]

[1]. [1988 08 15/ 27]