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Magisterio sobre amor, matrimonio y familia <br /> <b>Warning</b>: Undefined variable $titulo in <b>/var/www/vhosts/enchiridionfamiliae.com/httpdocs/cabecera.php</b> on line <b>29</b><br />
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[1891] • JUAN PABLO II (1978-2005) • PASTORAL FAMILIAR INTENSA Y CON SEGURIDAD

Del Discurso Radostan sam, en el encuentro con los Obispos de Croacia, en Split (Croacia), 4 octubre 1998

1998 10 04 0005

5. Es necesario, asimismo, encontrar los medios oportunos para ayudar a los hombres de nuestro tiempo a comprender y acoger el gran proyecto de Dios sobre el hombre. En efecto, el hombre de hoy necesita conocer y hacer suya la dignidad que Dios le ha dado gratuitamente al crearlo a su imagen y semejanza (cf. Gn 1, 26-27) y al redimirlo con la sangre de Cristo (cf. Ap 5, 9).

Que en vuestra actividad pastoral, la familia, “iglesia doméstica” tenga un lugar especial, ya que “el futuro del mundo y de la Iglesia pasa a través de la familia” (Familiaris consortio, 75)[1]. Será capaz de responder a los desafíos y a las insidias del mundo contemporáneo, en la medida en que sepa abrirse a Dios, viviendo y actuando “el misterio de la unidad y del amor fecundo entre Cristo y su Iglesia” (Lumen gentium, 11)[2]. Una familia en la que “los padres sean para sus hijos los primeros anunciadores de la fe con su palabra y con su ejemplo” (ib.)[3], sabrá responder eficazmente a su misión en el mundo contemporáneo, transformándose en lugar de fe y amor, a ejemplo de la Sagrada Familia de Nazaret.

Nuestros contemporáneos necesitan nociones claras sobre la naturaleza y la vocación de la familia. Por eso, no os canséis de dar a conocer la concepción cristiana del matrimonio y de la familia. A la luz de la palabra de Dios, tratad de profundizar sus tareas en el ambiente actual. Vosotros y vuestros sacerdotes, ayudados por personas expertas y debidamente preparadas para esa función, debéis esmeraros por promover una intensa y segura pastoral familiar, en la que tenga su debido espacio la defensa de la vida, según las enseñanzas del Magisterio (cf. Familiaris consortio, 36)[4]. En este campo, esforzaos para que los agentes pastorales reciban una adecuada formación, a fin de que puedan responder prontamente a las expectativas de los novios y de los esposos. Estad junto a las familias que tienen dificultades y ven amenazada su naturaleza de comunidad de amor, de vida y de fe, y que están afectadas por problemas de índole social y económica, o probadas por el sufrimiento.

Y no olvidéis la atención pastoral de las nuevas generaciones. El futuro les pertenece, y los jóvenes bien formados serán capaces de formar buenas familias, y las buenas familias, a su vez, serán capaces de educar bien a sus hijos.

Así pues, la pastoral familiar, con particular atención a los jóvenes, se presenta como un programa para la construcción del futuro de la Iglesia y de la sociedad civil. La promoción de la dignidad de la persona y de la familia, del derecho a la vida, hoy particularmente amenazado, junto con la defensa de los sectores sociales más débiles, debe ocupar un lugar especial entre vuestras preocupaciones apostólicas, para “dar un alma” a la moderna Croacia.

Frente a la difusión de la cultura de la muerte, que se manifiesta sobre todo en la práctica del aborto y en el creciente favor con que se mira la eutanasia, hay que proponer una nueva cultura de la vida. En este sentido, se necesitan iniciativas pastorales encaminadas a ayudar a los hombres y mujeres de nuestro tiempo a redescubrir el significado profundo de la vida, no sólo de la vida joven y sana, sino también de la afectada por la enfermedad. A este respecto, la palabra de Dios brinda la respuesta verdadera y definitiva.

Defender la vida forma parte de la misión de la Iglesia. En efecto, “Dios, infinitamente perfecto y bienaventurado en sí mismo, en un designio de pura bondad ha creado libremente al hombre para que tenga parte en su vida bienaventurada. Por eso, en todo tiempo y en todo lugar, está cerca del hombre” (Catecismo de la Iglesia católica, n. 1). Hoy, como ayer, nuestros hermanos y hermanas necesitan conocer a Cristo, el enviado del Padre, que ha depositado en el corazón del hombre un germen de vida nueva e inmortal, la vida de los hijos de Dios. La acción pastoral en este sector debe hacer referencia al orden que Dios ha impreso en el hombre y en toda la creación.

[OR (e.c.) 23.X.1998, 9]

[1]. [1981 11 22/ 75]

[2]. [1964 11 21a/ 11]

[3]. [1964 11 21a/ 11]

[4]. [1981 11 22/ 36]