[1917] • JUAN PABLO II (1978-2005) • LA PASTORAL FAMILIAR, PRIORITARIA EN LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
Del Discurso With great joy, a los Obispos de la Conferencia Episcopal de Irlanda, en la visita ad limina, 26 junio 1999
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3. La nueva evangelización, que puede suscitar en el siglo venidero una primavera del Evangelio, dependerá en gran medida de que los fieles laicos sean plenamente conscientes de su vocación bautismal y de su responsabilidad con respecto al evangelio de Jesucristo. Hoy los laicos deben estar a menudo en vanguardia cuando se trata de aplicar las enseñanzas de la Iglesia a las cuestiones éticas, morales y sociales que se plantean en sus comunidades o en el ámbito nacional. La misión específica de los laicos, hombres y mujeres, es la evangelización de la familia, de la cultura y de la vida social y política. Para cumplirla, se dirigen a los obispos en busca de apoyo y orientación.
La tarea del obispo a este respecto estriba en fomentar la santidad de vida y la formación cristiana, que permitan a los laicos, en el centro del orden temporal, “testificar cómo la fe cristiana (...) constituye la única respuesta plenamente válida a los problemas y expectativas que la vida plantea a cada hombre y a cada sociedad” (Christifideles laici, 34). Ejerciendo el discernimiento que se exige de vuestro oficio apostólico, debéis ser como “el dueño de una casa que saca de sus arcas lo nuevo y lo viejo” (Mt 13, 52). En este sentido, la nueva evangelización requiere una renovación del gobierno y de la actividad pastorales. Como he afirmado a menudo, requiere esfuerzos nuevos en su ardor, en sus métodos y en su expresión (cf. Veritatis splendor, 106).
No se trata realmente de buscar la novedad por sí misma. En efecto, es preciso conservar las costumbres y tradiciones que han sido parte integrante de la vida de los católicos irlandeses, y, si fuera necesario, renovarlas. La práctica sacramental, la piedad popular, las peregrinaciones y las devociones tradicionales que sostienen la vida de gracia y el compromiso moral no han perdido su importancia. Pero también se necesitan nuevas formas de oración y apostolado, nuevas estructuras y programas, que ayuden a crear un mayor sentido de pertenencia a la comunidad eclesial, y un nuevo florecimiento de asociaciones y movimientos capaces de mostrar que la Iglesia se mantiene perennemente joven y que es una auténtica levadura para la sociedad. Vuestra cercanía personal es necesaria para apoyar y guiar a las asociaciones de fieles ya existentes, muchas de las cuales tienen extraordinarios méritos en la vida de la Iglesia en Irlanda, así como a los nuevos grupos y movimientos que el Espíritu Santo está suscitando constantemente en la Iglesia como respuesta a las nuevas exigencias. [...]
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5. En la nueva evangelización, el matrimonio y la familia deben ser objeto de una intensa atención pastoral. Hay que ayudar a los jóvenes a desarrollar con generosidad, abnegación y compromiso lo que requiere el matrimonio. La preparación para el matrimonio debería garantizar que los novios comprendan plenamente la naturaleza del matrimonio cristiano y estén en condiciones de asumir las responsabilidades que implica. Las parroquias y las asociaciones católicas pueden respaldar a los matrimonios y a las familias mediante la organización de catequesis para adultos, retiros espirituales, consultorios o encuentros entre familias, para que se ayuden recíprocamente. Hacen falta nuevas ideas y nuevas energías para afrontar las necesidades de los matrimonios con dificultades y, en particular, para ayudar con rapidez y eficacia a las mujeres sometidas a presiones a fin de que rechacen a sus hijos por nacer. La nueva evangelización implica una defensa firme del derecho a la vida, el más elemental de todos los derechos humanos, más importante aún que el “derecho de elección” de la persona, del grupo o del Gobierno. Requiere que los fieles sean cada vez más conscientes de la doctrina social de la Iglesia, y cada vez más activos en la promoción de la verdad y la justicia en la vida pública y en las relaciones interpersonales. Requiere, además, una solidaridad práctica con los sectores más débiles de la sociedad y con todos los que han sido marginados del desarrollo económico.
[OR (e.c.) 9.VII.1999, 7]
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3. The new evangelization which can make the next century a springtime of the Gospel will depend very much on the lay faithful being fully aware of their baptismal vocation and of their responsibility for the Gospel of Jesus Christ. Today it is often the laity who must be in the forefront in seeking to apply the Church’s teaching to the ethical, moral and social questions which arise in their communities or at the national level. The specific mission of lay men and women is the evangelization of the family, of culture, and of social and political life. In this, they look to the Bishops for encouragement and leadership.
The Bishops’ task in this regard is to promote the holiness of life and the Christian formation that will enable the laity, in the heart of the temporal order, “to testify how the Christian faith constitutes the only fully valid response... to the problems and hopes that life poses to every person and society” (Christifideles Laici, 34). Exercising the discernment which belongs to your apostolic office, you must be like the “householder who brings out of his treasure what is new and what is old” (Mt 13, 52). It is in this sense that the new evangelization requires a renewal of pastoral governance and activity. As I have often stated, it calls for efforts that are new in ardour, methods and expression (cf. Veritatis Splendor, 106). This is not novelty for novelty’s sake. In fact, the practices and traditions that have been an integral part of Irish Catholic life should be maintained, and revived where necessary: sacramental practice, popular piety, pilgrimages and traditional devotions which sustain the life of grace and moral commitment have not lost their relevance. There is likewise a need for new forms of prayer and apostolate, new structures and programmes, that help to build a greater sense of belonging to the ecclesial community, a new flourishing of associations and movements capable of showing the perennial youth of the Church and of being a genuine leaven in society. Your personal closeness is needed in supporting and guiding already existing associations of the faithful, many of which have extraordinary merits in the life of the Church in Ireland, as well as the new groups and movements which the Holy Spirit is constantly generating in the Church in response to changing needs. [...]
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5. In the new evangelization, marriage and the family must be the subject of intense pastoral attention. Young people must be helped to develop that generosity, self-giving and commitment which marriage requires. Pre-marriage preparation should ensure that couples fully understand the nature of Christian marriage and are in a position to undertake its responsibilities. Parishes and Catholic associations can be instrumental in supporting couples and families by organizing adult catechesis, spiritual retreats, counselling, or events at which families meet and encourage one another. New ideas and new energies are required to meet the needs of couples in difficulty, and in particular to reach out promptly and efficaciously to women facing pressures to reject the unborn life they bear. The new evangelization involves a strenuous defence of the right to life, the most basic of all human rights –more basic than any individual’s, group’s or government’s “right to choose”. It calls for the faithful to be ever more aware of the Church’s social teaching, ever more active in promoting truth and justice in public life and interpersonal relations. It demands practical solidarity with the weaker sectors of society and all those who are left at the margin of economic development.
[OR 27.VI.1999, 5]