[2083] • BENEDICTO XVI (2005- • LAS DIFICULTADES DE LA FAMILIA ANTE LAS NUEVAS FRONTERAS DE LA CIENCIA MÉDICA
Del Discurso A tutti rivolgo a los participantes en la Conferencia Internacional sobre el Genoma Humano, 19 noviembre 2005
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2. Situándome en la perspectiva pastoral propia del Consejo pontificio que ha organizado esta Conferencia, me complace notar cómo hoy, sobre todo en el ámbito de las nuevas aportaciones de la ciencia médica, se ofrece a la Iglesia una posibilidad ulterior de realizar una valiosa obra de iluminación de las conciencias, para que todo descubrimiento cientÃfico contribuya al bien integral de la persona, en el respeto constante de su dignidad.
Al subrayar la importancia de esta tarea pastoral, quisiera decir ante todo una palabra de aliento a quienes se encargan de promoverla. El mundo actual se caracteriza por el proceso de secularización que, a través de complejas circunstancias culturales y sociales, no sólo ha reivindicado una justa autonomÃa de la ciencia y de la organización social, sino también, a menudo, ha cancelado el vÃnculo de las realidades temporales con su Creador, llegando incluso a descuidar la salvaguardia de la dignidad trascendente del hombre y el respeto de su misma vida. Sin embargo, hoy la secularización, en la forma del secularismo radical, ya no satisface a los espÃritus más conscientes y atentos. Esto quiere decir que se abren espacios posibles, y tal vez nuevos, para un diálogo fecundo con la sociedad y no sólo con los fieles, especialmente sobre temas importantes como los que atañen a la vida.
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3. Esto es posible porque en las poblaciones de larga tradición cristiana siguen presentes semillas de humanismo a las que no han afectado las disputas de la filosofÃa nihilista; semillas que, en realidad, tienden a reforzarse cuanto más graves son los desafÃos. Por lo demás, el creyente sabe bien que el Evangelio tiene una sintonÃa intrÃnseca con los valores inscritos en la naturaleza humana. La imagen de Dios está tan profundamente grabada en el alma del hombre, que difÃcilmente puede silenciarse del todo la voz de la conciencia. Con la parábola del sembrador, Jesús nos recuerda en el Evangelio que existe siempre un terreno fértil en el que la semilla echa raÃces, germina y da fruto.
También los hombres que no se reconocen ya como miembros de la Iglesia o que incluso han perdido la luz de la fe siguen estando atentos a los valores humanos y a las contribuciones positivas que el Evangelio puede aportar al bien personal y social.
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4. Es fácil darse cuenta de esto, sobre todo reflexionando en lo que constituye el objeto de vuestra Conferencia: los hombres de nuestro tiempo, que se han vuelto más sensibles a causa de los terribles acontecimientos que han ensombrecido el siglo XX y el inicio del actual, pueden comprender bien que la dignidad del hombre no se identifica con los genes de su ADN y no disminuye por la posible presencia de diferencias fÃsicas o de defectos congénitos.
El principio de âno discriminaciónâ sobre la base de factores fÃsicos o genéticos ha penetrado profundamente en las conciencias y está formalmente enunciado en las Cartas sobre los derechos humanos. Este principio tiene su fundamento más verdadero en la dignidad Ãnsita en todo hombre por el hecho de haber sido creado a imagen y semejanza de Dios (cf. Gn 1, 26). Por otra parte, el análisis sereno de los datos cientÃficos lleva a reconocer la presencia de esta dignidad en cada fase de la vida humana, comenzando desde el primer momento de la fecundación. La Iglesia anuncia y propone estas verdades no sólo con la autoridad del Evangelio, sino también con la fuerza que deriva de la razón, y precisamente por esto siente el deber de apelar a todos los hombres de buena voluntad, con la certeza de que la aceptación de estas verdades no puede por menos de favorecer a las personas y a la sociedad. En efecto, es preciso evitar los riesgos de una ciencia y de una tecnologÃa que pretenden ser completamente autónomas con respecto a las normas morales inscritas en la naturaleza del ser humano.
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5. No faltan en la Iglesia organismos profesionales y academias capaces de evaluar las novedades en el ámbito cientÃfico, especialmente en el mundo de la biomedicina; hay, además, organismos doctrinales dedicados especÃficamente a definir los valores morales que hay que salvaguardar y a formular las normas que requiere su tutela eficaz; por último, hay dicasterios pastorales, como el Consejo pontificio para la pastoral de la salud, a los que corresponde elaborar las metodologÃas oportunas para asegurar una presencia eficaz de la Iglesia en el ámbito pastoral. Este tercer momento es valioso no sólo para una humanización cada vez más adecuada de la medicina, sino también para asegurar una respuesta oportuna a las expectativas, por parte de las personas, de una eficaz ayuda espiritual.
Por consiguiente, es necesario dar nuevo impulso a la pastoral de la salud. Esto implica una renovación y una profundización de la misma propuesta pastoral, que tenga en cuenta el aumento del conjunto de conocimientos difundidos por los medios de comunicación en la sociedad y del nivel de instrucción más elevado de las personas a las que se dirige.
No se puede descuidar el hecho de que, cada vez con más frecuencia, no sólo los legisladores, sino también los mismos ciudadanos están llamados a expresar su pensamiento sobre problemas también cientÃficamente cualificados y difÃciles. Si falta una instrucción adecuada, más aún, una formación adecuada de las conciencias, en la orientación de la opinión pública fácilmente pueden prevalecer falsos valores o informaciones inexactas.
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6. Adecuar la formación de los pastores y de los educadores, a fin de capacitarlos para asumir sus responsabilidades de modo coherente con su fe y al mismo tiempo en un diálogo respetuoso y leal con los no creyentes, es la tarea imprescindible de una pastoral actualizada de la salud. En particular, en el campo de las aplicaciones de la genética, hoy las familias pueden carecer de las informaciones adecuadas y tener dificultades para mantener la autonomÃa moral necesaria para permanecer fieles a sus opciones de vida. Por tanto, en este sector se requiere una formación profunda y clara de las conciencias. Los actuales descubrimientos cientÃficos afectan a la vida de las familias, impulsándolas a opciones imprevistas y delicadas, que hay que afrontar con responsabilidad. Asà pues, la pastoral en el campo de la salud necesita consejeros formados y competentes. Esto permite entrever cuán compleja y exigente es hoy la gestión de este sector de actividades.
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7. Ante estas mayores exigencias de la pastoral, la Iglesia, a la vez que sigue confiando en la luz del Evangelio y en la fuerza de la gracia, exhorta a los responsables a estudiar la metodologÃa adecuada para prestar ayuda a las personas, a las familias y a la sociedad, conjugando fidelidad y diálogo, profundización teológica y capacidad de mediación. Para ello cuenta, en particular, con el apoyo de cuantos como vosotros, reunidos aquà para participar en esta Conferencia internacional, se interesan por los valores fundamentales en los que se basa la convivencia humana. Aprovecho de buen grado esta circunstancia para expresar a todos mi gratitud y mi aprecio por la contribución en un sector tan importante para el futuro de la humanidad. Con estos sentimientos, imploro del Señor copiosas luces sobre vuestro trabajo y, como testimonio de estima y afecto, os imparto a todos una especial bendición.
[Insegnamenti BXVI, I (2005), 817-823]
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Ponendomi nellâottica pastorale propria del Pontificio Consiglio che ha promosso questa Conferenza, mi piace rilevare come oggi, soprattutto nellâambito dei nuovi apporti della scienza medica, è offerta alla Chiesa unâulteriore possibilità di svolgere una preziosa opera di illuminazione delle coscienze, per far sì che ogni nuova scoperta scientifica possa servire al bene integrale della persona, nel costante rispetto della sua dignità .
Nel sottolineare lâimportanza di questo compito pastorale, vorrei anzitutto dire una parola di incoraggiamento a chi è incaricato di promuoverlo. Il mondo attuale è segnato dal processo di secolarizzazione che, attraverso complesse vicende culturali e sociali, ha non soltanto rivendicato una giusta autonomia della scienza e dellâorganizzazione sociale, ma spesso ha anche obliterato il legame delle realtà temporali con il loro Creatore, giungendo anche a trascurare la salvaguardia della dignità trascendente dellâuomo ed il rispetto della sua stessa vita. Oggi tuttavia la secolarizzazione, nella forma del secolarismo radicale, non soddisfa più gli spiriti maggiormente consapevoli ed attenti. Ciò vuol dire che si aprono spazi possibili e forse nuovi per un dialogo proficuo con la società e non soltanto con i fedeli, specialmente su temi importanti come quelli attinenti la vita.
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Questo è possibile perché nelle popolazioni di lunga tradizione cristiana rimangono presenti semi di umanesimo non raggiunti dalle dispute della filosofia nichilista, semi che tendono, in realtà , a rafforzarsi quanto più gravi diventano le sfide. Il credente, del resto, sa bene che il Vangelo ha una sintonia intrinseca con i valori inscritti nella natura umana. Lâimmagine di Dio è così profondamente impressa nellâanimo dellâuomo che difficilmente la voce della coscienza può essere messa del tutto a tacere. Con la parabola del seminatore Gesù nel Vangelo ci ricorda che câè sempre del terreno buono in cui il seme attecchisce, germoglia e fa frutto.
Anche uomini che non si riconoscono più come membri della Chiesa o che hanno perduto addirittura la luce della fede restano comunque attenti ai valori umani ed ai contributi positivi che il Vangelo può apportare al bene personale e sociale.
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Eâ facile rendersene conto soprattutto riflettendo su ciò che costituisce lâoggetto della vostra Conferenza: gli uomini del nostro tempo, resi anche più sensibili dalle vicende terribili che hanno funestato il ventesimo secolo e lâinizio stesso dellâattuale, sono in grado di ben comprendere come la dignità dellâuomo non si identifichi con i geni del suo DNA e non diminuisca per lâeventuale presenza di diversità fisiche o di difetti genetici.
Il principio di ânon discriminazioneâ sulla base di fattori fisici o genetici è profondamente entrato nelle coscienze ed è formalmente enunciato nelle Carte sui diritti dellâuomo. Tale principio ha la sua fondazione più vera nella dignità insita in ogni uomo per il fatto di essere creato ad immagine e somiglianza di Dio (cfr Gn 1,26). Lâanalisi serena dei dati scientifici, peraltro, porta a riconoscere la presenza di tale dignità in ogni fase della vita umana, a cominciare dal primo momento della fecondazione. La Chiesa annuncia e propone queste verità non soltanto con lâautorità del Vangelo, ma anche con la forza derivante dalla ragione, e proprio per questo sente il dovere di fare appello ad ogni uomo di buona volontà , nella certezza che lâaccoglienza di queste verità non può che giovare ai singoli ed alla società . Occorre infatti guardarsi dai rischi di una scienza e di una tecnologia che si pretendano completamente autonome nei confronti delle norme morali inscritte nella natura dellâessere umano.
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Non mancano nella Chiesa gli Organismi professionali e le Accademie capaci di valutare le novità in ambito scientifico, in particolare nel mondo della biomedicina; vi sono poi gli Organismi dottrinali specificamente deputati a definire i valori morali da salvaguardare e a formulare le norme richieste per la loro efficace tutela; vi sono infine i Dicasteri pastorali, come il Pontificio Consiglio per gli Operatori Sanitari, ai quali spetta di elaborare le metodologie opportune per assicurare unâincisiva presenza della Chiesa sul piano pastorale. Questo terzo momento è prezioso non soltanto in ordine ad una sempre più adeguata umanizzazione della medicina, ma anche per assicurare una tempestiva risposta alle attese, da parte delle singole persone, di un efficace aiuto spirituale. Occorre dunque dare nuovo slancio alla pastorale della salute. Ciò comporta un rinnovamento e un approfondimento della proposta pastorale stessa, che tenga conto dellâaumentata mole di conoscenze diffuse dai media nella società e del più alto livello dâistruzione delle persone a cui ci si rivolge.
Nel sottolineare lâimportanza di questo compito pastorale, vorrei anzitutto dire una parola di incoraggiamento a chi è incaricato di promuoverlo. Il mondo attuale è segnato dal processo di secolarizzazione che, attraverso complesse vicende culturali e sociali, ha non soltanto rivendicato una giusta autonomia della scienza e dellâorganizzazione sociale, ma spesso ha anche obliterato il legame delle realtà temporali con il loro Creatore, giungendo anche a trascurare la salvaguardia della dignità trascendente dellâuomo ed il rispetto della sua stessa vita. Oggi tuttavia la secolarizzazione, nella forma del secolarismo radicale, non soddisfa più gli spiriti maggiormente consapevoli ed attenti. Ciò vuol dire che si aprono spazi possibili e forse nuovi per un dialogo proficuo con la società e non soltanto con i fedeli, specialmente su temi importanti come quelli attinenti la vita.
Non si può trascurare il fatto che, sempre più spesso, su problemi anche scientificamente qualificati e difficili, non soltanto i legislatori, ma gli stessi cittadini sono chiamati ad esprimere il loro pensiero. Se manca unâistruzione adeguata, anzi una formazione adeguata delle coscienze, facilmente possono prevalere, nellâorientamento dellâopinione pubblica, falsi valori o informazioni deviate.
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Adeguare la formazione dei pastori e degli educatori, per renderli capaci di assumere le proprie responsabilità in coerenza con la propria fede e, insieme, in dialogo rispettoso e leale con i non credenti, ecco il compito imprescindibile di una pastorale aggiornata della salute. Nel campo, in particolare, delle applicazioni della genetica, le famiglie oggi possono mancare delle informazioni adeguate ed avere difficoltà a mantenere lâautonomia morale necessaria per restare fedeli alle proprie scelte di vita. In questo settore, pertanto, si richiede una formazione delle coscienze approfondita e chiara. Le odierne scoperte scientifiche toccano la vita delle famiglie, impegnandole in scelte impreviste e delicate, che occorre affrontare con responsabilità . La pastorale nel campo della salute ha quindi bisogno di consulenti formati e competenti. Ciò lascia intravedere quanto la gestione di questo settore di impegno sia oggi complessa ed esigente.
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Di fronte a queste aumentate esigenze della pastorale, la Chiesa, mentre continua a confidare nella luce del Vangelo e nella forza della Grazia, esorta i responsabili a studiare la metodologia adeguata per portare aiuto alle persone, alle famiglie ed alla società , coniugando fedeltà e dialogo, approfondimento teologico e capacità di mediazione. In ciò essa conta, in particolare, sullâapporto di quanti come voi, qui raccolti per prendere parte a questa Conferenza Internazionale, hanno a cuore i fondamentali valori su cui si regge lâumana convivenza. Profitto volentieri di questa circostanza per esprimere a tutti grato apprezzamento per il contributo in un settore tanto importante per il futuro dellâumanità . Con questi sentimenti, invoco dal Signore copiosi lumi sul vostro lavoro e, quale testimonianza di stima e di affetto, a tutti imparto una speciale Benedizione.