[2182] • BENEDICTO XVI (2005- • PROTEGER A LA FAMILIA, PROTEGER A LA PERSONA
Del Discurso Sono lieto di ricevervi, a los Administradores de la Región del Lacio y de la Provincia de Roma, 10 de enero de 2008
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[3.] Un criterio fundamental, sobre el que fácilmente podemos concordar en el cumplimiento de nuestras diversas tareas, es el del carácter central de la persona humana. Como afirma el concilio Vaticano II, el hombre es, en la tierra, “la única criatura a la que Dios ha querido por sí misma” (Gaudium et spes, 24). A su vez, mi amado predecesor el siervo de Dios Juan Pablo II, en la encíclica Centesimus annus, escribió con razón que “el principal recurso del hombre (...) es el hombre mismo” (n. 32).
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[4.] Consecuencia evidente de todo ello es la importancia decisiva que revisten la educación y la formación de la persona, ante todo en la primera parte de la vida, pero también a lo largo de toda su existencia. Sin embargo, si miramos la realidad de nuestra situación, no podemos negar que nos encontramos ante una auténtica “emergencia educativa”, como subrayé el 11 de junio del año pasado al hablar a la Asamblea de la diócesis de Roma.
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[5.] En efecto, parece cada vez más difícil proponer de manera convincente a las nuevas generaciones certezas sólidas y criterios sobre los cuales construir su vida. Lo saben bien tanto los padres como los profesores, que también por esto sienten a menudo la tentación de abdicar de sus funciones educativas. Por lo demás, en el actual contexto social y cultural impregnado de relativismo y también de nihilismo, ellos mismos difícilmente logran encontrar puntos de referencia seguros, que los puedan sostener y guiar tanto en la misión de educadores como en toda su conducta de vida. […]
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[8.] Aquí tienen una importancia claramente prioritaria el respeto y el apoyo a la familia fundada en el matrimonio. Como escribí en el reciente Mensaje para la Jornada mundial de la paz, “la familia natural, en cuanto comunión íntima de vida y amor, fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer, es el «lugar primario de humanización de la persona y de la sociedad», la «cuna de la vida y del amor»” (n. 2: L’Osservatore Romano, edición en lengua española, 14 de diciembre de 2007, p. 5).
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[9.] Lamentablemente, cada día constatamos cuán insistentes y amenazadores son los ataques y las incomprensiones con respecto a esta realidad humana y social fundamental. Por consiguiente, es muy necesario que las Administraciones públicas no secunden esas tendencias negativas, sino que, por el contrario, ofrezcan a las familias un apoyo convencido y concreto, con la certeza de que así contribuyen al bien común.