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[0043] • SAN GREGORIO I MAGNO, 590-604 • AMOR CONYUGAL Y PROCREACIÓN

Del Capítulo 27 –Cómo se debe exhortar a los casados y cómo a los célibes–, de la parte III de la Regla Pastoral, a Juan, Obispo de Ravena (Italia), hacia el año 591

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79.–A los casados, pues, se les debe aconsejar que, cuando piensan en lo que mutuamente se deben el uno al otro, cada uno procure complacer a su cónyuge de tal manera que no desagrade al Creador; que cumplan los deberes que tienen con el mundo de tal modo que no omitan el cumplimiento de los deberes que tienen para con Dios; que gocen de los bienes presentes, pero de tal suerte que teman con atención vigilante los males eternos; que se duelan de los males temporales, pero en forma tal que se consuelen plenamente fijando su esperanza en los bienes perdurables; que, por lo mismo que conocen ser pasajero todo lo que hacen, sepan que en lo permanente está lo que desean, y que los males del mundo no hacen desfallecer al corazón cuando le conforta la esperanza de los bienes celestiales, ni engañan los bienes de la vida presente cuando entristecen los sospechados males del juicio venidero [...].

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80.–También se debe aconsejar a los casados que se acuerden de que se han unido para tener sucesión y que cuando, por entregarse inmoderadamente a la unión, truecan en servicio de la voluptuosidad lo que está destinado a la propagación, entiendan que, aunque no tratan con extraños, pero en la misma unión matrimonial traspasan los derechos del matrimonio. Por lo que es menester amonestarlos con frecuentes exhortaciones que lloren amargamente el mancillar con voluptuosas uniones lo que de digno tiene la unión.

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81.–[...] Oigan que el Apóstol, instruyendo a algunos para la gracia del celibato, no despreció el matrimonio, sino que reprobó los cuidados del mundo que surgen del matrimonio diciendo (I Cor 7, 35): Yo digo esto para provecho vuestro, no para echaros un lazo y obligaros a la continencia, sino para exhortaros a lo más loable y a lo que habilita para servir a Dios sin embarazo alguno. En efecto, de los matrimonios nacen los cuidados terrenos, y, por lo mismo, el Maestro de las Gentes recomendó lo mejor a sus oyentes, a fin de que no se embarazaran con solicitudes terrenas.

[OGM 204-205, 207]